Capítulo XIX: 1920

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1920


Septiembre 22

Él ángel sabe que será condenado. Irremediablemente, desobedecerá. Dejarse cautivar por los sentimientos humanos lleva un alto precio. Sabe las consecuencias, pues sus alas serán removidas, la capacidad de extender vuelo y su brillo se desvanecerá. Solo le queda resignarse.

Ella es más que una resignación.

Si ella lo elige, tal vez los perdone el Señor.

La besa.

En medio de la arboleda deja en claro su desobediencia a Dios, pero lo que él no sabe es que ella deseaba ese beso. Había hecho prácticamente todo lo que una chica haría para llamar la atención de un chico, y de eso ya iban siendo tres años. Incluso dejarse alagar por un rostro que ya empezaba a insertarse en su memoria cada que un suspiro se le escapara.

Y como tan sutil y dulce es el beso, de la misma manera, él retrocede. Acuna el rostro de su "ángel".

—He pecado —susurra, mirándola a los ojos—. Pequé por un segundo de gloria.

Y como si de un aviso se trataran sus palabras, el cielo emite un estruendo. Las nubes pierden su claridad para volverse oscuras en un solo parpadeo.

El sonido de trompetas en una canción de tragedia anuncia todo. Ella lo desconoce. Solo sabe que él es especial. Su "amigo imaginario" lo llamaba de niña, pero ahora es el hombre que desea arrastrar consigo al amor.

Pero el ángel se lamenta.

Suspira de agonía.

Empieza a perder tacto ante la delicada piel de su niña.

Se desvanece.

Lo sabe.

Hasta ella que mientras lo observa sabe que él se desvanece de a poco.

—No te vayas. —Ruega ella, dejando que una lágrima se le escape—. No lo hagas.

El cuerpo del ángel empieza a ser nada más que una leve imagen de su figura y un enorme resplandor de su esencia siendo reclamada. El Señor lo llama. Él debe rendir cuentas. En medio de su angustia resuelve dar una palabra en promesa hacia ella y a sí mismo.

—Volveré.


Demonios de Día © - [Serie pesadillas] [Libro #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora