XVI. Fuerza

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Te habías quedado dormida en una de las sillas del hospital al que acudieron para atender a Kakyoin, y esa noche soñaste algo de lo más extraño.

Lo que te rodeaba parecía ser una mansión, pisos de mármol y pilares antiguos siendo que desde la escalera una alfombra roja se extendía hasta la puerta, estabas usando la ropa con la que te habías dormido cuando de las escaleras un joven fornido baja siendo su cabello y ojos de color azul marino este caminaba en tu dirección con una sonrisa.

-¡Juno! Finalmente llegas. -Habló aquel hombre, su voz era gentil y su sonrisa era sincera.

Ibas a hablar cuando como un espejismo algo te atraviesa, una figura delicada y femenina de largo cabello azabache se le acerca al joven y este la alza en brazos dando vueltas con ella en el aire mientras ambos soltaban una carcajada.

-Detente Jojo me marearas -Se quejo la mujer con un tono divertido en su voz a lo que tragaste saliva inevitablemente, su voz era idéntica a la tuya e incluso si le dabas un vistazo más detallado a aquella fina dama esta era idéntica a ti a diferencia que su cabello era largo de color negro azabache con un tono azulado y sus ojos eran ámbar incluso algo rojizos como caoba. -¿Puedes avisar a padre que ya llegué?

El joven de cabellos azulados asintió para luego subir rápidamente las escaleras en lo que la mujer se volteaba y te observaba fijamente, era como estar frente a un espejo algo distorsionado.

-Estos son mis recuerdos, transmitidos a ti por medio de mi sangre. -Dijo en lo que pareció ser un mensaje telepático hacía ti. -Una vez te encuentres con él, deberás pelear pero no estarás sola.

-Todos te brindaremos nuestro poder para ayudarte. -Murmuraron unas siluetas borrosas a la distancia, extendiste tu mano al reconocer una silueta familiar sintiendo lagrimas aglomerarse en tus ojos comenzaste a correr.

En eso despertaste, estabas apoyada en el hombro de Jotaro quien dormía silenciosamente en el sillón de la sala de espera cuando te incorporaste te llevaste los dedos a los ojos sintiendo estos humedecidos junto tus mejillas.

-¿Estas bien? -Pregunto Jotaro sacándote un susto.

-Sí, creo que lloré dormida -Murmuraste en voz baja hasta que el pelinegro te extendió un pañuelo con el cual limpiaste los restos de lagrimas en este. -¿Te desperté?

-No, no estaba durmiendo. -Replico a lo que asentiste mirando el pañuelo -¿Qué soñaste?

-Soñé con mi madre -Respondiste apoyando la cabeza en el sofá -También debe sucederte a menudo ¿no?

-Sí, pero no termino llorando.

-Bueno, eso es porque tu podrás ver a tu madre de nuevo yo, no la veré nunca más.

Jotaro no siguió hablando en lo que le hacías cariño detrás de las orejas a Iggy quien parecía ser extrañamente cariñoso contigo.

-Tú, viviste en la calle ¿no es así? ¿Por qué, acaso no tenías una casa? -Pregunto el joven a lo que le observaste extrañada al ver su curiosidad respecto a ti.

-La tenía, pero cuando murió mamá empezaron a salir más usuarios de stand, algunos eran violentos y de algún modo terminaban en mi camino -Explicaste cerrando los ojos -Los usuarios se atraen entre si ¿sabías? Por eso deje mi casa y pues, nunca me quedaba mucho tiempo en el mismo lugar, al menos mi stand podía detectar si se aproximaba alguno.

El de cabellos negros dejo su mano en tu cabeza y acaricio tu cabello con delicadeza en un intento por confortarte, esbozaste una sonrisa.

Luego de ello Joseph les mando al hotel a descansar, siendo que al día siguiente Avdol ya se había recuperado pero Kakyoin iba a necesitar quedarse un par de días ahí.

Amar y perder a la vez →「Jotaro Kujo; Dio Brando」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora