Pergamino 0

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La cafetería se encontraba casi vacía y la lluvia aumentaba en las calles, al fondo del local dos mujeres estaban sentadas y una de ellas la de pelo corto lloraba y sollozaba sin parar.

—¿Por qué Sandra me hizo esto a mí? Ella me dijo que me amaba, ¿Cómo puede una persona jurarte amor eterno y traicionarte en cuanto le des la espalda?.

Natalia lloró aún más fuerte, Martha no sabía que decir ni que hacer, hasta hace tan sólo unas horas su mejor amiga estaba organizando su boda con Sandra, una periodista que trabaja en el mismo equipo de redacción que ella, de hecho fue por Martha que ellas se conocieron, todo iba bien hasta que Nati la encontró en la cama con otra mujer.

— ¿Es que el amor significa tan poco para ella? ¿o yo no fui lo suficientemente buena para recibirlo?.

—No digas eso Nati, tú vales mucho, la que no es suficientemente buena es ella, ella es la que perdió hoy.

Martha abrazó a su amiga mientras ella se tranquilizaba poco a poco, cuando ambas acordaron ya era noche y la cafetería estaba a punto de cerrar.

—Vamos Nati te llevo a tu casa, no estás en condiciones de conducir.

—No, seguramente ahí está Sandra y en este momento no soy capaz de enfrentarla, llévame al Hotel Florencia me quedare ahí esta noche.

Martha le dió un zape a Natalia antes de que ella reaccionará.

—Ni lo pienses, no estás sola Nati no mientras yo siga viva, vamos a mí casa, ni loca te dejo en un lugar extraño.

— Oh Tita...— los ojos de Natalia amenazaban con llorar otra vez.
                       
                             ...

En el estacionamiento ambas chicas subieron al carro de Martha, y el carro de Nati se quedaría hasta el siguiente día (si siquiera salía de la casa).

—Ponte el cinturón Tita— dijo Natalia abrochando el suyo.

—Mierda... Siempre se me olvida, ya iba a arrancar.

Llevaban  veinte minutos de viaje cuando un camión las embistió por el lado izquierdo golpeando al conductor de lleno, el carro se descontroló y rodó varias veces por la calle mojada hasta estamparse contra una pared, Natalia con mucho esfuerzo abrió los ojos y observó a Martha cubierta de sangre y recargada en el volante, esa posición del cuello era simplemente imposible pero su cuerpo frío fue lo que le confirmo que ya se había ido.

—Te quiero Tita—el cuerpo de Natalia se fue dejando de mover poco a poco y hasta ella sintió cuando la vida se le fue de las manos.

Caminando entre mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora