A kiss to a homophobic girl [Lesbian]

23.

Las visitas se hicieron más frecuentes. Para Dian, la casa de Isla era como su hogar.

Ambas a solas, viendo alguna película, cocinando algo que a Isla le apetecía hacer, escuchado cualquier tipo de canción o simplemente recostadas en cama con el silencio reinando. Como Dian ya había sospechado, sus momentos que ahora consideraba más preciados; siempre eran interrumpidos por alguno de los amigos de Isla, entonces decía no querer invadir y terminaba saliendo de la casa.

No sabía qué excusa tomaría entonces, faltaban pocos días para que las vacaciones comenzaran, ella no las ansiaba en absoluto. Uno de los motivos era que no vería a Isla como usualmente lo hacía.

Por la noche, ya casi volviéndose una costumbre, llama a la chica y en segundos está escuchando su voz.

—¿No tienes algo qué hacer?

Le había costado adaptarse a Isla, entender su carácter y sobre todo su humor. Pero se acopla con el tiempo; porque quiere hacerlo.

—Llamarte, claro—Responde, sonriendo en el proceso.

—Me refería a algo importante.

—Yo también.

Isla aclara la garganta sin saber qué responder, no sabía qué decir seriamente, su otro camino es hacer alguna broma para no poner las cosas tensas.

—¿Cómo es tu nivel de cosas importantes?

—Puedo decirte el de personas también.

—¿Es el día de querer sonrojarme?

Dian ríe y niega, deseando tenerla en frente porque podía jurar que Isla sonrojada era algo que quería, necesitaba apreciar.

—No, pero si pasa no me molesta, ¿está pasando?—.

—No te importa. Como sea, ¿Qué harás en vacaciones?

—Nada especial, estar en casa y dormir todo el día.

—Qué buenos planes.

—Lo son.

—¿Y a mí me dejas en el olvido?

—¿Tú no tienes planes?

—No. Mis amigos van a ver a sus padres; me quedo sola, así que supongo que a disfrutar la soledad.

—Bendita sea la soledad.

Isla ríe sin ganas. Era un buen golpe el saber que ella no podía distraerse con su familia. Dian parece notarlo y emite un suspiro antes de comenzar a hablar.

—Pero quizá eso sea después. De repente noto que tu cama es más cómoda que la mía, ¿te molesta tenerme ahí por unas horas?

—Tuya el tiempo que quieras...

Probablemente no sólo hablaba de la cama, y quizá Dian lo notó en sus palabras.