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Lunes, martes, miércoles... pasaron tres días sin volver a estar cara a cara. Habían mantenido el contacto necesario que requerían las investigaciones en curso, sin mencionar lo que había pasado el sábado anterior; y era un alivio, porque no estaba segura de querer tocar el tema, aunque quería saber las reglas de ese juego peligroso al que habían entrado.

Sentía que de un momento a otro la cabeza le estallaría, tomo dos píldoras pero no habían hecho efecto. Así que antes de cerrar todas las persianas en su oficina para evitar el paso del sol, dio órdenes a todos y pidió no ser molestada a menos de que alguien estuviera muriendo o que el Jefe Dodds rondara por la unidad.

Cuando Peter Stone entro a la unidad, no encontró a nadie en sus escritorios, nunca había visto víctimas especiales tan vacía. Se acercó a Rollins que salía del comedor con un café en mano y su abrigo doblado sobre su brazo.

—¿Benson?

—En su oficina— respondió la rubia— entras bajo tu responsabilidad, el dolor de cabeza la tiene algo irritable.

La rubia sonrió y tomó las llaves de su coche además del bolso. Luego salió de su vista.

Preparó un café y se dirigió a la oficina de la teniente... se moría por verla, aunque temía encontrarse con una Olivia de mal genio.

—¿Te sientes mejor?

Peter entro a una oficina completamente a oscuras, cerrando tras de el con seguro. Olivia que estaba recostada en el sillón al reconocer esa voz, se incorporó un poco y encendió la lámpara con la luz baja.

—Fue un día horrible— Liv tapo sus ojos con su antebrazo y se recostó nuevamente, haciendo espacio para que Peter se sentará a su lado— Conferencias toda la mañana, simposium, fotos y cocktail...

—Te hará sentir mejor- Peter entregó a Olivia el café— Imagino que ya tomaste pastillas para el dolor.. pero tengo la receta secreta para quitar el dolor de cabeza.

—Ah si?— tomó la mitad de su café de un solo trago y se sentó correctamente, quedando a un costado del abogado.

—Si, pero no malinterpretes esto— sentenció quitando de su mano la taza y poniéndola en la mesita de cristal— es meramente un remedio para tu dolor, verás cómo funciona.

Antes de que replicara, Peter tomó su rostro y reclamó su boca. Empezó como un beso casto, que fue subiendo de intensidad... provocando que la ropa comenzara a sobrar.

—Peter...

—Tranquila, no hay nadie... todo está bajo control— Aseguró en un murmullo.

Olivia que había decidido no volver a reprimir deseos y sentimientos, se entregó por completo a la idea de Peter. Lo dejó deshacerse de su blusa, mientras ella se deshacía del saco y corbata de él.

—Pensaba que no había nada más sexy que verte en falda, y gracias a dios por las conferencias..—susurró mordiendo el lóbulo de la castaña mientras sus manos bajaban por su espalda, deteniéndose en su trasero— Pero es aún más, subirla hasta que no sea un obstáculo.

La recostó sobre el amplio sofá y tomó los bordes de la falda que se ceñía a su cuerpo desde encima de la rodilla, subiéndola lentamente y cubriendo con besos la piel al término de las medias que estaban sujetas con un liguero negro.

Mordió suavemente el interior de sus muslos, haciéndola moverse con anticipación. Lo sintió besar el encaje de su ropa interior, corriendo la prenda hacia un lado para degustar su centro, mientras introducía un dedo en su zona más sensible, seguido de otro más, preparándola para el.

—¡Oh, Peter!— Gimió al sentir llegar su clímax. Tomó unos segundos para recomponerse y al reincorporarse llevó a Peter de la mano hasta su silla, detrás del escritorio.

Cuando el rubio se sentó, ella desabrochó su impecable camisa blanca y después se arrodilló hasta quedar a a altura de su cinturón, deshaciéndose de él con maestría. Bajó el zipper y lo libero de las capas de tela que los separaban.

Deslizó su lengua desde la base hasta la punta, mientras veía a los ojos a Peter, que lucia extasiado. Lo tomo tanto como pudo con su boca y con su mano comenzó a subir y bajar por el miembro de Peter. Se mantuvo por unos minutos, hasta que sintió que estaba cerca.

Abruptamente se levantó, sin decir nada se quitó la diminuta prenda interior, con la mirada de él fija en sus movimientos y empujó un poco las cosas sobre el escritorio e hizo espacio para sentarse sobre el, invitando a Peter a poseerla ahí mismo.

La observó un momento, estaba semi recostada en el escritorio, con los pies sobre los descansa brazos de la silla en la que estaba sentado, tocándose para el, tentándolo. El no tardo mucho en sucumbir ante su boca y hacerla suya de una sola estocada.

—Me vuelves loco, Olivia— Jadeó contra los labios que devoraban los suyos— Pensar en ti me consume.

—No.. te detengas ¡Peter!— gimió durante el beso cuando Peter incrementó la velocidad en sus embestidas.

La sintió contraerse durante el orgasmo, al cual se unió liberándose dentro de ella.  Se separó un poco para tomar su rostro entre sus manos, besar su frente y después sus labios.

—¿Que tal el dolor de cabeza?.

—No hay dolor— Dijo con una sonrisa, acercándose a su oído— Pero tal vez más tarde regrese la migraña.

Comenzaron a reunir su ropa del suelo y vestirse en silencio, que fue interrumpido por el teléfono de Olivia, que sonaba en el sofá, donde el estaba sentado colocándose la corbata. Lo tomo para pasárselo a Liv,  que estaba buscando su ropa interior debajo del escritorio, regalándole una vista privilegiada.

—¿Haden?— preguntó acercándole el teléfono, mientras ella estaba casi metida bajo en escritorio, donde por fin pudo encontrar su ropa interior.

La levantó agitándola por encima de su cabeza y Peter se la quitó de las manos, intercambiando la prenda por el teléfono y el abogado solo la robó, metiéndola al bolsillo interno de su saco.

—Tienes que devolver eso— sentenció y respondió la llamada— David Haden... hace tiempo no escuchaba de ti— se incorporó para dirigirse a la puerta de la oficina y checar a través de un espacio entre la persiana si había alguien fuera— ¿enserio? Eso es muy bueno, ¿este sábado? Esta bien, si, nos vemos.

—¿Esperas sacarme una declaración, abogado?— Dijo frunciendo el ceño, al verlo muy interesado en la conversación— porque me resguardaré en la quinta.

Peter rió y la rodeo con sus brazos.

—Nunca te pediría algo que no quisieras darme, mucho menos explicaciones— El rubio entendiendo que estaba de más en esa fotografía, dejó un beso en sus labios y salió de la oficina sin decir más.

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