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El hombre miraba con desdén la notificación  de la venta de una persona.
No podía creer que en esos años la gente pudiera vender personas así sin más, como carne mal traída.

Estaban ad portas del 1900 y aún se trafica a con esclavos. A su parecer era una locura.

Si bien había visitado ese prostíbulo en innumerables ocasiones y teniendo a su antojo a quien quisiera gracias a sus millonarios ingresos gracias al petróleo, nunca pensó que una invitación así le llegaría.

Es más, se asombraba de ello.

Steve Rogers, empresario petrolero con gran éxito. Ya en sus 37 años jamás se había casado ni mucho menos había tenido hijos. Prefería recurrir al encanto y atención de una noche a mantener de por vida una familia.
Estuvo comprometido por años con su amiga de la infancia, Margaret Carter, pero ella declinó el compromiso por haberse enamorado de un forastero ruso que se había asentado en el pueblo. Él no lo tomó a mal, para nada.  De echo estaba feliz de que su gran amiga pudiera tener la boda de sus sueños junto a aquel especial hombre, del cual se había hecho muy amigo.

Miró nuevamente la invitación. Decidió ir para poder ver de qué forma sería la venta de un ser humano como objeto sexual.

La cosa sería así: Primero, la persona sería exhibida de forma particular a cada interesado, donde les informarían sobre sus dotes y cualidades, después podrían admirarle y tocarle pero sin llegar al abuso. Luego de eso, se deben inscribir con el monto que ofrecen por él, para que al otro día pudieran ir a una reunión  con todos los interesados y se nombraría al ganador, quien se lo lleva.

Iría, sí, pero sólo por que la curiosidad le estaba matando por dentro.

Por fin llegó el día de la "exhibición" del ser en venta.
Se acercó con cautela  a la habitación donde se mostraba el "producto"... Dios... Si existía, cómo permitía esto...

Tuvo que esperar un rato, ya que cada interesado tendría un espacio privado para poder ver y tocar si era necesario. Cuando ya pudo entrar, lo vio.

Y sintió que algo dentro de su ser se tensó de forma agradable y desesperada.

Un joven castaño, de no más de 20 años. Piel levemente morena, ojos azules muy intensos y una belleza sublime para ser un hombre. ¿Por qué lo estaban vendiendo? ¿Cómo es que él jamás lo vio antes? Claro, siempre solicitaba mujeres, nunca pensó en un  varón para satisfacer sus necesidades más básicas, esas más internas.

Lo admiró por largo rato, sin perderse de ninguna de sus facciones. Lo único que llamaba su atención era su labio hinchado y rostro amoratado. Eso le descolocaba ligeramente, ¿Quién habría golpeado ese delicado rostro? ¿Qué clase de bestia osaba dañar esa piel?... Ok, estaba siendo paranóico y demasiado impetuoso en su pensar.

Cuando pudo se acercó al joven y le habló con la voz más suave posible, no quería asustarle.

- ¿Cómo te llamas? - dijo el rubio.
- Anthony, señor. Anthony Stark.
- Mmmm... Ya veo... - se aventuró a tocar la magulladura en el pómulo del chico y éste cerró los ojos en modo de defensa. Steve pensó en el daño recibido para que una tersa caricia hiciera ese efecto - No te preocupes, no quiero hacerte daño - y dicho esto, acarició la suave mejilla. Ahora los ojos del joven estaban cerrados por gusto y un leve ronroneo salió de su garganta - ¿Porqué estás en venta, pequeño? - preguntó sin malicia, sin dejar de acariciar aquel rostro que lo tenía hipnotizado.
- Por que soy un omega y mi celo llegó tardío, ya no sirvo para este trabajo. Además aún queda una deuda por saldar por parte de mi... - no pudo continuar. Un fuerte latigazo a su lado le hizo saltar y apartarse del rubio de forma repentina y se enrolló en un costado de la pared.
- ¡NADIE TE DIO PERMISO DE HABLAR! - gritó el proxeneta a cargo. Eso llenó de rabia a Rogers, el cual se contuvo para no golpear el rostro de aquel sujeto.
- ¿Cuál es el monto mínimo por él? - preguntó Steve con genuino interés.
- No hay mínimo - respondió el otro mostrando sus escasos y amarillentos dientes - Simplemente anotamos los datos y lo ofrecido y se va al mejor postor. Mañana aquí mismo diremos en la reunión quién se hace con el chico - esto último fue dicho con una voz arrogante y altanera. ¡Qué ganas tenía  de botarle sus asquerosos dientes de un sólo golpe! Pero nuevamente se contuvo, quería llevarse al castaño a toda costa.
- De acuerdo - dijo mirando el asustado cuerpo del castaño, quien estaba atento a todo lo que sucedía, pero sin salir de su resguardo. Eso rompía el corazón de Steve, por lo que hizo una locura en ese momento - Les ofrezco, no, les doy 4 millones por él - dicho esto, la quijada del proxeneta cayó al suelo... Y la de Anthony también.
- Espere... Creo que he oído mal...
- No, usted ha oído perfectamente bien. Doy 4... No, mejor doy 5 millones en efectivo por él. Quiero llevármelo ahora mismo - dijo sacando un gran fajo de dinero de su bolsillo. Demostrando su intención de llevarse cuanto antes al castaño con él.
- Señor Rogers, agradezco su interés... Pero debo consultar con el regente para saber si podemos tomarlo ya. Deme un momento - dicho esto y con un asentimiento por parte del rubio, el sujeto se fue tras la puerta.

Lentamente se acercó al castaño para hincarse a su altura, hablándole con una voz suave.
- Hey, no temas. Juro por mi alma sacarte de aquí, sea como sea te sacaré de este lugar - nuevamente acarició su pómulo dañado y el ronroneo del omega se hizo presente.

Permanecieron así unos momentos hasta que la puerta se abrió, en eso ambos volvieron a su posición habitual.

- Señor Rogers, lamento decirle que mi jefe no puede aceptar tan generosa oferta sin antes permitir a los otros invitados a ofrecer. Si su oferta sigue siendo así de buena por sobre la de los demás, tenga por seguro que el chico será suyo. Promesa - dicho esto, estiró su sucia mano para cerrar el trato.
Steve la tomó sin pensar e hizo la mayor locura de su vida - Lo acepto y es por eso que ahora doy 6, 5 millones por el muchacho. Anote en su cuaderno, por favor - el hombre ya no podía abrir más los ojos y Steve a toda costa quería llevarse al castaño de ese lugar.
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