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Todos los lobos aullaron de orgullo cuando su alfa se presentó frente a ellos, había sobrevivido a una nueva batalla, a pesar de que su rival había jugado sucio usando armas y un veneno prohibido. La sangre sucia aún se sentía en su cuerpo pero por encima de ello era el aroma de su lobo el que se imponía sobre los demás, tan fuerte y decidido como en el mejor de sus días.

WonWoo observó a cada uno de ellos, la mayoría aún en su forma humana alineados al rededor del claro donde se reunian a entrenar, podía ver en sus ojos cierto atisbo de nerviosismo, la incertidumbre ante ese nuevo enemigo que se atrevía a adentrarse en el lugar que con tanto esfuerzo habían construido.

A su lado se encontraba Cheol como su segundo, era él quien había estado a cargo de la manada mientras el alfa se recuperaba, tenía la confianza de los lobos y estos le obedecían tanto como si fuera una orden dicha por él mismo.

Su hermano también lo estaba esperando con una sonrisa de satisfacción al verlo lo suficientemente recuperado como para salir a poner orden a la manada.

MoonByul se mantenía estoica a su izquierda, la joven alfa tenía poco tiempo de haberse hecho un lugar como líder de la guardia y procuraba mostrarse firme para ganarse el respeto de sus compañeros.

Shownu estaba un poco más lejos que de costumbre, su mirada fija en los miembros de su escuadrón, pero cumpliendo con su obligación con la manada. Sus ojos se encontraron un instante antes de que Cheol llamara la atención de los lobos y WonWoo hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para mantener a raya al lobo que se azotaba en su interior para hacerse respetar.

Seguía furioso, pero tenía que recordar cuál era su prioridad y no podía Permitirse un desliz cuando la manada estaba en una situación crítica y todos los lobos ahí presentes confiaban en su juicio para guiarlos.

— Estamos siendo atacados por un enemigo al que no estamos acostumbrados —su voz grave alzándose por encima de todos haciéndolos callar— los últimos enfrentamientos no han sido más que una distracción para conocer nuestra formación, quieren saber cuánto podemos resistir, cuál es nuestro límite y hasta donde estamos dispuestos a llegar para proteger a nuestro pueblo.

Los lobos gruñeron al unísono, sus alfas furiosos al ser conscientes de la amenaza que se alzaba sobre ellos.

— Ellos pueden arriesgarlo todo —continuó Cheol cuando WonWoo le cedió la palabra— su misma gente los echó de su manada y están juntos solo porque les conviene, no tienen lazos entre ellos, no les importa si los amenazas con quitarle la vida a uno de sus compañeros. No van a detenerse. Ya han sacrificado muchos lobos lo que significa que deben ser muchos más.

— Y como pueden ver tampoco van a limitarse a usar los colmillos —WonWoo hizo una pausa, recordando el momento del disparo que casi termina con la vida de uno de los suyos y que aún tenía en riesgo la propia— son traicioneros, no conocen el honor de seguir las tradiciones marcadas por las primeras manadas y usarán hasta las armas de los hombres para alcanzar su objetivo.

— ¿Qué quieren de nosotros? —fue un joven beta fue el que se atrevió a alzar la voz en medio de sus compañeros, con una pregunta demasiado obvia pero que al mismo tiempo nadie tuvo el valor de articular—

—Nuestros omegas, nuestro territorio, quieren el pueblo que hemos construido —Respondió el alfa de la manada, nadie sabía mejor que él el esfuerzo que les había costado alcanzar ese nivel de estabilidad— Cada lobo de esta manada ha luchado día con día para convertirla en lo que es hoy y es nuestra obligación protegerlo de los forasteros.

Los lobos gruñeron decididos a seguir a su alfa, había demostrado ser capaz de guiarlos en cada momento y confiaban en él para que la tranquilidad se mantuviera sobre sus omegas sin importar que ellos mismos se pusieran en riesgo.

Flores en invierno [ Meanie ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora