Amar y perder a la vez →「Jotaro Kujo; Dio Brando」

XVIII. Sentimientos

Jotaro era un joven de diecisiete años y por lo tanto es normal a esa edad un adolescente de esa edad tenga ciertos pensamientos e incluso sueños, para Jotaro era usual tener este tipo de sueños con delfines por lo que estaba acostumbrado a ellos manteniendo sus pensamientos a raya.

Pero de repente desde que comenzó a tener esos sentimientos encontrados sus sueños eran ligeramente diferentes, sueños en los que estaban tomados de las manos o besándose a ratos pero el sueño de aquella noche fue diferente, muy diferente de lo usual.

Estaban en el hotel, Jotaro y tu besándose intensamente mientras tus brazos estaban enrollados en el cuello del más alto tu blusa abierta dejando ver la lencería que traías puesta, delineando con tus dedos la marca de estrella en su cuello mientras murmurabas en voz baja su nombre.

-Jotaro -Murmuraste cuando se separaron para luego besar su cuello y sujetar su entrepierna causando un sobresalto en el más alto.

-Tu... -Mascullo el más alto a lo que soltaste una risa y empezaron las cosquillas hasta que termino quitando tus jeans concentrándose en acariciar tus muslos mientras los besos apasionados seguían, te separaste jadeando y acariciaste su mejilla con dulzura.

-Jotaro -Nuevamente dijiste con voz apenas audible a causa de la excitación -¿Podrías ponerlo en mí?

Jotaro se estremeció por completo siendo que te abrazo pegando sus cuerpos mientras su corazón latía con fuerza.

Repentinamente despertó siendo que estaba abrazado a una almohada durmiendo con tan solo ropa interior a causa del incesante calor que hacía el Egipto.

-¿Un sueño? -Murmuro ligeramente desanimado en lo que se despeinaba el cabello, suspiro con cierta molestia, luego se percato de algo bajo las sabanas que lo hizo estar aun más impaciente por no decir disgustado. -Mierda.

[...]

-Buenos días, Jotaro -Saludaste siendo que vuestros cuartos estaban uno frente al otro, tu cabello estaba despeinado pero vestías tu atuendo usual nuevamente ya que este había sido lavado.

-Si... -Murmuro por lo bajo el joven pelinegro a lo que ladeaste la cabeza confusa.

-¿Estas bien? Te ves algo diferente -Dijiste notando como su piel estaba algo más pálida y su rostro más contrariado, pero no es como si pudiera evitarlo se sentía completamente frustrado después de haberse quedado toda la mañana en una ducha fría intentando no pensar más en el sueño sin mucho éxito, ya que si bien se había calmado las imágenes aun rondaban su cabeza.

-Solo tuve un mal sueño, eso es todo. -Aclaro a lo que asentiste comprendiéndole en parte.

-Entiendo -Afirmaste sonriéndole cálidamente con un deje de preocupación genuina en tu mirada -Trata de no estresarte mucho con ello, si necesitas mi ayuda no dudes en pedírmelo.

-Si, gracias -Dijo Jotaro brindándote una de esas sonrisas a las que podrías llegar a acostumbrarte a ver y sonreíste de vuelta inevitablemente antes de presionar el botón del ascensor.

-Vayamos a por el desayuno -Dijiste para luego entrar en el espacioso lugar tranquilamente con las manos en los bolsillos.

Jotaro sonreía levemente, ocultando esto bajo la visera de su gorra.

Tenían una especie de relación extraña, se habían besado un par de veces y declarado conjuntamente aunque dejando en claro que lo formalizarían una vez todo acabase, pero aun así los momentos románticos no se detenían ya que en cierto modo ninguno podía detener lo que sentía por lo que su situación actual sería de ¿amantes?

Saliste del ascensor seguida por Jotaro quien seguía metido en sus pensamientos hasta que dos jóvenes de tu misma edad te abordan repentinamente.