Capítulo 30: La canción

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Conforme pasaban los días, la culpa no desaparecía sino que, por el contrario, iba aumentando. Caminé por las calles que ya conocía para llegar hasta el laboratorio de fotografía de los Agnelli, donde se encontraba una de las pocas personas que sabían comprenderme y apoyarme. Aunque esta vez hablar con Ferni no sería tan sencillo ya que Luke me acompañaba. Se ofreció en seguida de que me encontró en el pasillo del edificio y supo que me dirigía para acá. Le miré.


-¿La invitarás a salir?-pregunté.


-¿Crees que diga que sí?-dijo, nervioso.


-Por supuesto que sí-reí.


-¿Crees que le guste?-preguntó.


-Eso… averígualo hoy-dije.


Cuando llegamos Luke se plantó detrás de mí, como un niño totalmente tímido pero los ojos avellana de Ferni chispearon al verle. Me hice a un lado para no obstruir su vista y la sonrisa entre ambos decía más que mil palabras. Me aclaré la garganta, haciéndome notar. Ferni me miró al instante.


-Oh, _____, hola. ¿Nuevas fotos? - Le sonreí, dándolo por hecho.


Les dí la oportunidad a Ferni y a Luke de hablar y esperaba a que Luke realmente la invitara a salir, mientras que yo me encontraba revelando las fotografías. Cuando hube terminado, las puse en una pila y las miré una por una. Eran como veinte fotografías, y la mayoría tenía una cosa en común. El rostro hermoso de Michael. Se me había vuelto como una obsesión retratarle, era como para guardar el recuerdo o al menos tener una prueba de que los momentos a su lado habían sido reales.


Miré la hora en la pantalla de mi móvil, eran las seis con treinta y cinco minutos. Tenía dos opciones a elegir, una era quedarme aquí con Ferni y Luke y así, no alimentar a este sentimiento con la compañía de michael; la otra era apresurar el paso para alcanzar a llegar al departamento y encontrarle, porque ese sentimiento quería ser alimentado. La figura delicada de Ferni entró al pequeño cuarto de revelado y me hizo pegar un brinco.


-¡Luke me invitó a salir!-me dijo, entusiasmada.


-¿en serio? Genial, ¿para cuando?-pregunté.


-Para hoy-sonrió-. En cuando cierre nos iremos.


-Oh-entonces ahora ya no tenía opción que escoger-. Genial.


-¿Hablaremos otro día?-preguntó, lamentándose por no poder hacerlo hoy.


-Seguro. Hay mucho que tienes que saber, pero sirve que así me cuentas tú también-insinué.


-Gracias-la bonita sonrisa de niña se expandió por su rostro.


Recogí mis cosas y guardé las fotografías en un sobre amarillo como el que había utilizado la primera vez; me despedí de Ferni y Luke y salí apresurando el paso para llegar al departamento.
Cuando por fin logré visualizar el edificio, me percaté de la Hybrid negra que se estacionaba delante de él. El corazón me latió pesado. Aun no eran las siete, ¿por qué michael había llegado ya? Mi móvil sonó en el bolsillo de mi chaqueta y con la mano libre lo tomé y contesté a la llamada sin siquiera ver quién era.


-¿Hola?


-______, ¿dónde estás?-la voz del otro lado me dejó el corazón pasmado para luego hacerlo latir tan fuerte, de una manera errática.


-Voy llegando al departamento, ¿por qué? ¿Ya estás allí?-logré articular.


-Sí, date prisa, tengo algo que mostrarte-me dijo y luego colgó.


¿Algo que mostrarme? ¿A mí? Hice que mis pies casi corrieran, aun cuando me faltaran menos de quince metros para llegar a la puerta del edificio. Entonces pude darme cuenta del poder que tenía michael sobre mí. Si me decía ven, yo iba. Me adentré al edificio y subí los escalones alfombrados de dos en dos para llegar más rápido, el ascensor estaba vacío pero las escaleras me parecían un camino más dinámico.

Manual de lo prohibido [Michael Clifford]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora