capítulo 3: Nueva Vida.

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Elsa

Finalmente toque la puerta de la casa, sigo un poco nerviosa por la reacción que valla a tener mi tía al verme después de tantos años.

Todavía no puedo creer que estoy aquí..

Posiblemente, en estos momentos mi madre debe estar anciosa de tener a su otra hija para poder consentirla en todo lo que le pida. Me da pena mi padre, tendrá que gastar más dinero que lo normal.

– ¡Cariño! No puedo creerlo, – me abraza feliz de verme. – cómo has crecido. Estás más bonita..

Al escuchar eso sentí un calor en mis mejillas, apuesto a que me sonroje. ¿Y por qué no? Es la primera vez en años que alguien me dice algo lindo.

– Yo también estoy feliz de verte, Tía. – sonrío.

Mi tía me ayudó a meter mi equipaje y luego me enseñó mi habitación, ahora estamos tomando un té. Es hermosa su casa, no es tan exageramente lujosa como la casa de mis padres, pero es grande y tiene una linda decoración que me atrae. El aroma a rosas me trae recuerdos, borrosos pero lindos de este lugar.

– ¿Cómo vas en el trabajo? – agarro una tostada.

– Bien, estas dos semanas me contrataron para hacer un vestido de novia, la muchacha me dijo que quería.. Algo "distinto" a lo normal. – rodea los ojos.

– A lo mejor no quiere algo tan tradicional. Supongo que cualquiera quiere que el día de su boda sea inolvidable y espectacular. – pruebo mi té.

– Debe ser eso. –sonríe imaginando. – Esa sensación de entrar al altar y que todos se te queden viendo cómo sí fueras la reina del lugar. Es simplemente maravilloso.

– ¿Así te sentiste tú cuando te casaste?

– Sí. – sonríe – Con tu madre siempre jugabamos de niñas a casarnos, a veces ella hacía del novio, otras veces era yo. Pero siempre era divertido imaginar ese día. – se ríe. – Aunque éramos niñas.

Una sonrisa triste se formó en mi rostro.

– Se ve que tú y mi madre fueron muy unidas de niñas.. – vuelvo a probar mi té.

– Sí, cómo tú y Elizabeth.

– Ojalá fuese así.. Pero no.

– ¿Por qué no?

– Digamos que.. Ni ella ni yo nos entendemos. Somos como el agua y el aceite. Siempre peleamos y nunca logramos estar de acuerdo en algo. – digo dándole lentamente movimientos circulares a mi taza de té.

– Eso pasa en todas las relaciones de hermanas, primas o amigas. Siempre van a pelear. – intenta animarme.

No quiero parecer triste delante de mi tía, no quiero mostrarle mis problemas. Yo sé cómo es Elizabeth y no me molesta que los demás piensen que es un angelito del cielo, cada quién puede pensar lo que quiera.

Sonreí asintiendo con la cabeza dándole la razón y luego baje la mirada. Ella sólo se quedó analizándome para ver si estaba, o no, bien.

– Mañana será tu primer día en la preparatoria. – esa noticia no es precisamente la gloria para mí. Lo había olvidado. – Debes estar anciosa por eso, ¿verdad?

– Cierto.. – yo resoplo y sonrío, – Mañana es el gran día. – mi intento de sonar sincera no es nada bueno.

~•~

Comencé a correr, sin hacer ruido, por los pasillos de la casa hasta lograr ocultarme en uno de los armarios de esas habitaciones.

Cerré un poco la puerta del armario, pero de todos modos no podía ver absolutamente nada. La luz se cortó, ahora sólo la luz de la luna alumbra desde la ventana.

Mi respiración estaba agitada, tan agitada que podía escuchar a mi corazón latir con velocidad. Necesitaba calmarme, pero el miedo me estaba matando. De pronto, un ruido fuerte y violento se escuchó.

Era aquel hombre alto y con la mitad de la cara cubierta. Él entró y siguió buscándome por todos lados. Unas lágrimas salieron de mis ojos al darme cuenta de que poco a poco se iba acercando a mi escondite.

La puerta del armario se abrió.

Intenté salir corriendo de ahí, pero me agarró tan fuerte de los brazos que no pude hacer nada. Grité pidiéndole ayuda a alguien y nadie respondió.

Él me tiró en la cama de un empujón y comenzó a acercarse lentamente.

Desperté.

– ¡A-Ayuda! – Grité, todavía estaba con los ojos cerrados y temblando.

Abrí los ojos y me senté de un salto en la cama, tenía los ojos humedos, las pestañas mojadas como si hubiera llorado. Mis manos y mis piernas temblaban del miedo.

Miré mi mano y sí, ahí estaba, ahí estaba aquella maldita cicatriz que quedó marcada desde aquel dia.

– ¿¡Qué pasó, cariño!? – mi tía entra a la habitación super preocupada.

– Yo.. Tuve.. – Intenté hablar, aún seguía muy nerviosa y petrificada como para poder hacerlo.

Mi tía pareció entenderlo todo sin que yo le diga nada. Ella ya sabía de mi situación, desde hace años.

Rápidamente se sentó a mi lado y me abrazó. Fue entonces cuando comencé a llorar intentando quitar esas horribles imágenes de mi cabeza.

– Todo va a estar bien, ¿ok? Tú vas a estar bien. – me da un beso en la frente mientras me abraza. – Eres fuerte.

Cerré los ojos asintiendo con la cabeza. Yo de verdad quería que todo estuviera bien. Pero no, nada estaba bien.

Aquellos sueños no siempre estaban, por suerte, pero cuando sí estaban era horrible.

Todavía recuerdo cuando unos ladrones entraron a la casa en México, ese día no estaban mis padres. Solamente estaba yo.

Quise esconderme en una de las habitaciones hasta que ellos se fueran, pero uno de esos malditos me vio y no dudó en satisfacerse con una niña de apenas doce años.


*Continuará*

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