Capítulo 21: ¿Jugamos a las diez preguntas?

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-Qué grosero es Luke, no se despidió de mí-dijo, pero mantenía aun esa sonrisa.


-Es un poco despistado, no te lo tomes a mal-sonreí. Abrí la puerta y él me siguió.


-Son las seis treinta de la tarde, ¿qué quieres hacer?-me preguntó.


-Estuve caminando casi todo el día por la plaza, no creo que me queden ánimos de hacer algo más-musité, aventándome al sofá y dejando la rosa roja sobre la mesa de centro.


-¿Quieres jugar cartas?-sugirió, sentándose a mi lado.


-No, siempre me ganas-hice mohín y el rió por lo bajo.


-Bueno, que tal… ¿ver una película?


-Ya vi todas las que Sharon tiene, y me da pereza ir hasta el video club a rentar una. Lo siento-musité, negando.


-Está bien, ¿por qué no jugamos a las diez preguntas?-insistió.


-Bueno creo que eso puedo hacerlo sentada aquí-reí y me crucé las piernas sobre el sillón, acomodándome para quedar cara a cara con michael.


-Está bien, comienza tú-me dijo.


-Me dijiste que te gustaba la música. ¿Alguna vez has escrito una canción?


-Sí, tengo algunas letras, pero no son tan buenas-sonrió y bajó la mirada.


-Estoy segura de que son geniales-animé.


-Siguiente pregunta-rió.


-¿Algún día me ensañarás una? - Me miró y rió de nuevo por mi insistencia.


-Está bien, algún día-prometió.


-Bien. Veamos…-pensé- ¿tu punto más cosquilloso?


-Emm… el cuello-dijo, como quien no quiere la cosa.


-¿Qué hay de tu futuro?-pregunté, meramente curiosa. Se encogió de hombros, elegante.


-Pues sólo estoy seguro de una cosa. No seré administrador como ashton- rió-. A lo mejor, quizá, compositor.


-¿Compositor? ¡Dios, eso sería fenomenal!


-Gracias.


¿De qué hablan las canciones que escribes?


-De la vida, de mí, del amor…-se encogió de hombros de nuevo. La fierecilla se removió y me animó a preguntar:


-¿Alguna vez le escribiste alguna a Sharon?-inquirí, temerosa por la respuesta, porque la fierecilla no sólo era terca, también era sensible. Se quedó serio por un segundo, con un semblante duro e inexpresivo. La fierecilla se removió curiosa inquieta e impaciente.


-Me da pena admitirlo-bajó la mirada-. Pero no-musitó.


-¿Por qué no?-mi ceño se frunció pero la fierecilla sonreía alegremente.


-Es que…-elevó una de sus manos hasta su cabeza y la rascó despeinando su corto cabello- lo intenté, de verás, pero las palabras que salían y las frases que se formaban… simplemente no me gustaban. No eran buenas.


-Pero al menos lo intentaste, y ya sabes lo que dicen ‘La intención es lo que cuenta’-le sonreí, aliviada y feliz.


-Supongo-asintió riendo-. Siguiente pregunta.


-Está bien, veamos… ¿Qué pensaste de mí la primera vez que me viste? - Sonrió, dejándome ver todos esos hermosos y perlados dientes.


-Que eras _______, la amiga de Sharon-dijo

Manual de lo prohibido [Michael Clifford]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora