Take control

594 61 30
                                    

Al tercer día de estar sumida en la auto compasión, decidió sacudirse los malos pensamientos y salir a recorrer la playa y sus alrededores. Por lo que se vistió con ropa deportiva y salió a correr por la playa con las olas como su música.

Su reloj marcaba las 7:00 am y apenas 1.2 kilómetros recorridos, por lo que siguió de largo hasta llegar al malecón para buscar algo que desayunar fuera. Era una completa falacia haber llenado un refrigerador con víveres, sabiendo que prefería comer algo ya preparado.

Antes de entrar a un pequeño restaurante, se detuvo para estirar sus músculos y relajarse después del ejercicio. Arreglo su coleta y cuando se sintió más presentable, entró para conocer el lugar y checar el menú para ver qué le apetecía.

Se sentó en la barra, pensando que hacerlo en una mesa haría más evidente su soledad y eso de alguna forma le incomodaba. Aunque no conocía a nadie en el lugar y por más cotilla que fuera, no sabría quién era.

La camarera tras la barra se acercó para tenderle un menú y ofrecerle un café, a lo cual Olivia aceptó. Al final ordenó un par de huevos fritos, bacon, tostadas y un pastel de queso porque el solo imaginarlo le hizo aguar la boca. Esperó pacientemente su turno mientras tamborileaba sus dedos en la barra y veía el interior del restaurante entretenidamente.

—Te grité un par de veces, pero eres rápida— le dijo el hombre que se sentó a su lado. El vecino preguntón, recordó.

—No me di cuenta, estaba pensando e iba muy distraída del entorno...

De pronto el timbre de un teléfono interrumpió la incipiente conversación, era el del hombre, que lo silenció y solo lo dejó sobre la barra.

—Michael, mi ex— Respondió el pelinegro a una sorprendida Olivia, nunca imagino que pudiera ser gay, bueno, tampoco era que tuviera muchos conocidos para comparar— No entiende que una infidelidad no se perdona.

Olivia asintió.

—Oh, lo siento, que rudo de mi parte– volvió a hablar su acompañante— Soy Phil Dreyffus, ¿Mucho gusto...?

—Olivia Benson— le estrechó la mano en señal de buena voluntad.

—¿Y a que te dedicas, Olivia?— preguntó él antes de tomar un sorbo al americano que le acababa de ser entregado.

—Soy policía— Respondió después de pensarlo unos segundos.

—Vaya, debes tener buenas historias... podría presentarte a mi editor, siempre están buscando cosas interesantes.

—Gracias, no se si escribir sea para mi... nunca lo he intentado— Olivia rió más relajada, Phil parecía un buen chico. Algo confiado, pero bueno.

—Nunca es tarde para intentarlo, linda— le guiño un ojo y después se dirigió a la camarera— Señorita ¿podría pedirle unos huevos revueltos, pancakes y jugo de naranja? Por favor.

—¿Tienes alguna otra ocupación además de ser escritor?— preguntó la castaña con más confianza, después de todo Lindstrom tiempo atrás le había dicho que debía relacionarse más con personas fuera de su entorno de trabajo.

—Soy cirujano cardiotorácico— le respondió alegre. Tampoco Olivia hubiera imaginado eso, su instinto de querer siempre analizar a las personas la estaba superando —Asi que si tienes una bala en el pecho algún día, puedo ser de ayuda.

—Llegas tarde para eso, mi corazón ya fue reparado

—Me alegra saber que estás bien, Olivia... igual cualquier percance o duda, estoy a tus órdenes, en la cabaña de al lado— Sonrió —pero al ver cómo corres y sin jadear, yo creo que estás más que sana

La platica fue nuevamente interrumpida, pero esta vez por sus órdenes que estaban listas.

—¿Tu médico te permite comer eso?— le preguntó Phil con una ceja por lo alto.

—No, pero lo necesito... estoy muriendo de hambre, solo ignóralo— le respondió antes de comer un buen bocado de su plato.

—Mal, Benson... muy mal.

—Shhh— lo mando a callar y siguió entretenida con sus huevos fritos, que le parecían lo más delicioso del mundo.

—En fin... ya que nos conocemos, estamos solos acá y necesito con urgencia un buen escocés... ¿que te parece si por la noche visitamos el bar que está unas calles atrás? Se ve mono.

A la castaña le pareció algo precipitado, pero accedió a salir para despejarse y conseguir una buena bebida, ya que su vino ahora estaba recorriendo las cañerías. Después de todo ¿Que podría pasar?.

—Bien, solo porque necesito algo más fuerte que el jugo de naranja —Le respondió poco convencida.

~

La ventaja de salir con un "amigo" era que no tenia que vestirse para impresionar a nadie, por lo cual se enfundó en unos vaqueros y una blusa verde esmeralda más cómoda que bonita.

Phil parloteaba señalándole lugares que debía conocer y también algunas tiendas que pensó que podrían gustarle. Olivia tomaba nota mental para visitarlos en algún momento de los siguientes días.

Aparcaron fuera del bar, que desde fuera no se veía muy concurrido, lo que lo hacía más acogedor. Se decidieron por la barra para tener el alcohol más cerca, según Phil, pues también habían cosas que el quería olvidar y que peor amigo consejero que el escocés.

Olivia quiso probar algo nuevo, así que pidió también el escocés que había pedido su compañero.

—Brindemos por... Chris Evans y su perfecto trasero— Phil rió y chocó su vaso con el de Olivia.

—No podrías brindar por algo mejor.

—Eres de las mías— le dijo cómo en confidencia y le guiñó un ojo— me agradas aún más.

Olivia rió y tomó el trago de una sola vez.

—Tengo que hacer una llamada, regreso en un momento— Phil bebió su trago y salió del local para hablar tranquilo.

La castaña pidió otro vaso, que estudió por un momento con la mirada baja, esperando a su compañero. Sintió como alguien se acomodaba a su lado y volteó para encontrarse con Elliot, no entendía que hacía en ese preciso lugar y momento.

—¿Puedo sentarme?— Preguntó tímidamente

—Es un pais libre— tomó de un trago el contenido de su vaso y lo levantó para pedir otro. Inmediatamente le pasaron uno nuevo.

—¿Estas bien, Liv?

—Siempre estoy bien— Olivia bebió su trago y dejó el vaso de lado.

—No lo parece...

—¿Sabes que? No, no estoy bien— dijo entre dientes con enojo —y estoy harta de todos ustedes, que creen que pueden ir por la vida tomando lo que creen que merecen para después destruirlo.

Tomó su bolso del asiento contiguo y se levantó para irse, pero Elliot la sostuvo por el brazo.

—Toda la vida voy a disculparme contigo y se que no será suficiente... ¿Podemos hablar?

Olivia lo pensó un momento, sabía que se arrepentiría, pero después de todo habían cosas inconclusas entre los dos.

C L O S E R Donde viven las historias. Descúbrelo ahora