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— Altaír, nosotros deberíamos estar con Luna. No aquí, haciendo… Eh… ¿Qué estamos haciendo?

Walter Maximoff se volvió hacia su hermana menor observando cómo estaba revisando la lista de habitaciones en la sección de mujeres de la Academia. Leyendo cada nombre con atención.

— Ya te dije, tuve una visión —aseguró la chica, sin dar más explicaciones. Walter rodó los ojos, odiaba las visiones de su hermana—. Creo que tengo que buscar a alguien, pero no sé aún a quién. 

— ¿Y piensas que la lista de habitaciones en la sección de chicas te va a ayudar? —Ella asintió, pero el muchacho notó lo obvio— ¿Y cómo sabes que no es un chico al que estás buscando?

Vio como el rostro angelical de su hermanita se contraía en una mueca de desagrado.

«Diablos, no lo pensé» El pensamiento de la chica resonó en la cabeza del mayor y reprimió el impulso de golpearse la frente. Siempre era lo mismo con ella.

Altaír sacudió la cabeza y siguió en lo suyo, mientras Walter sentía un escalofrío y miraba a su alrededor con sospecha por enésima vez.

La intercepción de los pasillos estaba desolada, no había nadie más allí que ellos dos, puesto que los que no estaban en la fiesta se habían encerrado en sus habitaciones, como tenía que ser. 

Él estaría feliz de estar durmiendo en su habitación, pero la preocupación por su prima Luna no lo había dejado tranquilo, por eso había intentado hacerla entrar en razón mientras ella se preparaba para irse a la fiesta de Stark. Él no había conseguido nada, y Luna se había ido igual como si no hubiera estado media hora intentando convencerla de no ir. 

Segundos después de que la velocista se fuera, Altaír reaccionó de repente saliendo de la habitación sin decirle nada más que la siguiera. Y ahora estaban allí buscando a alguien que ni ella misma sabía quién era. Walter quería gritar, no sólo porque estaba harto de las visiones de su hermana, que siempre estaban incompletas, sino porque sentía esa sensación extraña de que alguien —O algo— los estaba vigilando.  

— Como te dije, deberíamos estar evitando que Luna haga una estupidez —volvió a comentar el muchacho, y Altaír gruño en respuesta.

— Seguro convenció a Francis, y ahora están los dos juntos. 

— Eso no me alivia. 

La muchacha puso los ojos en blanco.

— Cállate ya, necesito concentrarme. 

Vio como cerraba los ojos y una energía rojiza se acumulaba en la mano que tenía extendida a unos centímetros de la lista pegada en la pared. Walter se alejó lo más que pudo. Cuando su hermana hacía hechizos las cosas no terminaban bien. En el mejor de los casos, encontraba el nombre y se irían; en el peor, destruiría la pared completa.

«Siempre es lo mismo, si ellos tienen citas no pasa nada. Pero si nosotras tenemos citas se acaba el mundo» Walter se alarmó ante el pensamiento de Altaír.

— Alto —pidió el muchacho, sin ponerse a pensar en que quizás era mala idea interrumpirla cuando estaba usando sus poderes—. ¿Cómo que una cita?

Cuando la peliverde teñida se volvió hacia él por su pregunta, un rayo de energía salió disparado desde su mano a la pared, haciendo que ambos se alejaran y se abrazaran por el sobresalto. 

Academia de HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora