Capítulo 30: En la oficina de Dumbledore

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Por fortuna también entraron después los chicos del equipo de Quidditch que, aunque parecían algo dudoso con mis padres (sin contar a los gemelos que ya los conocían), ellos dos los trataron como sin nada y dejaron que gozara mi triunfo sin quejarse o regañarme, aunque de vez en cuando recibía una mirada fulminante de parte de mi madre. Estuvimos así un buen rato con jugo de calabaza y algunos dulces y pasteles. Hasta que la señora Pomfrey los corrió a todos gritando que necesitaba descansar. La única que se quedó a mi lado fue mi madre, a quien no la hizo ni mover un pelo ante las miradas de ambas mujeres.

Me desperté unas horas después sobresaltado en una total oscuridad, ahogando un grito de dolor: porque sentía como si tuviera el brazo lleno de grandes astillas. Por un instante pensé que había sido el dolor que me había despertado. Pero luego me di cuenta, con horror (ya que mi madre se encontraba a mi lado dormida), de que alguien, en la oscuridad, me estaba poniendo una esponja en la frente.

--- Fuera --- trate de moverme, para mandarlo lejos, sin despertar a mi madre, hasta que reconocí al intruso, por tal motivo exclame ---: ¡Dobby!

Vi como los ojos del tamaño de pelotas de tenis del elfo domestico me miraban desorbitados a través de la oscuridad. Una sola lagrima le bajaba por su nariz larga y afilada.

--- Su alteza ha vuelto al colegio --- susurro tristemente ---. Dobby aviso y aviso a su alteza el príncipe Harry Potter. ¡Ah, señor!, ¿Por qué no hizo caso a Dobby?, ¿Por qué no volvió a casa alteza, cuando perdió el tren?

Me incorpore con gran esfuerzo, evitando hacer el menor ruido posible, para tirar la esponja de Dobby.

--- ¿Qué hace aquí? – le pregunte --- y, ¿Cómo sabe que perdí el tren? --- pude ver cómo le temblaba un labio y entonces sospeche que esa criaturita había tenido algo que ver ---. ¡Fue usted! --- le dije despacio ---. ¡Usted impidió que la barrera nos dejara pasar a Sirius y a mí!

--- Si, alteza, claro --- me dijo Dobby, moviendo vigorosamente la cabeza de arriba abajo y agitando las orejas.

Me conto como se ocultó y sello la barre, para después tener que quemarse las manos con la plancha, hice una mueca, aunque a Dobby no parecía importarle nada, ni siquiera cuando me contaba de los azotes que se tuvo que dar por quemar la cena de su amo. ¿Qué magos podían ser tan crueles?

No podía aguantar ver su ropa que parecía un sucio almohadón, preguntándome porque no le daban algo mejor al pobrecito y pasando el enojo que sentía, por los problemas que me había metido con mi padre, por perder ese tren.

--- ¿Por qué llevas puesto eso, Dobby? --- le pregunte con curiosidad.

--- ¿Esto, señor? --- pregunto Dobby, pellizcándose el almohadón ---. Es un símbolo de la esclavitud del elfo doméstico, señor. A Dobby sólo podrán liberarlo sus dueños un día si le dan alguna prenda. La familia tiene mucho cuidado de no pasarle a Dobby ni siquiera un calcetín, porque entonces podría dejar la casa para siempre. --- lo vi secarse los ojos saltones, mientras me decía de repente ---: Alteza usted debe volver a casa! Dobby creía que su bludger bastaría para hacerle...

--- ¿Su bludger? --- le dije, enfureciéndome ---. ¿Qué quiere decir con "su bludger"? ¿usted es el culpable de que esa bola intentara matarme?

--- ¡No, matarle no, alteza, nunca! --- dijo Dobby asustado ---. ¡Dobby quiere salvar la vida del príncipe Harry Potter! ¡Mejor ser enviado de vuelta a casa, gravemente herido, que permanecer aquí, alteza! ¡Dobby solo quería ocasionar al príncipe Harry Potter el daño suficiente para que lo enviaran a casa!

--- Ah, me alegra que eso sea todo --- le dije algo irritado, y mirando a mi madre que sea cavaba de remover, pero no se había despertado ---. Ahora supongo que no querrá decirme por qué quería enviarme de vuelta a casa hecho pedazos.

1 Harry Potter: El último herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora