Epílogo; parte dos.

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... ¡Coño, José, deja la ladilla! —Amelia vio el movimiento de la cámara, ya que Gabriel estaba peleando con su primo.

Mámalo, becedo —El niño de seis años, que no puede pronunciar la "r", se fue corriendo bajo la mirada sorprendida de Gabriel. Amelia intentaba no reírse mientras Britt reía a carcajadas.

—Qué muchacho tan grosero, vale. ¡Tía! ¡José dice groserías!

—¿Cómo es la vaina? —La mujer fue tras el niño que gritaba y lloraba, sabía que le iban a dar unas nalgadas.

—Y bueno, sigo con el cuento —Su tía pasó detrás del sofá donde estaba Gabriel, con el niño en brazos pataleando. José al ver a Gabriel, le agarró el cabello y se lo haló.

Gabriel gritó y soltó el celular, cayendo en sus piernas. Aún así las chicas veían como el rubio teñido peleaba con su primo para que le soltara el cabello.

—¡¡JOSÉ MANUEL, SUÉLTALE EL PELO A TU PRIMO, NOJODA!! —Comenzó una gritería de parte de todos los integrantes de la familia que allí estaban.

Amelia no pudo aguantar más y comenzó a reír. La rubia y ella entendía y hablaban varios idiomas, tuvieron que aprenderlos para interactuar con sus clientes en caso de que fueran extranjeros. Lo único bueno que hizo John.

Alguien tomó el celular y se fue corriendo.

—¡CRISTINA! —gritó Gabriel.

La niña apareció en la pantalla con una sonrisa inocente.

—¿Eres mi cuñada? —interrogó la niña escondiéndose en el baño.

—Algo así —respondió Amelia. A penas comenzaban a salir de esa manera pero no era oficial su relación.

—Él es muy bueno, no le hagas daño —La niña se puso seria— o te escoñeto.

—No te preocupes —Sonrió Amelia.

—¡COÑO, CRISTINA, ABRE LA PUERTA! —La niña de diez años se sobresaltó por el grito de su hermano y soltó el celular. La llamada se cortó.

—Ay Dios —habló Britt.

Amelia volvió a llamar a Gabriel pero no cayó la llamada.

—Ahora no sabremos qué pasó con la señora que se subió en el teleférico —Se quejó Amelia.

Gabriel había ido a "El Ávila" y le había tocado subir en el teleférico con una señora que le tenía miedo a las alturas.

—Si murió, es porque le tocaba —comentó Britt.

Sandro vio a Cassandra sentada en la nieve, sola, mirando a la misma caer de sus manos.

—¿Estás... bien? —interrogó Sandro mirándola inseguro. Sabía que no estaba totalmente bien, pero quiere que al menos esté estable.

—Quiero pensar que sí —respondió sin quitarle la mirada a la nieve—. Todo está bien, vuelve relativamente a la normalidad... pero no me siento bien, Sandro. Lamentablemente tengo memoria y no la puedo perder, las pesadillas me lo recuerdan —Levantó la mirada a su primo que la miraba expectante—. ¿Qué harías tú en mi lugar?

Sandro se sentó a su lado, respetando cierta distancia. Ella no se dejaba tocar por nadie, sólo por Dallas y Aaron. Hay una posibilidad de que se deje de Cassidy, ya que ella se había ido sin dejar rastros y no habían tenido una oportunidad para acercarse.

—No lo sé, Cassandra. Y aunque es una locura, lo sobrellevas bien... Yo no podría —Cassandra rió sin ganas.

—¿Qué culpa tenía de la locura de mamá? ¿Por qué yo? —Sandro soltó un suspiro y miró las manos de su prima, que tomaba y dejaba caer nieve.

Vendetta. - [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora