XIX. Aturdida

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Para cuando despertaste tu cabeza dolía como mil demonios, tus manos y tobillos estaban atados en lo que pensabas eran grilletes y tu ropa estaba más ligera de lo usual a penas pudiste ver pero era un vestido de color blanco y a juzgar por las zonas descubiertas de tu cuerpo era uno de tirantes, tragaste saliva mirando a tu alrededor a pesar de estar encadenada de los pies y las manos estabas en una cama elegante la cual al tacto podía sentirse suave como seda, sentiste algo en tu cuello lo cual no diste importancia ibas a usar tu hamon overdrive cuando una voz te interrumpe.

-Yo no haría eso si fuera tú.

Reconocerías esa voz donde fuera, era la voz que te atormentaba en sueños casi todas las noches, ibas a hablar cuando una de las velas se prende de la nada dejando ver en la penumbra la silueta de aquel vampiro.

-Dio -Murmuraste intentando retroceder, el rubio simplemente se acerco más a ti sujetándote de la barbilla mientras observaba tu rostro.

-Misma voz, mismo aspecto con ligeras diferencias -Le oíste decir en lo que una efímera sonrisa se formo en sus labios. -Por fin.

-¿Q-que vas a hacerme? -Balbuceaste mirándolo con atención notando como su torso estaba expuesto mostrando sus tonificado pectorales.

-Nada. -Respondió a lo que deslizaba sus manos por tus piernas hasta tus tobillos quitando los grilletes que había en este y besando la piel recientemente descubierta. -Les dije que te trataran con delicadeza pero son unos ineptos.

Observaste al hombre en silencio sintiendo un leve cosquilleo por sus caricias.

Alzo la mirada observándote mientras se incorporaba para retirar los grilletes de tus manos besando nuevamente tus muñecas con total delicadeza, sentías tu respiración agitarse mientras cada vez más ibas cayendo en sus encantos embobada.

-Eres muy inusual ¿sabes? -Pregunto acariciando tus mejillas a lo que recobraste ligeramente los sentidos y con tus manos ya libres tomando sus mejillas intentaste soltar tu hamon para así finalmente acabarlo pero de tus manos no salía nada.

En su lugar una presión horrible corrió por tu cuerpo desde tu cuello causando que te retorcieras del dolor.

-¿Q-qué me hiciste? -Preguntaste a duras penas mientras intentabas sacarte el collar del cuello en vano porque sentías como tus extremidades eran como jalea.

-Ese artefacto lo encontré por ahí, inhibe tu hamon hacia el exterior y lo amplifica al interior por lo que cada vez que tratas de atacar terminaras haciéndote daño a ti misma -Explico a lo que apretabas los dientes aferrándote a las sabanas.

Finalmente llegaste al limite de dolor que tu cuerpo podía aguantar y caíste inconsciente.

«Eres un maldito ¿sabías?»

-Oh Juno vaya insulto, sabes que en el fondo tu te mueres por mí.

«Infeliz.»

-Además mi querida, todo lo que concierne a Jojo y a mi te convendrá a ti por aquel estúpido juramento que hiciste con tu sangre, nos uniste a los tres por sangre.

Abriste los ojos topándote con la usual oscuridad siendo que en la cercanía yacía una tenue luz de una vela, Dio estaba leyendo lo que parecía ser un libro.

-Finalmente despiertas -Menciono cambiando la página de su libro.

Ibas a murmurar una maldición pero decides que no es lo mejor que hacer en aquel momento y decides callar formulando finalmente la pregunta que tu cabeza llevaba planteándose durante todo el viaje.

-¿Por qué yo? -Fue apenas un murmullo pero en menos de un segundo Dio estaba de pie frente a ti acariciando tu cabello con delicadeza.

-¿Aun no lo entiendes? -Negaste mirando fijamente sus ojos que eran prácticamente hipnotizantes, de repente cambia su posición pasando a estar sentado detrás de ti en la cama deslizando sus manos por tus brazos desnudos hasta enlazar sus manos con las tuyas -Tu eres como yo, ambos tuvimos que subsistir por nuestra cuenta luego de perder a nuestra madre, nos enfrentamos con muchas personas pero a diferencia de mi tu eres más especial, conservaste esa gracia y alegría a diferencia de Juno, eso te hace mucho mejor a ella.

-Tu ¿perdiste a tu madre? -Murmuraste mirando las manos entrelazadas entre sí, su mano era considerablemente más grande que la tuya en lo que sus uñas eran negras y su piel pálida.

-El maldito de mi padre la hizo trabajar hasta la muerte -Respondió apoyando su barbilla en tu hombro dejando que su respiración chocase con tu cuello al menos la parte que estaba descubierta, causando que te estremecieras. -¿Qué hay de tu padre?

-Yo no lo recuerdo -Murmuraste siquiera intentando recordar un momento en el que estuvieran juntos.

-Lo mismo que para mí. -Repitió el rubio dejando besos en tu hombro a lo que tu cuerpo se relajó. -Nunca más volverás a estar sola, lo prometo.

-¿Lo...prometes? -Dijiste en un susurro comenzando a caer lentamente en las palabras embriagantes de Dio.

-Lo prometo. -Recalco antes de que dejaras todo tu cuerpo a su merced.

[...]

-¡Maldita sea! -Exclamo Joseph apretando los puños siendo que no te encontraban hacia ya un considerable tiempo, no habías aparecido al desayuno y salieron a buscarte pensaron que fuiste a investigar pero tras derrotar a Darby tampoco apareciste, les preguntaron a los lugareños por alguien con tus características siendo que ellos mencionaron haber visto a una persona así pero por la mañana, había ido de compras y luego se esfumo.

Kakyoin -quien había aparecido hace poco- observaba como Jotaro apretaba con fuerza el encendedor que reconocía como tuyo, tenia dos alas grabadas y había sido encontrado junto a una figura de madera de dos delfines que formaban un corazón, Kujo no pudo evitar sentirse culpable por la serie de acontecimientos que llevaron a tu desaparición, Avdol movió los contactos que tenia para buscarte por todo El Cairo así como la mansión de Dio, sin resultado alguno.

Por otro lado Joseph estaba sumamente angustiado, no había tiempo que perder, habían llamado de Japón por la situación de Holly y no le daban más de tres días, ahora habías desaparecido y no podía encontrarse tranquilo siendo que muchas incógnitas aparecieron en su cabeza, quizá estabas en la mansión de Dio pero ¿y si no? ¿y si no volvían a encontrarte? ¿Dónde podrías estar?

-Señor Joestar -Lo llamo Avdol, siendo que el mencionado se volteo con el rostro tenso mirando a su compañero que le extendía una cámara instantánea. -Quizá pueda funcionar.

Joseph esperaba que así fuera.

Utilizando a Hermit Purple logro que la cámara sacase una fotografía siendo que todo el grupo estaba reunido en la habitación de hotel.

La imagen que salió de la cámara no fue de la mansión de Dio ni mucho menos de su espalda era una imagen que desconcertó por completo a todo el grupo, en ella te veías de espalda siendo abrazada por los brazos de Dio mientras un liquido rojizo escurría de tu hombro siendo que la parte superior del vestido estaba desplazada hacia tus codos manteniéndose los tirantes en esta sujetando tus manos los hombros del rubio mientras este con la mirada oculta sonreía hacia el frente como sabiendo que les estaban observando con sus manos por tu espalda, mirabas también al frente pero tus ojos parecían estar rodeados de una densa neblina.

-That son of a bitch. -Exclamo Joseph apretando con fuerza la fotografía mientras su mandíbula completa se tensaba.

Jotaro estaba en silencio, en un rápido movimiento arrebato la fotografía de las manos de su abuelo y la observo con detenimiento invocando a su stand quien comenzó a analizar inmediatamente la imagen siendo que lo primero que observo fueron tus opacos ojos mirando hacia algún lugar, en eso vio un reflejo, era tenue pero star platinum alcanzo a ver de que se trataba siendo que logro dibujar un edificio diferente al de la mansión junto a unas palmeras.

Porotro lado Kakyoin quien había salido del hotel volvió con un algo herido Iggyquien los guio finalmente hacia aquel lugar que tanto habían estado buscando.

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¿Pues uwu? El Dio nos embauco un poco a la Mustang pero esta sigue manteniendo un atisbo de conciencia gracias a sus antecesores, en fin el proximo capitulo lo amaran puesto que vamos a Buffear el stand de reader ;v; y bueno, no creo que lo amen del todo porque ya saben... en fin nos lemos otro dia adiu.

Amar y perder a la vez →「Jotaro Kujo; Dio Brando」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora