23. La mitad de todo

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Ojos resentidos la observaron llegar de noche al estacionamiento. Contó los minutos para que se concretara su destino, dentro de su auto, a distancia discreta donde no pudiera verla. Tenía la furia y rabia impregnada en la piel. Se había pasado toda la tarde ideando de qué manera sucedería. Traía el trasero entumecido, pero no iba a arriesgarse en bajar de su auto. Corrió con suerte al lograr escabullirse del portero, como para desgastarlo en salir a estirar las piernas.

Esperó pacientemente toda la tarde después del trabajo; estar ahí, anticipada, era su objetivo primordial. Había llegado a casa, de hecho, dónde alquilaba con una compañera de su trabajo que amablemente se compadeció de su caso y le permitió instalarse en un cuarto de su apartamento. El barrio donde ahora residía, era muy rosoño, con vecinos que mala vibra despedían. Era algo del que ya era su costumbre, pues por esos ambientes se movía. Llegó destrozada.

Llevaba la cabeza atormentada desde el fin de semana. Ya no rendía como anteriormente lo había hecho en el trabajo. Varias veces le llamaron la atención y amenazaron con que se fuera haciendo a la idea de ya no trabajar más ahí si continuaba comportándose tan groseramente con los clientes. Su humor era insoportable, hasta se había peleado un par de veces con su compañera de piso. Y no había nada más que le hiciera sentir bien, sino era el estar ahí con resguardo en aquel estacionamiento.

Su ira, rabia y desolación le empujaban a tener pensamientos bastante ilícitos que eran de atenerse a consecuencias. Pero le importaba un rotundo bledo de lo que le pudiera pasar, total, que iría a conseguir paz si también la otra persona se mantenía alejada de lo que buscaba.

Una y mil veces repasaba por su mente las conversaciones que oyó. “Volví a sentirme mujer en sus brazos”, “Ella lo tiene todo”, “Quizás vuelva a enamorarme”. No, eso sí que no, bajo por ninguna circunstancia lo permitiría. No mientras continuara con vida, porque aún podía recuperarla. Tenía esa esperanza latiendo sobre su pecho. Eso era su pensar, pero la realidad era otra.

Saber el nombre del hotel donde Piper residía, casi que le iba a ser difícil de averiguar, que de no haber sido por los contactos que su compañera de piso mantenía, jamás hubiera descubierto que el hotel Empire Holden guardaba a la reina roja. Las vueltas que da la vida a algunos beneficia y a otros perjudica. No esperó tanto y se subió al auto para conducir apresuradamente hasta el gran rascacielos.

Estaba poniéndole la alarma al auto. Aún conducía ella misma, puesto que no encontró un buen reemplazo de Humphrey. Aunque sonara espeluznante, cabía decir que él era el único que ciertamente se mantenía al margen en todo lo que Piper le pidiera. El chófer que alguna vez llevó a Alex hasta Queens, recientemente se había fracturado la pierna, imposibilitándolo a caminar. Y los otros que le habían enviado sus currículum, no fueron del absoluto agrado de Piper. Así que por su propia cuenta conducía ella sola. Y su equipo de seguridad, hacía unos pocos días que ya no los necesitaba, puesto que no deseaba sentirse acorralada ahora menos que sufría de abstinencia de no intimar con la pelinegra.

Regresaba del gimnasio cuando un reflejo borroso corrió por los acerados de los automóviles. Ese borrón se convirtió en una sombra que se deslizó hasta llegar a ella. Piper sintió un soplo de aire cuando la aparición se cernió sobre sus espaldas y acorralaba su cintura con una mano, y con la otra, tentaba con un arma punzo cortante.

—Si gritas no dudaré en cortarte las entrañas. —sentenció entre dientes.

Con gran astucia la privó de su libertad con amenazas, sin enseñar la cara a las cámaras de seguridad, pues portaba una gorra oscura al igual que una sudadera del mismo color.

—¿Qué es lo que quieres? ¿Dinero? —dijo muy santurrona Piper—. ¿Cuánto es lo que necesitas para soltarme y dejes de ser tan miserable?

La sombra gruñó desaprobando su desinterés. Ahí entendió que Alex nunca le hizo mención sobre su persona a Piper. Al parecer, no había sido tan importante para Alex como creía y se había echo ilusión.

Azul Insano|Vauseman|[AP#1]/(TERMINADO)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora