2. Nada perdura

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Alex Vause estaba sentada en el interior del lugar que la vio dar sus primeros pasos. Nunca iba a olvidar lo que vivió ahí. La rebosante felicidad que tuvo. Miró la mesa en donde, cuando de pequeña, dibujó sus iniciales A.V. junto a un sol, y sonrió ante esa travesura. Ahora, aquella niña, ya bastante crecida, se encontraba bebiendo de una taza de té de manzanilla a la espera de los biberones de vidrio que había colocado para su esterilización, mientras debatía en su interior entre la razón y la negación.

Ganarse la pasantía, le pareció una situación difícil. Que, si solo estaba compitiendo con una persona, Alex sintió que lo estaba haciendo contra miles de personas más, como si estuvieran concursando para ganarse el premio de la gran lotería. Pero confió. Confió en ella y actuó de manera segura y responsable, como solía serlo ya desde muy temprana edad. Tuvo una humilde crianza que la hizo creer en sí misma, debido a los esfuerzos y sacrificios que hicieron sus padres por ella para darle lo mejor. Se encargaron de hacerle ver que en la vida todo se consigue conforme que tanto le interesase a alguien tenerlo, siempre y cuando nunca tenga que salirse de sus propios principios éticos. En este caso, de la buena persona que ella era.

Estiró los pies por debajo de la mesa resoplando con alivio. La pesada entrevista ya había sucedido, y solo le faltaba esperar por los resultados. No llegó hasta el edificio de Quallity sin haber pensado en un plan B, claro está, ya que sabía a la perfección cuán demandante era entrar ahí. Sus opciones de ganarse buena reputación para un empleo serio se dispararon de inmediato cuando, abiertamente, el señor Bill Junior implementó un nuevo negocio con algunas universidades públicas de Nueva York. Su tan buena filantropía le hizo pensar en las nuevas generaciones que se levantaban. Tal vez no todos querrían tener un trabajo tan complejo como lo era estar en la revista, pero era un trabajo que requería de toda la fuerza de voluntad y física para ejercerlo. Ya que, si se podría sobrevivir al ajetreo de todas las mañanas en esas oficinas, los nuevos estudiados serían capaces de desarrollarse en cualesquiera otras circunstancias.

Eran escasamente las once menos veinte de ese mismo día, y se encontraba sola en casa. Su madre habría salido con Mateo a dar un paseo, ya sea al parque situado a dos cuadras a la vuelta, o estaban al lado en casa de su vecina. No se apuró en preocuparse de saber el paradero de ambos, tenía toda la confianza depositada en el buen vecindario en el que residían en Queens. Todos los habitantes de esa vereda se cuidaban entre sí y se ayudaban mutuamente. Así habría sido desde que ella tenía memoria.

Silvia estaba en su trabajo. Y no iría a ver a su familia hasta pasado las seis de la tarde. Laboraba como mesera, o lava platos, en un modesto restaurante de tres estrellas en una avenida tranquila ahí en Brooklyn, y ganaba lo suficiente como para haber podido mantener, hasta el término, los estudios de Alex. Asimismo, tenía que ayudar con los gastos de la casa. Silvia siempre se preocupaba por el bienestar de Alex que llegó a decirle que mejor se concentrara en la escuela y le dejara todas las responsabilidades a ella para que no se viera perjudicada, porque a Alex nunca le importó hacer dos cosas al mismo tiempo. Hubo una temporada en el que también trabajaba como mesera por las noches en un bar, y en las mañanas asistía a sus clases. De hecho, ahí fue donde conoció a Silvia y quedaron flechadas en ese instante. Amor a primera vista. Pero el espíritu trabajador de Alex se vio afectado una vez que quedó embarazada desde el penúltimo cuatrimestre, y de ahí para cuidar a su recién nacido hasta ahora que ya tuvo su carrera concluida.

—Ya, tranquilo, cariño. —Alex escuchó unos sollozos fuera de la puerta principal. Se levantó, y fue directo ahí—. Ya hemos llegado. —dijeron.

Esos llantos los reconocería en donde fuesen, incluso aún si ella perdiera la memoria. Los instintos maternales que Alex desenvolvía, eran altamente fuertes. Más fuertes inclusive para una madre primeriza, como lo era ella. Si ahora Alex se encontraba con mucha más motivación para encontrarse un lugar fijo dentro del exigente mundo laboral, era por ese bebé, por su pequeño; lucharía por él hasta el cansancio como sus padres lo hicieron por ella. Eso y aún más haría por él.

Azul Insano|Vauseman|[AP#1]/(TERMINADO)✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora