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— Ya deja de caminar, por favor —le pidió Altaír a Torunn.

La hija de Thor se detuvo para mirar a la Brujita que permanecía sentada en el suelo de su habitación con las piernas cruzadas y sin abrir los ojos mientras mantenía el libro de hechizos que le había pertenecido a Rosalie suspendido en el aire con su energía rojiza brillosa.

Había estado así desde hacía quince minutos y aún no tenía nada.

Los nervios de Torunn sólo aumentaban más y más mientras pasaba el tiempo, y sabía que era obvio para todos los presentes allí, pero sin importar eso la rubia siguió caminando de un lado para el otro, al menos hasta que James la detuvo, tomándola de los brazos dulcemente.

— Relájate, la va a encontrar.

— No puedo dejar de pensar en lo que puede estar haciendo.

El hijo del Capitán América y la Viuda Negra no dudo en abrazar a la joven Diosa para reconfortarla, dando una imagen bastante adorable. Henry fue el primero en reír burlonamente, quizás por lo que habían hablado antes de que llegara la rubia a la habitación de James, mientras que Francis sólo rodaba los ojos ya que esos dos habían hecho su pequeña burbuja y los ignoraron de manera olímpica.

— ¿Suele tardar tanto? —le preguntó Azari a Walter en voz baja.

El mayor de los Maximoff tardo un segundo en reaccionar, tanto que Henry le golpeó levemente para que se concentrara. Francis lo notaba extraño, más de lo usual, y no dejaba de mirar a Torunn y James en su momento empalagoso. El peliblanco entrecerró los ojos con sospecha.

— Nunca la había visto utilizar este poder —aseguró el muchacho, centrándose en la situación.

— Sé que no es como sus hechizos comunes —intervino Francis, hablando en susurros para no molestar la concentración de su prima honorífica—, así que no hay riesgo de que nos haga explotar.

-— ¿Podría hacernos explotar? —inquirió Henry, medio fascinado y medio alarmado. Después de que tanto Walter como Francis asintieran, el menor hizo una mueca—. Ojalá que la encuentre rápido para que eso no pase.

— Lo haría más rápido si dejaran de susurrar —reaccionó Altaír, sobresaltando a todos, incluso a Torunn y James quienes ya habían dejado de abrazarse.

Los chicos le sonrieron apenados y se quedaron callados.

Francis no dejaba de pensar que los segundos si se hacían eternos mientras esperaban a que el hechizo de Altaír diera resultado, aunque le preocupaba más la forma en la que iban a salir de la Academia una vez tuvieran la ubicación. Sabía que sería más difícil esa parte porque aún había cámaras de seguridad afuera y agentes de S.H.I.E.L.D que actuaban como guardias, y ni Altaír ni Walter podían teletransportarse ni abrir portales. Pensaba en tomar prestado un Quinjet de la Academia, pero él no era muy bueno conduciendo vehículos voladores, quizás Azari pudiera...

Interrumpiendo los pensamientos de Barton, la puerta de la habitación de Torunn se abrió y una Samantha con vestido violeta y tacones altos entró seguida de un Harold con su usual ropa elegante de marca.

El grupo de héroes y los dos nuevos fruncieron el ceño al mismo tiempo, pero fue Strange quién se adelantó.

— ¿Por qué tantas personas en mi habitación?

Academia de HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora