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Salieron del castillo con precaución hasta llegar al pueblo. Todo estaba iluminado, completamente decorado y cubierto de nieve. Lleno de gente, comida, dulces, bebida y baile. Los trillizos comenzaron a separarse, pero Jade los detuvo.

– Nos vemos aquí en unas horas – aceptaron y se esfumaron.

– Iremos a caminar – ‹‹Pésima excusa›› pensó Aiden – Nos vemos después – Ian y Beth se fueron.

Jade lo miro – ¿Vienes? – Él aceptó.

Eran contadas las veces que iba al pueblo y mucho menos en las festividades. No era como en Jörd. La gente los miraba con cautela ¿Qué hacían ellos ahí? Una Reina y un Príncipe caminando entre ellos; él se sintió un poco incómodo pero ella no.

– Eso pasa cuando no conoces a tu gente; tu pueblo. – Vio lo tenso que estaba – Relájate y vamos – comenzó a caminar y él la siguió.

Respiró profundo intentado tranquilizarse – Mejor cuéntame sobre tu tatuaje – ella miro sus brazos – No, el de tu pantorrilla.

Sonrió – Así que prestaste mucha atención al baile ¿No? – se burló y el apartó la mirada – Es un Gungnir; se trata de la lanza de Odín. Aquel que portará esta arma jamás fallaría y siempre acabaría con su enemigo. – Levantó los hombros – Mi padre lo tenía tatuado también, él creía que lo ayudaría en batalla y creo que tenía razón.

–Sí, la recuerdo. – Volvió a su mente su piel marcada por este símbolo –Ya veo por qué perdí aquella vez. – La hizo reír y se sintió bien por ello – Te veías hermosa – confesó y su sonrisa solo se agrando. Rieron y charlaron como jamás pensaron que lo harían, jugueteando entre ellos, aceptando sus bromas y sobre todo disfrutando pasar el tiempo con el otro.

– Majestad – la misma anciana que se acercó a ella cuando recién llego – que sorpresa verla aquí. – Vio a su acompañante – Alteza – les hizo reverencia – déjenme presentarles a mi familia – La anciana quería que la siguieran.

Jade le sonrió – No queremos incomodar.

La mujer la tomo de la mano para guiarla – Para nada – comenzó a caminar pero antes Jade tomo la de Aiden para llevarlo con ella. Al sentir su rose se le erizó toda la piel y una sensación de hormigueo que comenzó en su mano lo recorrió por completo. Sin darse cuenta ya camina a su lado.

Se detuvieron sin soltarse – Buenas noches – saludo. Había dos hombres, un chico, dos mujeres y una muchacha.

– Él es mi hijo, mi nieto, sus esposas y mis bisnietos – presento – Ella...

– La Reina Jade – terminaron por ella – y el Capitán Noth – los reverenciaron.

Los dos saludaron con educación – Un placer – La chica ya sonrojada se acercó a Aiden. ¿Cuándo volvería a tener al príncipe así de cerca?

Vio sus enormes ojos de diferentes colores; sus mejillas rosadas por el frío y su mandíbula marcada. Aiden estaba acostumbrado a que lo vieran, pero ella lo miraba demasiado cerca – Puedo mostrarle el pueblo, si lo desea. – se ofreció con voz un tanto seductora.

Jade aguantaba la risa y luego la chica quitó la nieve de su hombro – Estoy bien, pero te lo agradezco. – dio un paso atrás con cautela, separando sus manos. Sintió el frío sin él pero no dijo nada fingiendo indiferencia. Sin dudarlo volvió a tomarla de la mano, esta vez entrelazando sus dedos con los de ella. Había sorpresa en su rostro que rápidamente oculto, al igual que su sonrisa, lo único que no logro detener fue el color que inundó sus mejillas. Sin pensarlo mucho cerró sus dedos sobre los de él. ¿Cómo algo simple podía ser tan íntimo en un lugar tan público?

Guardianes: El Legítimo Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora