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El sudor caía sobre su frente mientras peleaba contra sus oponentes.

—¿No vas a preguntar nada?

Beth apartó la vista de su libro.

—¿Qué? —Las flechas desaparecían en cuanto salían del límite del patio. —Pero... te voy a distraer.

—Ese el punto —no entendía —En batalla no importa la distracción Beth, tu único deber es ganar para sobrevivir —su voz era entrecortada, le faltaba aire debido a esfuerzo —Pero si te dejas distraer, pierdes y mueres.

Pensó por varios minutos y entonces recordó algo que le había causado mucha curiosidad.

—¿Por qué no puedo mencionar a... ÉL? —la distrajo y recibió un golpe en el rostro. Su sonrisa le dio una sensación de miedo, llena de sangre como si quisiera provocar más golpes.

—Excelente pregunta —se levantó. —Intentaré resumirlo —deshizo a uno de los soldados, pero este se volvió a formar —¡Carajo!

A Beth le parecía que Jade era más poderosa de lo que realmente mostraba y mucho más sabía para su edad, solo diecisiete años, solo un año menor que ella y era quien le enseñaba.

—¿Estas bien? —asintió. Desaparecieron los soldados de humo dejándola a ella sola practicando sus movimientos.

Tomo aire pensando en cómo comenzar.

—Para los ángeles, el proteger a los humanos era la cosa más importante de su existencia, para los demonios era el de destruirlos. En algún punto, los ángeles perdieron el control de los demonios de menor rango, básicamente los subordinados y los demonios de mayor jerarquía entendían que sin humanos no habría equilibrio, tú sabes; el bien y el mal. Un pensamiento que compartían con los arcángeles. ¡Una locura! —se burló. Le encantaba como Jade contaba las historias, sin volverlas aburridas —Ya te contaré todo el preámbulo. El punto aquí, es que ellos se unieron para crear seres a partir de la apariencia humana, pero con el poder de ambos; arcángeles y demonios.

—¿Y qué pasó?

Suspiró.

—Los Guardianes, eso pasó. —levantó su espada frente a sí —Cinco descendientes directos de ellos, dos hombres y tres mujeres. Sus órdenes fueron mantener a los humanos a salvo de los demonios sueltos. —e movía de un lado a otro —Fueron aceptados entre los mortales, pero los humanos con el tiempo quisieron más, quisieron ser igual a ellos. Qué raro... soberbia.

Beth mantuvo la mirada en ella.

—Un defecto que parece estar arraigado a muchos de nosotros.

—Hubo muchas batallas en contra de estos seres, lo que molesto a sus creadores y no con ellos sino con los humanos. —Se detuvo y se acercó a ella —La única solución que Él tenía era destruir a los Guardianes para mantener a salvo a la humanidad, algo así como El Arca de Noé, acabar con lo malo y eso —comparó con cierto descaro —pero sin ahogados. —Beth no sabía si ofenderse o reír de nervios —Claro que esto no les gustó ni los arcángeles y mucho menos a los demonios así que de nuevo y por última vez se unieron para proteger a sus "hijos", creando este mundo para que pudieran vivir en paz lejos de los humanos. —de rio —Por supuesto, que Él —señaló hacia el cielo —se enteró de esta situación y al ver que se negaban a acabar con ellos los expulsó. —ahí entendió —Para Los Guardianes significó libertad, Él nos niega y nosotros a Él. —Levanto los hombros quitándole importancia —Yo creo que fue lo mejor, no más responsabilidad con respecto a los humanos. Al paso de los años aprendimos de otros humanos, de otras creencias y culturas, una de las que predominó fue la nórdica.

Guardianes: El Legítimo Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora