Revela tus secretos

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Quien entrara a la habitación número doce luego de las escaleras hasta los cuartos de los hombres en la Torre Gryffindor, no acreditaría lo que sus ojos ven. Es más, los alumnos que por allí pasaban estaban asombrados de saber que, durante un sábado por la tarde, en el cuarto que rezaba en su puerta: "Remus Lupin, Peter Pettigrew, Sirius Black, James Potter", se encontrara en absoluto silencio. Al no verlos por el castillo ni por los jardines, todos pensaban que los merodeadores todavía se encontraban dormidos. Pero no.

Aquellos ocho ojos estaban despiertos desde la salida del sol, y el dormitorio: repleto de pergaminos sobre una gran mesa de madera.

Tambien había lápices (sobre y debajo de las camas), y las tapas amarillas de un viejo y muy usado anotador dentro del tacho de basura. Las hojas de este último, se encontraban pegadas con cita a la puerta y paredes, inspeccionadas por Peter y Remus que dictaban los lugares anotados en ellas a Sirius; Canuto dibujaba paciente y dedicadamente, cada uno de los detalles que le recordaban sus amigos. De vez en cuando abollaba alguna hoja de papel, para intentar encestarla en el tacho de residuos (rodeado de más y más pergaminos, y puntas de lápices).

James Potter estaba acostado boca abajo sobre el frío piso, escribiendo sobre un cuaderno, mientras murmuraba cosas o maldecía indescifrablemente.

-Ya calla Cornamenta. Lo que menos importa ahora es el nombre y las palabras para revelar, ¿No crees que primero deberíamos de terminarlo?

-¡Vamos Canuto! Esa parte es aburridísima.

-Pues, ¿qué te parece si el mapa se accionara cada vez que besemos a Evans? Créeme que me gustaría ver ese mapa seguido.

James se levantó de un salto con su rostro rojo de furia y corrió tras Sirius. Revolvieron aún más los pergaminos y tumbaron la mesa de Remus.

-¡PAREN YA, PAR DE NENAS! Estoy cansado de que se peleen continuamente. ¡Sirius deja de incitarlo! –Lo reto Lunático con voz cansina, tratando de reprimir una risa de los gestos de Canuto fingiendo que besaba. Por desgracia, James lo noto.

-ESTOY CANSADO DE ESTAR ENCERRADO AQUÍ CON USTEDES –Grito, para luego cerrar escandalosamente la puerta tras su paso.

Cruzaba la puerta del castillo en dirección a los jardines cuando escucho a alguien llorando. Dio media vuelta y se encontró a Mary MacDonald con la cabeza entre las rodillas, sobre un banco a unos diez metros.

Era una chica delgada como un papel, a simple vista parecía débil e indefensa. Llevaba, como siempre, su pelo castaño, con mechas violetas y corto. Sus ojos eran azules, y la verdad es que era muy bonita. Era la atención de muchos.

La chica dormía en la misma habitación que Lily y sus amigas, pero nunca estaba con ellas; su grupo eran unas chicas de Ravenclaw, admiradoras de James. Aunque Mary era la excepción. Nunca pensaba como sus amigas en que el azabache fuera tan atractivo.

James Potter y el mapa del merodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora