25. Máquina asesina

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Queen Victoria High School, Londres, Inglaterra.

20 de abril. 2016

      Uno, dos tres.

     Uno, dos, tres.

     Uno, dos, tres.

     Si tuviera que escoger una buena canción para concluir con el epílogo de mi vida, seguramente sería Welcome To The Jungle de Guns n Roses, joder, vaya que se adaptaba perfecto al momento.

     Permanecía de pie en el pasillo de la escuela por unos minutos, observando las frías pareces decoradas con casilleros verdes y banderines sobre las elecciones del presidente estudiantil.

     No había extrañado en absoluto esta pocilga.

    Mis sentimientos aún permanecían marchitos, tanto como la mano de un anciano implorando comida por las calles, o como la de un niño que había perdido el don de ser feliz. Tan marchitos como mi alma que estaba tan muerta y tan acabada como la de Danielle.

     Danielle.

     Madre.

     ¿Por qué sufrir se tuvo que convertir en una rutina cotidiana en mi vida? ¿Realmente me merecía todas las desgracias que había atravesado? ¿Todos los insultos? ¿Todos los malos tratos? ¿Todas las humillaciones? Cada paso que daba era un error para el resto. Cada intento era un nuevo fracaso. Cada sueño un atisbo de burla. ¿Por qué tendría yo que sentir misericordia por ellos, cuando ellos nunca la tuvieron conmigo?

     Los desolados corredores solo me hacían sentir en una película de suspenso americana. Creo que jamás había estado tan ansioso. De hecho, jamás había estado tan listo.

     Uno, dos, tres.

     Mis pesadas botas negras retumbaban con fuerza con cada paso que daba, mientras me imaginaba como el Llanero Solitario.

     Las puertas de madera de todos los salones estaban cerradas, nadie se había dado cuenta de mi presencia... áun.

    De tin marín de do pingüé.

     Eran aproximadamente las siete y media de la mañana, sabía que Lowell estaba en su clase en estos momentos con mis ex-compañeros, caminé con paso firme hasta quedar frente a ella, observé a la izquierda, y luego a la derecha, ¿quiénes podrían estar adentro? No fue sino hasta que miré a través del cristal rectangular que había en la puerta en que pude ver hacía el otro lado, dentro del aula, solo tenía frente a mí una profunda cabellera de color rubia acompañada con una chillona voz detestable. Lindsay... Yo se lo advertí, pero al parecer a ella no le había importado en lo más mínimo. La rubia detestable giró un poco su cabeza a la derecha, provocando que accidentalmente nuestras miradas se juntasen, y a decir verdad me sentí bastante satisfecho cuando su rostro comenzó a palidecer. Por unos segundos me pregunté el porqué de su reacción, pero apostaba a que ella se había visto a sí misma desde mis ojos, había visto todos los años de calamidades que con sus amigos me hizo pasar, y por ende, había visto su final

     Era momento de la lección. 

     Me saqué la mochila negra de la espalda, la cual estaba bastante pesada, no era para menos, la ametralladora Uzi que había conseguido en la sala de armas de Grint era lo suficientemente grande como para quedar un tanto ajustado en el bolso.

     No había sido muy difícil sacarla, mucho menos escapar de allí. Grint era un hombre de poder, pero tan astuto como yo. Solo duré unos dos minutos en robarle la llave sin que lo notase, otros quince para tomar la ametralladora y las municiones, y otros cinco para escapar durante la madrugada de Patriotic Alternative.

DUNCAN © #2 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora