Los herederos

3K 175 50
                                    

Últimamente se podía encontrar a muchas de las alumnas de séptimo año llorando por los rincones de Hogwarts. La idea de que en menos de un mes se graduarían de la escuela las atormentaba. Pero, por otro lado estaban las buenas noticias, como que los exámenes ya estaban llegando a su fin.

El jueves por la tarde, los merodeadores se retiraban del Gran Comedor después de haber rendido los EXTASIS de Transformaciones. Remus repasaba un gran y gordo libro, tratando de recordar si había contestado adecuadamente a las preguntas que le habían dado. Sirius, por su parte, se apoyó contra una pared en pose de galante rebelde y guiñaba el ojo a las alumnas de quinto que soltaban risitas histéricas.

-Deja de hacer eso o te saldrá un tic, Canuto.-Lo avergonzó James mientras Dumbledore caminaba con paso despreocupado hacia ellos.

-Señor Black, Lupin –saludo el director con una inclinación de cabeza-. A usted estaba buscando señor Potter, quería dejarle las mejores felicitaciones por el excelente desempeño que ha desarrollado a lo largo de este año, tanto en lo académico como en lo deportivo. Nunca había considerado un premio tan justo –Le dedico a James una amable y gran sonrisa, que el chico no pudo devolver por la gran estupefacción en la que permanecía. Si había algo que Cornamenta tenía bien claro es que Dumbledore podía ser el mago más grandioso de todos los tiempos, pero muchas veces era difícil no saber si tantos caramelos de limón le habían comido las neuronas: podía ser un completo lunático cuando lo desease.

-Perdone profesor, pero no entiendo a qué se refiere.

-Oh, creo que debería ir a verlo usted mismo… Tercer piso, conectada a la galería de armaduras, James. –Y sin dar más explicaciones, el director se marchó a paso despreocupado en dirección al Gran Comedor.

Los merodeadores se miraron unos segundos en silencio, hasta que Sirius se decidió por sacar un viejo pergamino que tenía doblado en el bolsillo del pantalón.

-Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Doblaron y examinaron las partes del mapa hasta que encontraron el tercer piso, y la conexión con la galería de armaduras: La sala de trofeos.

-Ese viejo esta chiflado. –Comento Sirius mientras volvía a ocultar el mapa con las palabras “Travesura realizada”. - ¿Qué es lo que quiere que veas?

-Al parecer te han dado un nombramiento o un premio Cornamenta, por eso ha hablado de tu desarrollo a lo largo del año. –Opino Remus. James asintió.- ¿Quieres que te acompañemos?

-Oh… no, no. Iré más tarde, prometí a Lily que la iría a buscar luego que se desocupara de su visita a Slughorn.

-Claro y siempre te olvidas de tus amigos. –Fingió Sirius que lloriqueaba.

-¡Vamos Canuto! Si no te olvidas, dije que después de la cita prepararíamos una broma épica. ¿No quieres planearla aun?

Sirius sonrió con malicia y asintió lentamente, mientras frotaba sus manos entre sí con una pizca de cinismo. James le devolvió una sonrisa satisfecha a medida que doblaba por la esquina del corredor en busca de Lily.

La pelirroja de ojos verdes saludo a su profesor por séptima vez en los últimos diez minutos. Siempre que se despedía, Slughorn la volvía a abrazar y a hablarle de lo mucho que le había gustado el regalo y de cuan agradecido estaba. Pero por suerte, en esta ocasión llego James, por lo que el profesor se decidió a darle, definitivamente, la última muestra de admiración, para dejar a los dos enamorados solos.

-No me gusta que estés tanto con Slughorn –gruño Cornamenta.

-Potter, no estoy nunca con él. Solo en las clases y este único día en que le he hecho un regalo.

James Potter y el mapa del merodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora