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M A E L

— Le agradezco el café pero ¿podría decirme a qué he venido? — me sentía incómodo estando aquí y sin Adrien presente.

— Tienes razón, ya le di muchas vueltas a esto.— le dio un último sorbo a su taza.— Mire una escena que fue algo difícil de digerir.

Esas palabras me hicieron darme cuenta de la razón por la que estoy aquí y sin pensarlo el miedo inundó mi cuerpo.

— Te daré la opción de simplemente alejarte de Adrien, solo toma esto y ya no te vuelvas a acercar a mi hijo.— coloco un sobre enfrente mío.— Debe ser suficiente.

Mire el sobre y después mire a aquel hombre que me miraba con superioridad. Aún no estaba preparado para esto pero no dejaré que me compren.

— No importa la cantidad que haya en el sobre, no me interesa.— hable algo tembloroso pero seguro.— Perdón por no decírselo adecuadamente.

Me levante y me acerque a él quedando frente a frente.

— Déjeme salir con su hijo.— confiado baje la cabeza inclinándome un poco.— Se lo pido correctamente solo porque soy alguien amable pero créame que sino lo acepta.— trague un poco de saliva antes de continuar.— Seguiré inclinándome hasta que me dé su permiso, porque al final no importa que suma de dinero tenga el sobre, Adrien vale más que todo el dinero del mundo.

Su rostro mostraba algo de molestia pero no como yo pensaría que reaccionaría.

— Eres obstinado.— suspiró y también se levantó de su silla.— ¿Haces feliz a Adrien?

— Y-Yo se que lo hago muy feliz señor.— aún no levantaba la mirada.

— No soy un padre muy presente en la vida de mi hijo, desde que su madre se fue yo no volví a ser el mismo.— el señor Agreste retiró sus lentes y frotó sus ojos.— Adrien lo resintió de más, no solo el hecho de que su madre ya no estaba sino que yo tampoco estuve para el.

Todo el ambiente incómodo se fue y solo quedamos en una conversación cálida.

— Es por ello que te agradezco.— eso no me lo esperaba así que me incorporé.— Al fin ha tenido a alguien que si está presente en su vida.— se levanto, camino lento hacia mi y tomo mis hombros.— Eres un joven fuerte con un gran espíritu, haz feliz a mi hijo.

— Yo le prometo que nunca se preocupará por eso.— le sonreí y entonces él pudo soltarme.— Y si me disculpa hoy me encontraría con su hijo y ya es tarde.

Mi el celular y efectivamente era tarde, no tenía nada para el aniversario bueno... tengo la bendición de Gabriel Agreste.

— Adelante.— se alejó de mi.— Oh y Mael, todo lo que te dije mantenlo en secreto.

Sin saber muy bien el motivo solo asentí y salí corriendo de ahí.

A D R I E N

— ¿Donde está? — miraba la hora y los mensajes no leídos.

Últimamente no hemos pasado tiempo juntos, no solo por mi pasatiempo de modelo sino que Mael también tiene sus propios proyectos.

— ¡Adrien! — gritó Mael mientras se acercaba.— Perdón me retuvieron en un lugar.

— Vamos, las entradas del cine son para las 10.— tome su mano pero el no caminaba.

— Espera ricitos.— solté su mano y quedamos frente a frente.— Se que es tarde pero tengo un presente para ti.— con ambas manos agito.— No es mucho pero.

Nuestra promesa |Adriel| BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora