El cuadro II

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Me estoy ahogando.

Pero es de aquellos ahogos necesarios. El Conde tiene mi boca aprisionada en la suya, no me ha dado respiro alguno, sus manos aprietan mis muslos y duele, pero es un dolor placentero, uno que quiero que siga ahí y se expanda por todo mi cuerpo.

Siento la desesperada ambición de sus labios por los mios, es un animal pasional, ha roto todo las reglas establecidas en la sociedad, aquellas que no se debe embestir así a una mujer, pero no estoy juzgando, debería hacerlo porque no soy su esposa aún para que tenga permitido siquiera tocarme, pero no tengo fuerza de voluntad ahora mismo, estoy disfrutando tanto su feroz masculinidad en mi que no deseo que se despegue un solo segundo.

Y esta mal.

Gaadriel me tiene como su prisionera en este lugar, me ha humillado innumerables veces y es bastante cambiante de personalidad, está mal permitirle esto porque simplemente no puedo confiar en el. Sabe cómo manipular a las personas y esta forma, besándome y seduciendome podrían ser su plan para mantenerme tranquila aquí y haciéndome creer que realmente me desea cuando en el fondo se que me desprecia.

Y lo empujó.

A pesar de la atracción que siento ahora mismo, no soy tan tonta para seguir cayendo en todas sus redes, su físico es sin duda su mejor arma para manipular a las mujeres.

Gaadriel se queda frente a mi , confundido y recuperando la respiración que también le ha hecho falta. Sus labios están rojos por ese apretón de piel que nos acabamos de dar.

—No voy a caer en tu juego.

El chico se sacude el cabello sin decirme nada, parece ser algo habitual en él, desordenar su pelo cuando algo lo irrita.

—No soy tan fácil, no me compro con un beso.

Sus ojos destellan.

—¿En eso pensabas cuando te estaba besando? —suspira— Por los ángeles, Colette.

Lo veo avanzar hasta sentarse nuevamente mirando el fuego, no se que tanto hay en el fuego, siempre se le queda mirando. Tiene sus codos apoyados en las piernas y me echa un vistazo al ver que me he quedado apoyada sobre la pared.

—¿Por qué sigues ahí?, mejor come algo.

Me doy cuenta que ha dejado una bandeja de comida sobre la mesilla, mi estómago cruje al sentir el olor de la sopa. Me siento en la cama y comienzo a comer.

No dejo de sentirme extraña, acabo de besarme con Gaadriel de una forma muy salvaje y ahora estoy comiendo tras de él en un silencio muy incomodo.

Me termino de servir la sopa, estaba buena o realmente tenía mucha hambre pero me la he devorado en muy poco tiempo.

—¿Sabes lo que más me molesta de ti, niña? —suelta el, después de haber estado callado por mucho tiempo.

No le respondo.

—Crees estar enamorada, crees conocer el amor a tu diecisiete años, de hecho quieres escapar de aquí y correr a los brazos de un hombre que realmente no te conoce.

Pienso inmediatamente en Dylan.

—Seguro tu me conoces mucho —hago una pausa — de todas formas eso a ti no te importa, ya me desprecias por no ser una noble como tu, no es necesario que explayes tu odio hacia mí.

—No sabes cuanto desearia odiarte. Eso haría todo más fácil

Pestañeo.Nuevamente no entiendo lo que dice, sus palabras son tan confusas como si estuviera en una conversación paralela, es eso o simplemente lo hace a propósito, para confundirme, para nublarme los pensamiento y mantenerme aquí para siempre, creyendo que realmente le agrado.

Princesa sin linajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora