Solo es el principio

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Sé que es algo corto, pero no tuve mucho tiempo y, en parte, me gusto como quedaba así solo.

A partir de ahora, empezara todo el tema de los Mortífagos y los aurores, el capítulo que viene tratara de ser más largo.

El final está muy cerca, calculo que para terminar quedaran entre quince capítulos (largos, no teman).

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Observo como la lágrima pendía de la punta de su nariz. Una de las gotas de agua dulce cayó al piso, mojando la arena, mientras que las otras desprendían calidez en su mejilla. James la tomo del mentón, obligándole a que mirara sus ojos avellanas. Le tendió el recorte.

Esto no hubiera pasado si ella hubiera estado ahí con ellos. Ellos habían muerto por su culpa… ¡Solo por su culpa! Ella era a una de las excelentísimas auroras que buscaban. Era obvio que nada había sido un accidente. Los únicos periódicos que contaban la verdad eran los mágicos, porque la única explicación que habían dado los periódicos muggles era que solo había sido un paro al corazón. Una mentira, que no hacia honor al verdadero destino.

¡Por favor! ¡¿Cómo puede ser que dos personas, en excelente estado de salud, como lo estaban los padres de Lily mueran de un día para el otro de un paro cardiaco?! ¡Tampoco tenían una avanzada edad! Por sobre todo, ¿Quién explica que hayan muerto al mismo segundo, en el mismo lugar y tomados de la mano?

Pero en parte era obvio, los muggles no podrían saberlo de otra forma. Todo para ellos había sido inexplicable y misterioso. Pero para los magos no. Un mago es capaz de darse cuenta a simple vista de cómo murieron: por medio de una maldición asesina.

Y quienes eran los culpables tampoco era muy difícil de explicar. La hija de ambas víctimas era una excelente aurora, reclamada por muchos Mortífagos. Los culpables no habían sido nada más ni nada menos que los seguidores del señor tenebroso. No se podría tener los nombres exactos, pero tampoco era de mucha importancia, dado que no podías llegar a la casa de un Mortífago y con solo mostrar una placa llevarlo a Azkaban.

No, no era nada de policías muggles correteando a unos perdedores ladrones.

Eran tiempos oscuros. Tan oscuros, que en los diarios mágicos solo aparecía el nombre de los señores Evans, en chiquito, ocupando diferentes lugares de una larga e interminable lista. Los enumerados eran magos y todos aquellos muggles que entre estos días habían tenido “un inexplicable paro al corazón”, “una extraña desaparición” o habían fallecido en aquel puente que, misteriosamente, se derrumbó, o en aquel edificio en calle Serpentine Avenue, que se incendió instantáneamente por una supuesta fuga de gas.

Era claro que todo aquello no había pasado, todo era obra de los temidos Mortífagos.

Y los padres de Lily habían sido las últimas víctimas.

-Oye Lils, no te culpes. Esto les podría haber pasado en cualquier momento, no es por lo que tú seas.

James Potter y el mapa del merodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora