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N/A
Antes de leer. La historia se ha ido modificando a través de los años así que si ven algo diferente (si están releyendo) no se preocupen igual solo son temas de escritura o narración.
Listo sin más disfruten el capituló.

[...]

Me encontraba escondido tras la pared.

— ¿Será prudente invitarlo por un café? — me pregunté a mi mismo mientras observaba a Mael.— Claro, es normal que un chico le pregunte a otro si quiere salir.

Comencé a acercarme a Mael, mi corazón empezó a latir de una manera tan rápida.

— Mejor luego.— me di la media vuelta y regrese al salón.— Estupido corazón.

— ¿Risitos? — dijo Mael atrás mío.

— ¡Ahhh! — grite y lo mire.— ¿Q-que haces aquí? — respire y me relaje, puedo controlar este estupido latido.— Deberías estar en el pateo viendo a Chloe o algo así.

— Es que creí que querías decirme algo, te acercaste a mi y te alejaste.— rió un poco.

Me sonroje, nonono me miro, grito internamente.

— ¿Q-que dices? No, solo iba a caminar hacia el baño, jeje.— ay no, estoy súper nervioso, ¿que me está pasando? No me puedo poner nervioso por otro hombre.

— ¿Estas bien? Parece que tienes una batalla interna.

Soy tan obvio dios.

— Jaja que dices amigo.— le di un golpe en el hombro.— Creo que Nino me está buscando... adiós.— pase y salí del salón, suspire.— Necesito calmarme, o terminaré siendo un tonto.

Tropecé con alguien.

— Lo siento, no ando muy atento.— me levante y mire esos ojos tan parecidos.— Eres Marinette, ¿no? — la ayude a levantarse.

— A-ah — me miro y se sonrojó.— Gracias.— se levanto y se fue.

Que raro... un momento.

— Acaso... ¿así actúe con Mael? — llegue con Nino.— Oye, ¿puedo preguntarte algo?

— Claro bro.

— Hay alguien que me gusta.— evite su mirada para que no viera lo avergonzado que estaba, comencé a juguetear con mis manos.— Y no sé si está bien confesar mis sentimientos... tal vez me rechace.

La risa de Nino se escuchaba en el lugar.

— ¿Rechazarte? Amigo eres Adrien Agreste no creo que alguien pueda hacerte eso.— el noto mis nervios y coloco su mano en mi hombro.— Tranquilo, sé que estarás bien, si tú piensas que es lo correcto deberías decirle.

Asentí y me fui al salón, tal vez tenga razón y yo debería decirle a Mael.

Justo a quien buscaba.

Hola Mael.— salude y fui directo hacia el.— ¿Podemos hablar después de clases?

El se mostraba confuso pero igual acepto, las clases concluyeron y antes de que llegaran por mi corrí hacia el lugar que habíamos acordado.

— Ey ricitos.— saludo con su mano mientras se encontraba recargando su espalda en la pared.— Debo ayudar en la panadería así que, ¿qué querías decirme?

Sentía mi corazón a mil por hora, mis manos sudaban y mucho. Sabía lo nervioso que estaba pero no creo que sea algo tan malo así que.

Me armare de valor.

Me gustas.— pronuncie despacio pero lo suficiente para que el me escuchara, sabía que mi voz estaba quebrándose.

Hubo un pequeño silencio por unos segundos.

Nuestra promesa |Adriel| BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora