[Guerreros de Marley] Ataque a los titanes

Capítulo 27 -Nieve y arena-

El vapor se mantenía atrapado en el cuarto de baño, cayendo el agua caliente por la ducha mientras esta se deslizaba por los costados de su pequeño y esbelto cuerpo. Las gotas descendientes dibujaban pequeños caminos temporales en su piel, evitando que el agua entrase en contacto con su ya larga melena rubia.

Cerró el grifo de la bañera, pasando afuera de esta mientras posaba sus mojados pies contra la seca toalla en el suelo, cogiendo otra para comenzar a frotarla contra su cuerpo y poder así secarse.

Había dormido más de la cuenta esta vez, aprovechando por supuesto que hoy tan solo tendría que ir al cuartel a comprobar ciertos informes de entrenamiento. Últimamente había bastante trabajo que hacer, por suerte nada que involucrarse su forma titán de nuevo.

Aquello había sido encerrado en el baúl de los recuerdos en su mente. La mayor parte del tiempo se la pasaba entrenando ahora a los jóvenes cadetes, entre quienes destacaba sin duda a la pequeña Gabi, la cual ya había sido preseleccionada junto a tres cadetes más para poder ser el futuro titán acorazado dentro de cuatro años.

Aquello la llenaba de temor, jamás llegó nunca a preguntarle a su compañero guerrero cómo le hacia sentir eso, sin embargo tenía claro que no había una respuesta sincera a esa pregunta.

La rubia entonces se postró frente al espejo ya secada, pasando su mano derecha por el cristal para poder limpiar el vapor que evitaba verse de nuevo a si misma.

Con el pelo más largo que antes, llegando ya cerca de los codos, una estructura corporal un tanto más definida y curvada que antes, y diez centímetros más de altura, la guerrera Historia Lenz estaba, de nuevo, lista para comenzar un nuevo día en Liberio.

Miró entonces a su derecha, viendo apoyado en el lavabo su ropa interior junto a su banda eldiana roja, aquella que le habían entregado tras conseguir derrotar a Reiner en el entrenamiento especial... aunque él jamás llegaría a admitir que la subestimó.

El mencionado guerrero acorazado caminaba por los pasillos de la casa, pasando al lado de la entreabierta puerta del baño, pudiendo ver ligeramente como Historia estaba cambiándose en el baño.

Reiner entonces, en un fugaz respiro angustioso, continuó su camino por los pasillos del segundo piso de la casa, bajando por las escaleras mientras terminaba de abrocharse los botones de su vieja camisa gris.

-Buenos días, madre...- dijo Reiner mientras se acercaba a su madre sonriente, apoyándose contra la encimera de la cocina mientras esta hacia el desayuno.

-Buenos días, hijo mio... ¿has dormido bien?

-Mejor que en varias semanas, sí... últimamente me está costando conciliar el sueño.- dijo Reiner mientras se pasaba la mano por su nuca, viendo como su madre terminaba de hacer las tortitas.

-¿Y cómo es eso?

-No lo sé... tengo todas las noches el mismo sueño... sin embargo nunca consigo recordar cual o cómo es...- dijo Reiner confundido, notando como Karina le daba una pequeña colleja.

-¿Cómo sabes que es el mismo sueño si no lo recuerdas?- dijo Karina riéndose, viendo como su hijo tornaba su rostro pensativo y extrañado.

-Pues la verdad... no lo sé...

-El problema que tienes sé yo cual es... ¡tienes que echarte novia de una vez!

-Mamá... ya te he dicho que no tengo tiempo para eso...- dijo Reiner mientras miraba nervioso al suelo, dirigiendo efímeramente su mirada hacia las escaleras con la esperanza de que Historia no fuera a bajar en ese momento.

-Y estoy muy orgullosa de ti por ver que pones tu deber como guerrero por delante de todo, eso es lo más importante.- dijo Karina convencida, comenzando a servir la mesa mientras Reiner la observaba pensativo. -Sin embargo no te vendría mal una distracción... ya sabes... algo en lo que gastar tu tiempo de ocio. He oído que Bertholdt está conociendo a una chica...