Capítulo 39 -La hora señalada-

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-Prepárate, pronto llegará el convoy con esos traidores...

-Sí... ¿Se sabe algo ya sobre el dirigible?

-Sí, llegará aquí en una hora, cuando la escolta termine de subir ascenderán por encima de las nubes para no ser alcanzados por ningún soldado rezagado.

-¿Y qué hay de la artillería antiaérea de Gattling? Están dispuestas varias baterías sobre todo el cuartel de la capital...

-No te preocupes por eso, Gattling se encarga de ello...

Los dos soldados charlaban entre ellos mientras patrullaban las curiosamente poco concurridas calles de Mitras, estando el comandante Erwin observando de incógnito con un sombrero, gafas y una gabardina marrón.

Su look no era perfecto, pero bastaría por el momento, al menos hasta que descubrieran que su cuerpo no se encontraba entre los cadáveres del atentando de Stohees... y que tampoco había rastro del capitán Levi.

Había escuchado a suficientes soldados hablar entre ellos como para saber que lo de Stohees había sido serio, suficientemente serio como para cambiar por completo el régimen de la isla.

En cierto modo parecía tener similitudes con lo que ellos hicieron al anterior gobierno, con la fundamental diferencia que ellos parecían tener el apoyo de toda la opinión pública, hasta el punto de permitir atentados terroristas.

El comandante de la legión decidió marchar del lugar, caminando unas pocas calles hasta llegar a la trastienda de un bar, bajando hasta su sótano para encontrase con su compañero, el capitán Levi, que se había puesto una camiseta de manga larga que le quedaba un tanto grande, lo suficiente para poder meter sus puños por las mangas.

-Ya esta ablandado... contestará a todas nuestras preguntas.- dijo Levi mientras abría la puerta de un cuarto del sótano, encontrándose el ingeniero armamentistico Edward Gattling atado a una silla, con la nariz rota y todos los dedos en el mismo estado, cerrando Levi la puerta una vez ambos entraron en la habitación.

[Mientras tanto, en medio del muro Sina...]

-¿Cómo nos hemos podido dejar capturar de una manera tan estúpida?- preguntó Connie en voz alta, mirándole Jean y Marco de reojo, mientras que Armin permanecía en silencio pensativo. Mia estaba mirando al suelo del carruaje sin decir nada, mientras que Mikasa y Sasha permanecían juntas, también en silencio.

Los habían metido a todos ellos en un enorme carruaje de prisioneros, mientras que tras ellos en el convoy, los guerreros, aún amordazados, estaban solos y custodiados por dos guardias cada uno.

No tenían forma de huir, abrirían fuego ante el menor signo de rebeldía. Solo quedaba esperar, y tratar de averiguar quien era el responsable, o más bien el cabecilla de esta nueva facción.

Aún podían confiar en que el comandante Erwin estuviera teniendo más éxito que ellos, pues de él y del capitán Levi dependía detener esta nueva amenaza.

[Unos minutos después, en el palacio real de Mitras...]

Historia miraba sorprendida la llegada de un dirigible que venía desde el sur, habiéndose colocado sobre la capital. Sería un dirigible de turismo que había salido antes de que la alarma en Stohees hubiera sido dada... todo lo deducía gracias a que Folch y varios soldados más estaban terminando de preparar su equipo de maniobras para subir hasta el dirigible, que no se encontraba a demasiada altura.

La rubia ya se había puesto su traje de gala militar, con el cual viajaría en unas horas al norte para reunirse con su hijo en la granja de sus abuelos.

[Guerreros de Marley] Ataque a los titanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora