40._El final de los principios

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La arena del reloj que sostenía Bills terminó de pasar al otro lado,justo cuando un tridente le atravesaba el pecho a Vegeta. Su vida y su destino llegaron a su fin. Whiss no se dio cuenta de ello hasta que miró atrás. Se suponía Vegeta lo seguia al lugar donde escondían el teléfono satelital, pero en algún momento,por alguna razón, Vegeta volteo a sus perseguidores.Whiss miró atrás un segundo,pero no podía detenerse,ya no había para qué. No lo siguieron y él continuo.

La lluvia era menos intensa cuando  Vegeta se encontró parado delante de Bills, que ahora estaba de pie sosteniendo su ataúd cuya tapa se movió hacia un lado dejándolo ver un abismo insondable.Vegeta levantó sus ojos a los Bills y este le señalo que entrara allí,pero el hombre titubeo un instante. Volteo a ver a los últimos sujetos peleándose como perros en medio de los restos de la masacre y luego vio al cielo. 

-Entra de una buena vez-le dijo Bills-Mira que fantasmas hay bastantes...

Vegeta miró a Bills otra vez y este veía al frente con el ceño fruncido. Vegeta, giro y se encontró con centenares de fantasmas que reconoció de inmediato. El pueblo entero estaba ahi, con la expresión de la condena en los rostros desfigurados por sus muertes. Sólo Piccolo estaba ausente.

-¿Vendrán...También?-le pregunto Vegeta.

-No...-le respondió Bills-Aun no...

Vegeta cruzo entonces ese umbral sin temor y la tapa del ataúd volvió a moverse dejando aquella caja de madera oscura,totalmente sellada.Bills miró entonces hacia la iglesia y luego hacia los fantasmas con desprecio.

El alcalde y el banquero aprovecharon la llegada de Bills para tomar el dinero del banco y ocultarlo en la iglesia con el consentimiento de Daishinkan quien,después de su "charla" con Bills,les vaticinó lo que iba a suceder. Tomarían el dinero,lo repartirían entre los tres y luego cada quien por su lado,pero la ambición desató una traición. El banquero y el alcalde planeaban matar a Daishinkan una vez salieran del pueblo,pero este se les adelanto. Le ordenó a sus tres rufianes restantes que los asesinarán,así ellos se repartirían dos tercios del dinero y estos aceptaron sin queja. Dos disparos se oyeron en la iglesia y dos cuerpos cayeron al piso. Después de eso Daishinkan se despidió de aquellos sujetos que montaron a caballo y partieron con rumbo desconocido.Volteo para subir a la carreta e irse cuando se encontró con Evangeline apuntandole con una pistola. Se sorprendió más de verla ahi que de la amenaza que ella le estaba haciendo.  

Cuando lo vio desde la carreta, totalmente ileso y a salvo de todo lo que estaba pasando,
Evangeline no pudo contener su indignación y apenas quedo fuera de la vista de Daishinkan descendió para ir a hacia él.
    
-Ni una pizca de remordimiento...¡Ni una gota de culpa por lo que ha hecho! ¿No tienes conciencia acaso?

Daishinkan la miró con una sonrisa burlona. Asustado no estaba,hasta parecía feliz de verla y eso dijo.

-Me alegra tanto que este a salvo y poder verla por última vez,
aunque la verdad imagine que usted saldría bien librada...¿A qué vino?

-¿Por qué no asumes que vine a matarte?

-Porque no vino a eso o hubiera disparado mientras yo estaba de espaldas o cuando me gire a usted-le respondió y caminó hacia ella hasta tocar el cañón de la pistola con su frente-Usted no tiene lo que se necesita para matar-le señalo y se aparto.

Evangeline bajo el arma,
Daishinkan la miro de pies a cabeza.

