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Ya habían pasado 10 días desde que Steve se había ido y las clases de Tony iban viento en popa.

Había aprendido en tiempo récord de toda la mecánica de ese tiempo así como de los yacimientos petroleros.

Margaret había quedado en que cuando llegase el rubio, irían a ver los pozos para que conozca cómo trabajan. Tony ya tenía una noción de ello gracias a sus clases y a algunos libros que había leído y quería saber si las ideas que su cabeza planeaba estaban correctas.

Al día 11 de la ausencia de Steve ya se empezaba a notar el frío de otoño. Tony se levantó y vistió con prendas más abrigadas que en días anteriores y decidió usar aquella bufanda que si bien su olor a Steve estaba desvaneciéndose, aún quedaban rastros de sus marsvillosas feromonas.

No se percató de que ingresó al despacho con esa prenda y Margaret le vio curiosa pero divertida.

- Esa bufanda es de Steve, ¿Verdad? - preguntó con una sonrisa sin malicia. Tony mal entendió el gesto y se puso nervioso al darse cuenta de su "error". Había tenido tanto frío que olvidó sacarse la prenda antes de ir a clases.
- ¡No!... Este... Bueno... - las palabras habían abandonado su cabeza y el pánico se hizo presente. Le habían descubierto.

Poco a poco la mirada de la mujer pasó de ternura a una de preocupación al ver el gesto horrorizado y las lágrimas que comenzaban a asomar en los ojos del otro.

- ¿Cariño qué sucede? - declaró la mujer  y se acercó al notar que Tony estba llorando e intentaba a tirones sacarse la prenda.
- No... No fue... Mi intención, señora Rogers... No quería... - no pudo seguir hablando ya que el llanto se hizo presente con toda su fuerza.

Margaret le abrazó preocupada mientras el cuerpo del castaño hipaba y tiritaba ante los sollozos.

- Anthony dime por favor qué pasa... Me estás preocupando... Espera... ¡¿Señora Rogers?! - dijo sorprendida mientras le acariciaba la coronilla.
- Yo no sabía... Cuando llegué aquí... Que usted era la esposa de Steve... Yo no quería... Menos si está embarazada... - los sollozos fueron cada vez más grandes y Margaret seguía sin entender ni un carajo.

Pasaron algunos minutos donde la mujer prefirió esperar a que el castaño se calme para poder hablar tranquilamente con él, para eso liberó un poco de su aroma maternal. Cuando ya notó que no lloraba, decidió comenzar a hablar.

- Anthony querido... ¿Me dijiste Señora Rogers? - preguntó divertida.
- Si...
- ¿Crees que soy la esposa de Steve? ¿Y qué esta es su cría? - preguntó tocando suavemente su vientre. Tony asintió lentamente y con la cara llena de miedo - Pues cariño, déjame decirte que si soy señora... Pero la señora Barnes - sentenció alegre la omega.

En ese momento los ojos del joven se agradaron por lo menos unas tres veces... ¿Era una broma lo que decía Margaret?

- Pero... Pero... Yo he podido sentir el olor de Steve olor en su ropa... - respondió levemente.
- A ver, aclaremos algo - tomando de la mano a Tony lo llevó hacia el amplio sofá del despacho , ambos se sentaron para seguir conversando - Steve y yo somos casi hermanos. Crecimos juntos y por un tiempo nos comprometimos en matrimonio. Pero... - suspiro y sus ojos cobraron una luz diferente - un forastero ruso que llegó aquí buscando oportunidades me robó el corazón. Su nombre es James Barnes y nos casamos hace 2 años - hizo una pausa para acariciar la mejilla de Tony, esa donde había tenido el golpe - Steve está soltero, solo. Hace mucho tiempo que lo está.

Tony estaba tratando de procesar la información, mientras limpiaba su cara del resto de lágrimas que quedaban.

- Cariño... ¿Tú pensabas que Steve y yo estábamos casados? - Tony asintió lentamente - ¿Y pensaste eso durante todos estos días? - el castaño volvió a asentir. Ante ese gesto, Margaret abrazó gentilmente el delgado cuerpo - No debiste aguantar esa angustia Anthony, no debiste. Si me hubieses preguntado antes, todo ese mal rato en tu interior hubiera desaparecido...
- ¿Cómo podría preguntarle eso? Era cosa de lógica. Una hermosa mujer, omega, marcada, embarazada, que tiene el aroma de Steve y que además se tratan tan bien... No podía llegar y preguntar... Quizás le iba a molestar a usted, señora Margaret...
- Pero si me hubieses preguntado, nada de esto estaría pasando... Además, Steve no usa anillo - dijo mostrando su mano.

Tony por fin sintió que el peso que tenía su conciencia se iba y la idea de eso de los destinados volvía a hacerse presente con mucha más fuerza que antes.

Se tomaron libre el resto del día, donde la mujer le llevó a conocer las inmediaciones de la mansión, terminando el día con un pequeño picnic improvisado en la parte trasera de la casa.

Por fin Tony podía sonreír y ahora esperaba ansioso la llegada de Steve, la cual sería en 4 días más.
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Hola!!! Aquí actualizando con un capítulo cortito y bueno mis bellezas, gracias de corazón por su preocupación. Aquí está, literalmente, ardiendo Troya. Están quemando muchos lugares de la capital y de ciudades en regiones. Yo ahora estoy trabajando desde casa y gracias eso me siento más segura. Gracias nuevamente por su preocupación, significa mucho para mí 🖤🖤

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