Traición. Era la palabra que Alex había comenzado a cargar con pena. Fue un sentimiento y un perjuicio que formó parte de ella a partir del momento en que se entregó a alguien más. Nunca se consideró formar parte de la extensa lista de personas que fueran infieles; siempre se consolidó ser una mujer hecha y derecha, hasta el día en el que se decepcionó a sí misma.
Durante el camino se repudió por momento; cada que miraba a sus pies y se encontraba con un maletín de dama donde yacían los billetes. Abrazó su cuerpo con pudor, sintiéndose sucia y traicionera. Su subconsciente la atacaba sin compasión, le reprochaba el hecho de que si planeaba vender su cuerpo—porque fue exactamente lo que hizo—hubiera pedido todo el dinero del que se le acusaba era deudora. La parte razonable le consolaba el acto desesperado que tomó para salvarse el pellejo a ella y a su familia. Pero lo diabólico terminó por hacerla sentir más miserable.
«¿Negarás que sí te gustó?.»
Alex viajaba en autobús hacia Queens. Era demasiado tarde para su llegada a casa. Pasados de las veintidós horas con exactitud. Acostumbraba llegar cerca de las veinte horas, que imaginó que su madre estuviera preocupada por ella; pero no le llamó, aún se compadecía de sí misma por haberle fallado a todos. El remordimiento le hizo removerse en su asiento.
«¿Ahora te preocupa la hora? No pensabas lo mismo al haberte quedado dormida», le sonrió su lado malvado a la par que cruzaba sus piernas.
Cerró sus ojos en un intento por borrar de su memoria el momento en el que se profundizó dentro de un sueño. Alex cayó rendida sobre la cama de Piper después de unos intensos orgasmos. Su cuerpo fue tan débil a las consonantes descargas que padeció. Había perdido la óptima condición sexual necesaria para una aventura como la que tuvo con Piper. Al finalizar, estuvo completamente desgastada, sin energía.
«Acéptalo. Piper te hizo sentir más mujer que Silvia.», atacó nuevamente muy burlona.
—No. —protestó.
—¿Disculpe? ¿Necesita algo? —respondieron a su lado.
Alex lo miró. Era un joven contador que, al igual que ella, regresaba a casa después de un largo día de trabajo.
—Lo siento. No es nada. —dijo con pena—. Debí de haber hablado en voz alta. —sonrió dulcemente.
—No se preocupe. —le devolvió la sonrisa amable.
Faltaba poco por llegar a Queens que mejor decidió por prescindir de sus pensamientos negativos. Ahora debía de encontrar una buena excusa por su tardía llegada y por llevar diez mil dólares en efectivo. Vaya sorpresa que se tendrían en casa, sobre todo Silvia, que de seguro haría muchas preguntas.
Bajó del monstruo metálico golpeándose del fresco aire de julio, levantó la vista y a lo lejos observó aquella pequeña casa victoriana que le esperaba. Con los pasos a plomo, fue avanzando por el pavimento que previamente hubo recibido una dócil llovizna. No había nadie circulando por las calles, todos habían buscado refugio dentro de sus hogares, las luces de las afueras le dieron a Alex el libre albedrío de llegar ante la puerta. Dudosa, y aún pensativa, sujetó el picaporte. Lo soltó. Para cuándo se decidió por pasar, su madre abrió la puerta.
—Alex. —masculló con sorpresa—. Al fin apareces. —añadió con alivio.
Ambas se adentraron a su morada. La hija con la mirando hacia al suelo, no era capaz de ver a su madre a los ojos.
—¿Dónde estabas? ¿Está todo bien? —insistió.
—Me he quedado a horas extras en la oficina. —sonrío rígida, distraída—. Para conseguir esto. —señaló el maletín, manteniéndolo en el aire para después colocarlo en la mesa de en medio, en la sala.
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Azul Insano|Vauseman|[AP#1]/(TERMINADO)✔️
FanficParte I de la bilogía: "Azul Piper" Historia 100% mía: HISTORIA COMPLETAMENTE ORIGINAL. ESTA OBRA QUEDA ESTRICTAMENTE PROHIBIDA PARA SU REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL. Imagen de la portada tomada desde la plataforma GettyImages. La edición está echa...