-¿A qué vino Evangeline? ¿A acusarme de haber incitado estos acontecimientos? Yo no les dije que matarán a Piccolo o que se matarán entre ellos,en especial lo último. Pero cuando las cabras son soltadas salen chocando unas con otras sin más propósito que devorar.Eso no es mi culpa. Es la naturaleza de la especie nada más-le dijo Daishinkan-Usted es muy joven para recordarlo,pero antes de mi llegada aquí,esta región era dominada por la ley del más fuerte. Yo funde ayuntamientos y traje alguaciles,jueces y servicios como el banco,el correo y ayude a crear las leyes.Les di una vida ordenada, organizada donde podían vivir en paz

-A cambio de nuestras libertades ¿No es así?

-El precio del orden es la limitación de las libertades. Así funciona el mundo,querida-le respondió encogiéndose de hombros con aire inocente-¿Me dirá que le parezco un monstruo? No lo soy y usted lo sabe muy bien ¿Olvido cuando la salve de su padre?

-No,pero no tuviste problemas para aliarte con él-le dijo Evangeline.

-Me era útil,pero ya no más y bueno...Él quiso traicionarme.No creo que le importe mucho lo que le paso a su padre-le dijo Daishinkan mirando el cadáver detrás de él.

-Las personas le temían a Bills...Que ilusos,era a ti a quién debian temer.

-La muerte me ha sido útil-le dijo dando unos pasos hacia el extremo de la colina para ver al pueblo-Bastante útil,pero creo que seria mejor no abusar de ese recurso,las masas son algo exacerbadas...Realmente no saben lo que hacen-hizo una pausa- En la actualidad ¿Sigue casada o es viuda? Yo estoy soltero...

-¡Jodete!-le grito Evangeline.

Daishinkan se sonrió,pero ver aparecer a Whiss le quito la sonrisa. Estaba herido en un costado, controlaba la hemorragia haciendo presión con la mano. Su ojo izquierdo había sido arrancado y mostraba bastantes golpes y cortes;era como ver a un Zombi resoplando. Apuntó con su arma y disparó a su padre,pero fallo. No veía bien y le temblaba la mano. Apretó el gatillo,pero ya no quedaban más balas. Se sonrió y dejo caer el revolver saqueado mientras caía sobre sus rodillas.

-Él vino aqui por ti-le dijo jadeante-¡Tú lo trajiste aquí! ¡Todos esos muertos son tuyos...

Daishinkan lo miraba nada más.

-Eres el peor de todos mis hijos. Un holgazán al que solo le importa...

-¡Vivir bajo mis principios!
-exclamo Whiss-Veo en lo que me has convertido y no me reconozco,me doy asco por traer encima toda tu inmundicia,pero se acabo.Moriras aquí,con este pueblo maldito,en esta tierra infertil. Nada de esto lo quise jamás. Yo quería otra cosa...

-Quiero,quiero,quiero-lo interrumpir-No cabe duda de que cuando te propones algo,lo consigues;pero el resto del tiempo no eres más que un borrego. Desperdicias tus talentos buscando una vida miserable lejos del orden. A donde vayas,Whiss encontraras a alguien como yo. Personas que sabemos que alguien debe tomar el control de las vidas de las cabras en rebaños que vagan sin dirección...

-Opresores...

-Líderes,Whiss.Lideres a los que rebeldes como ustedes nos son tan útiles,pero bueno...-dijo Daishinkan encogiendose de hombros para ir hacia la carreta.

Evangeline ayudaba a levantarse a Whiss. Le agrado verlo vivo,pero él estaba distinto a lo habitual,aun así le sonrió gentilmente.

Abajo Bills miraba de reojo hacia Daishinkan y luego miró la calle llena de cadáveres. La lluvia dejaba de caer y Diecisiete aparecía cantando al final del camino,pero podía oírlo claramente. Tocaba bien esa guitarra color granate    

"cuantas palabras que se disputan el poder y la gloria
y cuantas vidas se pierden en el frío de un reino mortal...
No llores más, dáme la mano contáme tu suerte,
de esta manera quizás no sea la muerte,
la que nos logre apagar el dolor..."

-Destino-murmuró Bills y al ver de cerca la guitarra leyó un nombre "Whiss" 

El evangelio de la destrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora