– ¿Qué necesitas? – traté de sonar lo más casual y tranquilo posible. Era difícil mentir ahora.
Él resopla cansado y camina hasta quedar en frente mío. Desde que lo aceptamos en el equipo mantuve mi alejamiento para no tener conflictos y funcionó, pero no niego que fueron varías las veces que quise decirle lo despreciable que se me hace.
Por otro lado, sé que ayudó mucho en dar ideas y quedarse hasta tarde junto a Hiccup y a mí para ordenar bien los instrumentos. Por suerte no cruzamos palabras desde la fiesta.
– No hubiera querido hablar sobre esto, pero créeme que me importa lo suficiente como para hablar contigo. – asentí y al mismo tiempo fruncí el ceño esperando a que me diga. – Se trata sobre Elsa.
Confundido no estaba. Sí sabía lo mucho que le molesta verme al lado de su princesa cuando tenemos que cantar o estudiar, de igual manera no me enorgullece. Mis acercamientos hacia Elsa no fueron con la intensión de provocarlo, aunque no estaría nada mal.
– Es una compañera, ¿cuál es el problema? – me hago el desconcertado.
Él se tensa. – ¿Qué quieres con ella? Porque viniendo de ti me puedo imaginar cualquier cosa.
– Lo que yo quiera o no, es asunto mío. No tengo por qué darte explicaciones de nada. – me doy la vuelta y me dirijo hasta la salida.
– No es tan difícil ver tus malas intenciones, ¿sabes? Pero Elsa no te hizo nada, no es como Elizabeth, así que déjala en paz.
La furia crecía en mí y no pude evitar tensarme al escuchar ese nombre.
– ¿Y es que acaso te gusta o qué? – metí mis manos en mis bolsillos esperando su respuesta.
Tengo la ventaja de conocerlo lo suficiente como para deducir cuando está frustrado, y cuando no. Al igual que yo, él no lo demuestra, es cauteloso respecto a sus sentimientos.
Pero esta vez era distinto, se le veía la angustia y frustración en sus ojos, como apretaba sus puños para no explotar de la furia, y todo era por Elsa. A él le interesaba y no era un misterio. Pero para mí sería difícil saber si de verdad, o por simple obsesión.
– Más que preocupación yo diría que son celos. – sonrío con prepotencia y él se ríe para contradecirme.
– Es mi amiga, no te confundas.
Asentí con el ceño fruncido. – Exacto, es tu.. Amiga. – dije abiertamente la última palabra. – Y tú sabrás de tus intenciones con ella, como yo sé las que en un futuro realizaré.. Con ella.
Él se quedó callado y yo me fui con una satisfacción dentro de mí. Ya no había casi nadie en los pasillos, lo que significa que la clase de geografía ya habrá comenzado. Al pensar en eso comencé a caminar rápidamente hasta llegar al salón.
Me sorprendió ver que la puerta del salón estaba abierta y que, al igual que el profesor, muchos de los alumnos no habían llegado todavía. En los asiento vacíos del medio estaba Flynn concentrado en su celular, y cuando me miró, suspiró exageradamente.
– ¡Al fin llegas! – dijo él mientras que yo me sentaba a su lado. – Creí que me moriría del aburrimiento.. ¿Por qué tardaste tanto?
Negué con la cabeza y me apoye contra la pared de mi lado – Por nada, ¿y los demás?
– El profesor tuvo una "pequeña discusión" – dice haciendo comillas con sus dedos. – con uno que llegó tarde y se lo llevó a la dirección. Algunos aprovecharon para irse por ahí.
– ¿Viste si.. – bajé la voz un poco. – ...Elsa?
– ¿"Si la bellísima de Elsa llegó"? – se burla en voz alta y yo lo golpeo ligeramente en el hombro. – No, pues no la vi y con las chicas tampoco está.
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•Nunca Digas Nunca•
Roman pour AdolescentsNo había mucho entusiasmo en la vida de Elsa, no hasta que sus padres le dan la noticia de que debe continuar con sus estudios en otro país, en otra ciudad. Las expectativas de cambiar su tímida personalidad estaban muy lejos de cumplirse, ya que pa...