Sangre Sucia

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Abrió sus ojos miel, adormecido y noto que una figura borrosa hablaba. Tomos sus lentes con su mano derecha de la mesita de luz de la enfermería y saludo a Madame Pomfrey, que parecía molesta y maldecía por lo bajo.

-Hagrid te trajo hace unas horas. Al parecer, cuando caíste, no solo te quebraste el brazo. Tambien golpeaste levemente tu cabeza con uno de los escalones.

James recordó todo y no pudo evitar sonreír cínicamente. Trato de incorporarse pero sintió un tirón en su brazo, lo que le provoco una mueca de dolor.

-Ya muchacho, deja que cure eso. -Y con único movimiento de varita el brazo de Cornamenta ya se movía como marioneta.

-Gracias.

-De nada, Potter. Por cierto, McGonagall estaba buscándote.

Se levantó refunfuñando de la camilla y con paso cansino camino hasta el despacho de la jefa casa de Gryffindor.

Cuando entro se encontró a Minerva detrás de su escritorio y a Lily y Snape que lo miraban con una mueca de asco sentados frente a la profesora. James les sonrió burlón, empujo la silla en medio de los jóvenes hacia atrás para sentarse y apoyar sus pies sobre la mesa.

-Potter no venga con su actitud rebelde...

-Y patética -Interrumpió Severus.

- Siéntese como corresponde y cuénteme lo que paso en los campos de Quidditch. -Continúo hablando McGonagall después de dirigir una mirada de desagrado a Snape, indicándole que callase.

-Claro que sí, pero el problema fue entre Quejicus y yo, si mal no recuerdo... ¿Porque tiene que estar Evans aquí? -Replico el azabache sin borrar la sonrosa de su cara. Sabía que eso exasperaba a la pelirroja y su amigo.

-Tiene razón... Lilianne le pido por favor que se retire, después me dirá lo que tenía que decirme.

-No profesora, pues yo quería explicárselo frente a Potter -Hablo Lily con respeto.

-No podrá ser ahora, todo lo que quiera decir de él, dígaselo usted por favor. No me usen de juez en sus discusiones. Retírese.

La pelirroja abrió la boca para replicar, pero se retractó y opto por volver a la Sala Común de Gryffindor.

Cuando la puerta se cerró, McGonagall volvió a pedirle a James que relatara lo ocurrido.

-Pues... yo había tomado mi escoba para ir a la cancha de Quidditch, pero cuando llegue estaba ocupado por Slytherin -Empezó a explicar con un cierto tono de sarcasmo. Las comisuras de su boca le habían empezado a doler de tanto sonreír-Entonces, vislumbre a lo lejos una gran mancha negra grasosa. Vera profesora, al principio creí que era un animal porque tenía un gran pico, pero no... ¡Al parecer eso era una nariz! Asombroso, ¿no lo cree?

-Suficiente Potter - interrumpió McGonagall escandalizada. Sabía que James Potter era arrogante, con un cierto desdén por las reglas, y que tenía una profunda enemistad con Severus Snape. Pero nunca había sido un chico irrespetuoso, al menos con ella, con quien siempre se mostraba simpático- Snape, puede retirarse, ya le he hablado sobre su castigo. 20 puntos menos para Slytherin - al ver que el chico de nariz ganchuda abría la boca para protestar, se le anticipo - y no me importa que haya sido en acto de defensa.

Los dos chicos se levantaron resignados.

- Tu no Potter. Tengo que hablar contigo todavía.

Severus lo miro suspicaz, riendo con autosuficiencia y volvió a las mazmorras.

El azabache ya no sonreía más. Tenía un rostro imparcial, que no demostraba ni una mueca de enfado ni felicidad como hace unos segundos. Era indescifrable.-¿Se puede saber a qué se deben tus cambios de humor tan repentinos y extremadamente opuestos?

James Potter y el mapa del merodeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora