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11. porque vine pal rescate, como super man para salvarte.

—Aia, me arde—me quejé haciendo puchero mirándola, ella estaba con el ceño fruncido e ignorándome, dando indicios de que estaba enojada—Dalee Na, no te enojés conmigo beba, solo quería poner a ese gil en su lugar.

—Había otras formas—soltó mientras tiraba el trozo de algodón al tacho de la basura y empezaba a guardar las demás cosas en sus respectivos sitios—Podrías haber hablado con el.

Me pase una mano por el pelo, y con la mano que tenía bien la agarre de la mano para tironear de ella y que me prestara atención.

—Hable una bocha de veces con el Na, y ya le había pegado antes y seguía sin entender—hablé despacio, esta alzó la vista para mirarme sin ninguna expresión, entonces tiré de ella para que se sentará arriba mio,—Dale, me pone mal que no me hables y te enojés conmigo.

Me miró de costado aún con el ceño fruncido y se cruzo de brazos.

—Me enojó porque... mirá como te dejaron—me señaló la cara e hizo una mueca—, y encima por mi culpa.

Noté como las lágrimas empezaban a salir de sus ojos y como aparecían en sus mejillas y no tardé en pasar mis pulgares por sus cachetes para eliminarlas. Nala era bastante pacífica y nunca se había metido en peleas, ni había formado parte o había sido la causante de una, ella siempre decía que la única manera de arreglar las cosas eran hablando, pero a estas alturas del partido con su ex no se podía hablar de una forma civilizada, y por mas que yo estuviera en contra de la violencia las dos trompadas que le metí, se las tenía bien merecidas.

Abracé a la rubia por la cintura y apoye mi cara entre su hombro y cuello, aunque esa posición no duró mucho porque ella se giro y apoyó su cara en mi pecho, escondiéndose. Instintivamente, llevé mi mano hacia su espalda para sobarla, así se tranquilizaba.

—¿Me mirás?—susurré, ella levantó la cara de su escondite y me miro con los ojos llenos de lágrimas, tenía la carita hinchada y la zona de los cachetes y la nariz colorada. Acaricié su cachete y la miré directamente a los ojos—Vos no tenés la culpa de que tu ex sea un machito y no sepa callarse las cosas que hace en la intimidad. No tiene porque faltarle el respecto a vos, ni a nadie, alguien tenia que ponerlo en su sitio y sé que vos estas en contra de todo eso, pero no iba a permitir que te desprecie y te rebajé como persona.

Su respuesta fue pasar sus brazos alrededor de mi cuello para después abrazarme con fuerza y yo obvia, lo recibí gustoso.
Se notaba a kilómetros de distancia que Nala estaba mal y que mayoritariamente todo le afectaba, cosa que me ponía mal porque era una gran persona y se merecía todo lo lindo.

Lleve mis manos hacia su cabello para acariciarlo al igual que su espalda, para contenerla.

—Na, dale, no llores mas. Me pone mal verte así—murmuré, esta se apartó un poco y vi como todo el rímel lo tenía corrido y antes de que pudiera ser yo quien se lo quitara, ella pasó el dorso de sus manos para sacárselo y después me miró, le acomodé los mechones rebeldes que estaban por los costados detrás de las orejas y hablé,—Ya está gorda.

Dirigí mis manos hasta sus cachetes y los acaricie con los pulgares, ella me miró detenidamente y ver como sus pestañas golpeaban contra sus pómulos fue algo que me llamó bastante la atención. Sin embargo, Nala tenia la vista centrada en mi como si me estuviera analizando.

—Dejá de mirarme como si estuvieras intentando sacarme la ficha, ya sabes como soy, creo—hablé un poco dudoso a lo ultimo y esta largó una pequeña carcajada.

—No te miro así para sacarte la ficha, te miró porque me dio curiosidad ver los lunarcitos que tenés cerca de los labios—explicó y llevó una de sus manos hacia mis labios para delinearlos, y después de unos segundos levantó la vista—Me encantan.

La tensión que se había creado de un momento a otro, era impresionante y la verdad que no me quejaba. Habíamos tenido mas momentos así pero no tan íntimos como estos o por lo menos yo lo consideraba así.

Desde el primer momento en el que conocí a la rubia me gusto, tanto físicamente como personalmente. Nala fue buena desde el primer momento conmigo y teníamos muchas cosas en común, además de que teníamos la misma personalidad, únicamente que ella se tomaba las cosas muy a pecho y a mi directamente me chupaban un huevo.

Después de unos minutos en los que ella se dedico a acariciar, delinear y observar mi cara, puse mis manos en su cintura y la apreté apenas para ganarme la atención de la misma.

Con el corazón en la boca y con miedo a como vaya a reaccionar la rubia, me animé a soltar lo que venía pesando hace rato, pero antes de abrir la boca, me retracte un poco.

¿Y si no salía como yo esperaba? ¿Y si me rechazaba y me friendzoneaba? No estaba acostumbrado a eso, siempre había estado con las chicas que me gustaban, y obviamente había tenido mis épocas de gato y chamuyero cuando era mas chico pero con Nala era tan distinto, teníamos una amistad tan linda y sana que no quería cortarla y tampoco quería lastimarla porque ya había sufrido bastante en el pasado.

—¿En que pensas tanto?—habló de repente en voz baja sacándome de mis pensamientos, sacudí la cabeza y la mire para después sonreírle abiertamente.

—En que sos hermosa y no te mereces llorar por nada y mucho menos por nadie—contesté y ella me sonrió a tal punto que se le achinaban los ojos, su respuesta fue agarrar mi cara para llenarme de besos, haciéndome reír.

y que también me encantás.

Pero esto último me lo guarde para mi, por el bien de los dos.


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ustedes también pensaban que iban a chapar?

sinag ; wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora