Capítulo 31: El Manual

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Mi plan había funcionado.


Sharon había llegado a las siete treinta jueves y viernes, gracias a ashton; por lo tanto, los minutos se me reducían a la mitad para estar con michael. Algo que aunque no me gustaba mucho hacía menos difícil la resistencia. Sin embargo no dejaba de ser dura. Miré la hora cuando el timbre sonó, sólo dos minutos tarde había llegado Ferni. Apagué el televisor y me encaminé hasta la puerta.


-Lindo departamento-musitó paseando su mirada por todo alrededor-. Aunque el edificio es… un poco melancólico. Sonreí.


-Gracias por venir-le dije.


-Para mi es un honor que me hayas invitado a tu casa… bueno, departamento-rió.


-Gracias, eres la única con la que puedo hablar de esto-fui hasta mi habitación e hice que me siguiera.


-Sabes que siempre podrás contar conmigo, ______-me sonrió, demostrándome confianza.


-Soy un caso perdido-me puse en cuclillas y rebusqué entre los cajones de mi buró, del inferior saqué mi gran tesoro. Un sobre amarillo en tamaño carta y de un grosor considerable que aventé luego sobre la cama, haciéndolo rebotar sólo un par de veces. Le hice una seña a Ferni para que abriera aquel sobre y al instante que comprendió, se acercó y lo tomó entre sus manos.

-Vaya, sí que pesa-bromeó, alzando las delicadas cejas. Deshizo el pequeño hilo rojo y abrió el sobre. Sacó el montón de fotografías que estuvieron apunto de caérsele.


-¡Wow!-dijo, sorprendida cuando notó cuántas fotos eran y sobre todo, de quién eran-. Este tipo podría trabajar de modelo-musitó y aunque aquello era para hacerme reír, no pude hacerlo-. Esto es como un libro-hizo referencia al grosor-, o como una exposición de algún museo.


- O un manual de lo prohibido -musité.

- Eso suena interesante-rió.


El timbre apagó la risa de las dos, eran las seis con quince minutos apenas, ¿quién sería? Ambas nos miramos extrañadas.


-¿Esperas a alguien?-me preguntó Ferni.


-No que yo sepa-negué con la cabeza y luego salí de mi habitación para abrir la puerta. Ferni fue detrás de mí y cuando abrí la armazón de madera me llevé una gran sorpresa al ver a michael allí. Los ojos casi se me salían de las órbitas. 


-¿Clifford?-articulé, claramente sorprendida.


-Ay, yo pensé que ya habíamos dejado las formalidades-bromeó y luego miró por encima de mi hombro a Ferni, quien lo miraba embobada. Se pasó sin que le dijera que lo hiciera y le sonrió a Ferni.


-Hola-le dijo-. Soy michael-le extendió la mano.


-El novio de Sharon-dije, cerrando la puerta de mala gana. ¿Por qué nunca dejaba bien claro quién era?


-Hola-musitó Ferni, tendiéndole la mano también-, Fernanda.


-No, yo soy Michael-dijo éste. Ferni rió.

-No, no, digo que yo soy Fernanda, pero dime Ferni.


-¡Oh! ¡Ferni, claro! He oído hablar tanto de ti-dijo-. Me da mucho gusto conocerte al fin. - Me aclaré la garganta, haciéndome notar.


-Ferni, amm… el manual en mi habitación, amm… podrías guardarlo, ¿por favor?-farfullé, recordando que habíamos dejado las fotografías al descubierto y regadas en la cama.


-Claro-captó rápidamente el hilo de mis palabras y salió disparada a mi habitación. Miré a michael, aunque no quería admitir que estaba encantada de que estuviera allí traté de permanecer seria.


-¿No es muy temprano para que vengas?-traté de sonar lo más normal posible, pero el pánico no se podía ocultar muy bien detrás de mi voz.


-Sí, pero ya que mañana será la fiesta del señor Vittore, quiero saber qué vamos a hacer mañana o a qué hora nos iremos-su mirada gacha bailó fugaz.


-Pero…


-¡Listo!-Ferni me interrumpió, saliendo de mi habitación con su sonrisa brillante en el bello rostro.


En ese momento agradecí al cielo de que ella se encontrara allí; así al menos no me vería tan obvia, no sería tan torpe al hablar con él. Y mi razón mantendría calmado a mi corazón.
Ferni y michael conectaron enseguida, ambos eran muy sociables y la plática entre ellos fluyó de manera rápida, aquello me alegró.


Cuando Sharon llegó junto con ashton sonreí de manera significativa, aunque me doliera en lo más profundo de mi alma ver juntos a michael y a Sharon sabía que aquello me servía para ponerle un freno a mis absurdos sentimientos. Luego de que ashton y Ferni se fueran, me encerré en mi habitación como de costumbre, pero no pasó mucho tiempo cuando oí que llamaban a mi puerta, el murmullo de voces había desparecido del exterior y sólo los golpeteos en la puerta, algo apagados, se oían en aquel silencio sepulcral.
Salté de la cama y abrí la puerta, la cara de Sharon no era la misma, estaba bastante triste, podía notarlo.


-Shar, ¿qué pasa?-pregunté, preocupada.


-Necesito hablar contigo-me dijo y se sentó en mi cama. No sólo su rostro estaba triste, su voz parecía haber dejado la alegría también.

-¿Sobre qué?-inquirí, ahora nerviosa, ¿sospecharía acaso que yo estaba enamorada de su novio? Me quedé de pie, mordiéndome el labio inferior y esperé a que hablara.


-Es michael-musitó. El corazón se me paró por un segundo.


-¿Qué… qué pasa… con michael?-farfullé, torpe.


-Ya no es el mismo de antes-bajó su cabeza y las hebras de cabello se amoldaron a la posición, cayendo finas en dirección al suelo.


-¿Qué quieres decir?-me senté a su lado.


-Casi no está conmigo, ya no me llama todos los días y cuando vengo del trabajo, se va rápidamente. Lo notó distraído cada vez que hablamos, como si su mente estuviera en otro lugar-confesó.


Abrí los ojos de par en par, aquello sí que no lo esperaba. Es decir, desde que conocí a michael como la pareja de Sharon, se veía claro que la quería muchísimo, estaba siempre al pendiente de ella y yo era a veces testigo de sus demostraciones de amor. Pero junto al desconcierto, la culpa comenzó a aflorar.


-Hablé con ashton sobre esto-continuó, ahora mirándome, sus grandes y oscuros ojos no tenían mucha luz.


-¿Con ashton?-casi no podía creerlo.


-Sí, es su hermano, digo, ¿quién podría conocerlo mejor? Pero sólo me dijo que michael es así de raro, que me quería y que dejara de preocuparme.


-Eso es cierto, Shar. Mira, michael y tú son la pareja perfecta-dije, aunque me costara aceptarlo-, michael te quiere, créeme. Eso se nota-pasé mi brazo por su hombro.


-No tanto-resopló.


¿Qué podía decirle? Yo me sentía culpable, no es que tuviera el ego muy grande ni nada de eso, pero sabía a lo mejor el por qué del comportamiento de michael.


-Mira, tranquila, ¿sí?-la animé- Mañana iremos a la fiesta esa de tu jefe, relájate, trata de no pensar en eso. Verás que tarde o temprano, michael volverá a ser el mismo-dije, mientras en mi cabeza ya pensaba en la fecha en la que partiría.


Esa noche, traté de dormir, pero lo cierto es que no pude pegar los párpados durante un par de horas. Sharon ya había comenzado a notar que michael estaba extraño, por supuesto, ella no era para nada tonta y tarde o temprano se daría cuenta de la razón de su comportamiento. Tenía que irme, tenía que irme pronto. Antes de que esto se complicara más, me iría y dejaría que michael y Sharon volvieran a sus vidas antes de que yo llegara a Venecia. Por mi parte, yo intentaría olvidarme de él, seguiría mi vida como había sido antes, llamaría a Sharon todos los días y si acaso, sólo pediría que saludara a michael de parte mía. Huir era lo mejor. Lo mejor hasta ahora.

Manual de lo prohibido [Michael Clifford]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora