Tuvieron que correr grandes distancias en zigzag para confundir a los trols, que se mareaban y caían derrotados.
-Esta es la mejor manera de salir airoso de una persecución de trols- le decía Agis a la princesa sonriéndole con euforia. Helen había demostrado tener los pies ligeros. Quitando sus zapatillas, hollaba el lugar con delicadeza, amenizando todo aquello que sus piecitos tocaban.
Al rato los habían perdido, y ambos estaban jadeantes recuperando sus fuerzas. Helen se tumbó en las raíces de un árbol y Agis se recostó de su corteza. Godofredo salió de uno de los bolsillos del tabardo del hombre muy asustado
-Oh no puede ser... nos hemos salvado... vaya que saben correr...-
-Tranquilo pequeño amiguito- contestó el cazarrecompensas. -No soy egotista, ni ando con baladronadas, sé cuándo debo luchar y cuando correr- el hombre echó una carcajada pícara.
- ¿Quién era ese hombre de la capucha? -preguntó Helen con el ceño fruncido.
-En todos mis días en el castillo no lo vi jamás. Inspira un frío espeluznante que se apoderó de mí- confesó el ratoncito parado sobre sus paticas rosadas.
- ¿Quién es ese hombre? - volvió a preguntar Helen, esta vez viendo directo a Agis.
- Nadie sabe si realmente es un hombre, tampoco puedo decirte con certeza que sea un espectro. Lo único que sé es que es muy poderoso -
- Tal vez sea el lacayo más poderoso de Zamira
- ¿Lacayo? -preguntó el cazarrecompensas, dándole a entender que se equivocaba.
Helen no medió más palabras sobre el asunto, durmió dentro de un árbol mágico en la noche, inocente de lo que ocurriría al día siguiente.
El árbol le entonó una canción para que durmiera plácidamente
El sueño de una doncella
despierta el dulce manjar
de las mieles
que supuran las abejas.
Las flores se confunden
desacomodando sus pétalos
bailando al son de sus sueños.
Las parvas manitas
suspiran bellezas
y la ataraxia pérdida
se asoma.
Agis siempre despertaba temprano a buscar algo que se pudiera ingerir, pero esta vez tardaba más de lo normal. Godofredo estaba preocupado, trajinando
-Y si le pasó algo; y si nos engañó; qué pasa si todo era una trampa y nos va a entregar a las brujas... Ha tardado mucho, no podemos arriesgarnos Helen, debemos irnos, debemos irnos-
La princesa lo dudó al principio, pero no era descabellado pensar que Agis era un taimado, un bergante. La chica no dudó en irse del sitio, ya vería cómo escapar del Bosque Oscuro por sí misma. Si algo era cierto es que no podía confiar en nadie.
Pasaron varias horas, sin el más mínimo rastro de la presencia de Agis, ni de los trols ni de los espectros. Todo estaba calmado entre las penumbras que se disipaban cuando Helen pasaba por ellas. Podía verse la luz del sol cayendo desde lo alto e iluminando sus pasos. Las hojas sombrías se tornaban rollizas y prósperas ante el gesto de extrañeza de la damita.
-Es eso, claro, cómo no lo pensé. El sol nos guía, el sol nos sacará de este bosque. Fíjate bien Godofredo, mira cómo la luz alumbra hasta varios metros más allá desde donde mis ojos alcanzan a ver, y si me muevo hacia un lado, ella continúa hacia la misma dirección, pero desde mis pies-.
ESTÁS LEYENDO
Helen Vimy y el Bosque Oscuro
FantasyHelen Vimy y el Bosque Oscuro narra la historia de la princesa Helen que se enamora del dulce hijo de un senador, llamado Tobías. Helen es raptada por una malévola hada mágica, que intentará lanzar un maleficio con la intención de liberar un poder i...