El Santuario de Nueva York había sido una especie de segundo hogar para Samantha Strange, si bien ella nunca había aceptado ser una hechicera propiamente dicha como su padre, le dolía ver el vestíbulo del edificio mágico completamente destrozado, con arañazos en paredes y suelo, con muebles partidos a la mitad, jarrones hechos pedazos, cortinas y alfombras descuartizadas. Hasta el Caldero del Cosmos estaba hecho trizas al pie de las escaleras llenas de huellas de criaturas.
— Esto no es lo que esperaba —susurró Altaír, con cierto temblor en la voz.
La misma sensación de pesadez que había quedado en el aire de Central Park inundaba el lugar justo en ese momento. Terror en su estado más puro.
Samantha no podía más, se lanzó corriendo escaleras arriba sin prestar atención a sus acompañantes.
— ¡Papá! ¡Tío Wong!
— Eh —exclamó Azari, nervioso—. No creo que sea buena idea ponerte a gritar aquí.
Los demás la siguieron, por supuesto, ninguno sabía que podía ocurrir allí, además algunos de sus padres ya habían estado en ese lugar y no eran muy agradables sus historias.
— Y pensar que Padre y el tío Thor estuvieron aquí —comentó Rosalie, pero Torunn le dijo que no era el momento.
Fue lo último que escuchó Samantha del grupo, puesto que ya se había adelantado lo suficiente como para que sus pasos, sus gritos y el latido de su corazón ahogaran todo a su alrededor, al menos fue así hasta que Harold la hizo detenerse.
— Samantha, si esas criaturas hicieron esto, y aún están aquí, tú sola no podrás con ellas.
— No intentes detenerme con esas tonterías de que soy débil o cualquier cliché estúpido que pueda pasarte por la cabeza. Ayudare a papá, cueste lo que me cueste.
— Yo jamás dije que te detendría. —El chico la soltó entonces, pero Samantha esperaba a que se explicara—. Dije que no deberías irte sola, para esto vinimos contigo… O al menos… Para eso vine yo.
Samantha se mordió el labio inferior inconscientemente, aquello había sido muy dulce.
Estaba a punto de decírselo cuando un ruido alerto a ambos. No eran los demás que se habían quedado rezagados, era un fuerte golpe proveniente de una puerta al final de ese mismo corredor y Samantha fue a ver, con un arma conjurada con magia en la mano y Harold detrás de ella, con el repulsor del guante preparado, pero cuando abrió la puerta algo paso volando al lado de ellos y se detuvo a unos metros.
Samantha saltó de alegría al verla.
— ¡Capita!
— La cortina se mueve sola.
La capa de levitación rojiza se intentó lanzar sobre el muchacho por su comentario, pero Samantha fue más rápida y se interpuso, recibiendo no un ataque, sino una especie de abrazo por parte de la prenda. Estaba feliz de volver a verla, pero el temor no se iba del todo.
— ¿Capita, dónde está papá?
La capa se alejó de ella, y empezó a contorsionarse como si estuviera haciendo mímica. Samantha asentía repetidas veces, al menos hasta que Harold silbó en admiración.
— ¿Le entiendes?
— Realmente no —admitió la chica.
La capa dejo de moverse para hacer ademán como si se golpeara la frente. Samantha intentó disculparse, pero la prenda mágica ya había volado al interior del Santuario, así que ambos jóvenes decidieron seguirla.
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Academia de Héroes
FanfictionTras haber salvado al mundo y mantenido el planeta a salvo, los Vengadores han podido formar sus familias, pero aunque las amenazas del mal hayan disminuido, no deja tranquilos a los héroes pues sus hijos siguen creciendo y adquiriendo poderes que p...