¡Severus don quejicus, Severus don quejicus!

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<¡Maldito hombre lobo!> Fue lo primero que pensó James después de que lo despertaran de su pequeña siesta en el tren. Sirius le había avisado que dentro de treinta minutos llegarían a Hogwarts. Inconscientemente, aún algo dormido, había tomado sus maletas para ir al baño a cambiarse y ponerse su túnica. No había pensado en nada en el camino, hasta que lavo su cara y se acordó de su discusión con Remus.

Seguro que cuando volviera con sus amigos se reirían en su cara. Había sido demasiado tonto. El típico James Potter no se hubiera molestado en discutir, hubiera expresado su amor sarcásticamente. James Potter no se enojaba así. Pero que Lupin le haya preguntado sobre ella, hizo que su confusión aumentara en cantidad. ¿Realmente le gustaba Lily? No, claro que no, Evans era terca y reservada. Solo le gustaba molestarla, porque . Se repitió una y otra vez frente al espejo antes de volver a salir del pasillo.

Cuando abrió la puerta con la maleta en su mano choco con alguien y cayó al suelo. Lily lo miraba divertida con su maleta en brazos. En el pasillo estaban solo ellos dos.

-Que atractivo eres en el suelo Potter- Exclamo ella sin poder evitar que una pequeña risa saliera de su boca y le extendió la mano para que la tomara y se levantara. La pelirroja ya se había acostumbrado tanto a que James la molestara con cumplidos, que ella también había aprendido a hacerlo. Pero él nunca se avergonzaba… Excepto ese día.

El azabache tomo desconfiado la mano de Lily y sin poder evitarlo se quedó observando sus ojos verdes. Cuando reacciono, le quito la maleta de las manos y corrió. Así, sin más. Sin contestarle.

Lily se quedó estupefacta mirando como el corría por el pasillo.

Los diez minutos restantes los llevo en silencio. ¿Cómo podía ser tan estúpido? ¿Cómo no iba a contestarle a Lily? Pero… ella tenía la culpa, ella se había aparecido allí con sus esplendorosas pupilas verdes y lo había confundido aún mas ¿Se estaba enamorando de ella?

Pero para su suerte, al parecer Lupin no había abierto la boca. Luego de haber vuelto corriendo hasta el compartimiento, Sirius lo había atacado a preguntas.

-¿Estuviste corriendo? ¿Por qué estás tan agitado? Dime que no molestaste a Quejicus sin mi… ¿James puedes decirme, por favor, porque mierda estas tan silencioso? –Pero él no contestaba, solo miraba por la ventana tratando de tener la mente en blanco, no quería volver a acordarse de Lily.

A todas las preguntas, Remus se encontraba tan silencioso como él. Pero James sabía que lo había intuido que, de alguna manera, sabía que el chico de cicatrices había descubierto, antes que él, que James sentía algo más por Lily.

Llegaron al castillo y Dumbledore dio su discurso de todos los años. Apareció la comida de los elfos, y llenaron su plato de tartas de calabazas, pollo de salsa naranja y hasta espaguetis. Lo único interesante de la cena fue que pudo olvidarse completamente de Lily cuando preparo su canción para  Quejicus.

¿Quién es aquel

Que de pelo rosa ves?

Hombre no es,

Persona no es

¡Severus don Quejicus,

Severus don Quejicus!

No lleva nariz,

Pero si un gran pico

Al que su abuela Beatriz

Le regalo un moquito

¡Severus don Quejicus,

Severus don Quejicus!

Pinky corre rápido,

Porque la peluca se cae,

Que no quede al descubierto

La grasa de tu pelo

¡Severus don Quejicus,

Severus don Quejicus!

Los alumnos golpeaban en las mesas y los cubiertos, las copas y vasos. Todo el Gran Comedor cantaba la canción en honor a Snape, <porque se merece fama, y alguien que lo ayude a ver más allá de su nariz> había dicho Sirius.

-¿Qué crees que le haya pasado? ¿Se lo ha hecho alguien o por fin pudo ver que su pelo iba a ser tan feo como el de cualquier forma?- Gritó James por arriba de la canción que ya era un hit entre las águilas, los leones y los tejones. Se dirigían hasta la sala común de Gryffindor  

-O tal vez su madre se lo ha confundido con una posible vecina- rio Sirius.

-PARA ESTO POTTER- Exclamó Lily enfadada por la canción a su mejor amigo.

-Lo siento preciosa, esto está fuera de mis manos- replico inocente James, quien había llegado a la conclusión que su corto amor en el tren fue solo una "atracción temporaria".

- Eres un idiota Potter, ¿Cuándo cambiaras?

- El día que tu aceptes salir conmigo- El azabache le dedico una sonrisa sarcástica que supo ocultar su impulso. Le había propuesto salir inconscientemente ¿Era eso posible?

- Casi me lo creo James, ¿Te ilusionaste Lily?-exclamo irónico Sirius, para luego entrar por el retrato de la Dama Gorda. Los cantos habían cesado.

- Si, y casi caigo de espaldas porque el gran James Potter me invito a salir- dijo burlona imitando un festejo ganador agitando sus brazos en el aire.

El chico de lentes rodo los ojos dándose por vencido y subió las escaleras a su habitación.

James Potter y el mapa del merodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora