09. Insurrección

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     No.

     Esa era la palabra que Duncan había escuchado durante todo el día dentro de su casa.

     «No hagas esto».

     «No hagas aquello».

     «No debes usas esa ropa».

     «No puedes faltar a la iglesia».

     «¡No formarás parte del equipo de boxeo!».

     ¡Estaba harto!

     Durante todo el día solamente había recibido sermón tras sermón de parte de Ibrahim, el cual se encontraba intolerable, no sabía si era porque ese viernes debía irse de retiro con un par de hermanos de la iglesia al terminar la reunión que todos tenían pautada en el templo o porque simplemente había nacido así, pero la verdad estaba tan jodidamente irritado que comenzaba a alterar a todos a su alrededor, en especial a Duncan, y sobre todo, después de que este le contase tanto a él como a Imogen todo sobre el equipo de lucha.

     Al principio el joven había planeado mantenerlo en secreto, tal como se lo había dicho la noche anterior a Adam, pero al necesitar el permiso de uno de sus padres para entrar al equipo, se veía en la lamentable obligación de darles la noticia.

     Por un momento había intentado copiar la firma de Ibrahim, pero eran tantos trazos complicados que a leguas se notaba que era falsa. También pensó en hablarlo a solas con Imogen, quien era mucho más condescendiente y a pesar de que ella no era simpatizante de aquel deporte, Duncan estaba seguro que ella lo entendería, para su mala suerte, comenzó la oración con un «tengo que decirte algo importante» en el momento en que su padre atravesaba la sala de estar, y solo ese pequeño dialogo captó toda su atención, provocando que con recelo, Ibrahim Dankworth tomase asiento a un lado de su esposa.

     Con algo de frialdad Duncan le contó a sus padres todo lo que había pasado, excluyendo el desafortunado encuentro con Adam, mencionándoles como el entrenador Malcolm le había insistido un sinfín de veces para que se decidiera a formar parte del equipo de boxeo, siendo esta la primera vez en la que sentía que tal vez sí había un lugar en el cual podría pertenecer.

     Lastimosamente se había confiado tanto gracias a sus pensamientos, imaginando en que sus padres le apoyarían al igual que lo hacían con Adam y el equipo de fútbol, pero a decir verdad ¿por qué le había sorprendido tanto la reacción de Ibrahim? Quien casi escupía rayos por la boca con tan solo haber escuchado a Duncan musitar las palabras «equipo», «unirme» y «boxeo» en una sola oración.

      Por otro lado, Imogen, quien se mantenía sentada a la izquierda de su marido, no objetaba palabra alguna al menos que este se lo permitiese, sin embargo, en su mirada se podía percibir la angustia y la oposición que tenía hacia la confesión de Duncan.

     El muchacho se rascó la nuca, mientras intentaba no salirse de control frente a sus padres, cosa que últimamente se le comenzaba a dificultar cada vez más, pero ni siquiera los ejercicios de respiración que solía hacer con Imogen cada vez que Grint le golpeaba servían en absoluto.

     ¿Quién te crees que eres, Ibrahim Dankworth?

     —Puedo hacerlo, puedo hacer lo que me gusta —murmuró con desdén, tono que a Ibrahim pareció molestarle aún más.

     —No, no puedes —rugió Ibrahim, mientras se colocaba bruscamente de pie y batía su brazo derecho hacía Duncan de manera amenazante—, y no lo harás, porque no se trata de ti, ni de lo que te guste o no, se trata de las reglas, las reglas superiores a todos nosotros y no entrarás a un equipo de trogloditas.

DUNCAN © #2 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora