Vendetta. - [TERMINADA]

Capítulo XVI: Escape.

—¿Paul? —interrogó Kaiser y Jasper lo empujó, haciendo que cayera por las escaleras. Kaiser intentó agarrarse de algo, hasta del propio Jasper pero no pudo, la caída fue muy rápida.

Jasper se quedó atónito, mirándolo por un minuto tirado en el suelo, y bajó rápidamente para examinarlo y tomarle el pulso.

Estaba vivo y sólo le sale sangre de la frente por un rasguño algo profundo que se hizo.

No murió ni se va a desangrar, así que subió las escaleras y terminó de desatar a Brayce, pasó uno de los brazos por su hombro y se lo llevó técnicamente arrastrado.

—¿Dejarás... a tu... her...mano a-así? —preguntó Brayce.

—Ha estado en peleas y ha recibido peores golpes, créeme que sobrevivirá —Jasper abrió la puerta de copiloto y lo sentó con cuidado.

Cerró la puerta y le dio la vuelta al auto para subirse.

Jasper se sentía mal por dejar a su hermano pero cree que es lo mejor.

***

Dallas subió las escaleras y se asomó por la puerta de la habitación de Cassandra. Amelia y Britt ya se habían ido y Cassidy había estado en su habitación por un tiempo.

Ella lloraba pidiéndole fuerzas a Aaron y a Alessandro. Había hablado con Cassandra y eso la destruyó.

La rabia había crecido pero ya no tenía a los desgraciados para desquitarse. Con más razón quería el nombre de ella. Desde que supo que estaba embarazada, sabía que la iban a joder y que se doblegaría. Era su punto débil más fuerte y siempre atacarían allí.

Preferiría mil veces que hicieran lo que les diera la gana a ella, con tal de que no le tocaran un pelo a su hija.

Dallas tenía un plato con frutas picadas y se adentró a la habitación. Vio a Cassandra respirar con pequeños espasmos, lloraba, como cada vez que la veía.

Le partía el alma verla de ese modo y no poder cambiarlo. Quería que no recordara lo que vivió.

Cassandra escuchó los pasos y se levantó de su inmediato, subiendo su sábana hasta su cuello, como si eso la protegería de cualquier mal.

—Sólo te traje algo de comer —habló Dallas y sonrió de medio lado. Cassandra lo observó con los ojos cristalizados y lentamente, bajó la sábana.

Dallas se acercó y le tendió el plato, pero Cassandra no lo tomó, por tanto él lo dejó en la cama.

—¿Por qué... por qué estás aquí? —se atrevió a preguntar, cabizbaja. Aún no comía de la fruta.

—Porque puedo y quiero —Cassandra levantó la mirada y los ojos se le nublaron.

—Quiero estar sola, Dallas.

—Una cosa es quererlo, y otra es necesitarlo. Y sé que mientes al decir que quieres estar sola —Dallas señaló el plato con frutas cortadas—. Y no me iré hasta que comas, me enteré que no lo has hecho en todo el día.

—No tengo hambre... —murmuró cabizbaja y Dallas tomó entre sus dedos un cuadrito de piña.

—Tienes que hacerlo, hazlo por mí —Sonrió cual niño pequeño y se comió el trozo de piña.

Cassandra lo observó por un momento, para dejarse guiar por sus instintos y confiar en él. Dallas siempre fue bueno con ella, desde que la conoció. Y si su madre no lo había matado, algo estaba haciendo bien.

A Dallas le brillaron los ojos cuando con el tenedor pinchó un trozo de fresa y se lo llevó a la boca. Amplió su sonrisa, y aunque quiso abrazarla, se contuvo. Quizás ella no estaba lista para algún contacto, dejaría que ella decidiera.