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Nos quedamos en silencio cuando aparcó justo afuera de mi hogar. Nadie hacía nada, solamente mirábamos lugares muertos del automóvil. Un suspiro escapó por mis labios y abrí la puerta para salir, sin decir nada más. Miré por último a Changkyun a través del parabrisas, tenía las manos sobre el volante y la mirada en mí. Una sonrisa de lado se esbozó en su rostro, sonrisa que quería borrar de mi mente. Continué con mi camino, como si no hubiera visto aquello.

Una vez llegué a mi departamento, miré detenidamente la puerta. No sabía con lo que me encontraría una vez abriendo la puerta. Contuve el aire en mi pulmones, hasta que abrí la puerta y el estómago se me contrajo, sacando en automático el aire.

Estaba solo, con un cinturón haciendo presión alrededor de uno de sus brazos, sosteniendo con su mano contraria una jeringa. Justo cuando iba a atravesar la piel de su brazo, me miró y alejo aquel objeto de él.

— Deberías intentarlo —me incita con la voz ronca. Caminé con las piernas temblorosas hasta el, viéndole con los ojos bien abiertos.

Mezcló con una cuchara sal y agua, seguidamente preparó otra jeringa.

— Te tranquilizaras, ya lo verás —me explica y tira de mi brazo para sentarme a un lado de él.

Una lagrima resbaló por uno de mis ojos y negué repetidamente con mi cabeza.

— No quiero, Hanbin —mi voz había sonado en un hilo de voz. Sus ojos me estudian por segundos.

— No sabrás si te gusta, sino lo pruebas. Hazlo por mí, Mirae —aquello último me había dejado aturdida. Sus manos acariciaron delicadamente mi brazo, apenas con las yemas de sus dedos. Respiré profundamente.

Bueno, si yo me había comprometido a pagar una parte los quinientos mil wons, al menos debía darme el lujo de probarlo, ¿no?

Mordí mi labio inferior y terminé accediendo. Quitó su cinturón de donde lo tenía puesto para ponerlo y ajustarlo fuertemente en mi brazo, a los pocos segundose dio unas palmaditas fuerte sobre la piel, resaltando las venas. Tomó la jeringa y la aproximó hasta mi, cuando está pasó por mi piel fue como haber sentido un suave pellizco, no dolió. Lentamente vi como el líquido iba desapareciendo de la jeringa, sintiendo como este se exparsía por todo mi sistema. Sentí como todo el suerpo se me desarmó, Hanbin me recargó contra el respaldo del sofá y acarició mi cabello. El transcurrir de los minutos me hizo sentir con la mente nublada y mareada, llegué a creer que vomitaría, hasta que comencé a sentir pesados los ojos, tenía mucho sueño. Cabecé y mi hermano me sangoloteo.

— No te duermas, Mirae. Todo menos eso —me indica en un murmuro. Batallé para mantener los ojos abiertos, pero realmente era como un zombie. Dentro de mí cabeza me imaginé a Jay cuidándome, abrazándome con amor y susurrandome una dulce melodía. Instintivamente abracé a mi hermano, escondiendo mi rostro en el hueco que había entre nosotros. Sus manos acariciaron mi espalda, como si estuviera consolandome, como si realmente supiera sobre mi estado emocional.

  ***

Habían pasado tres meses, los suficientes para que mi vida diera un tremendo vuelco.

— Has enflacado bastante —me dice Changkyun mientras desliza su dedo índice por mi columna vertebral.

Me removí sobre mi cama, abrazando mi almohada.

— La ropa me viene mejor —contesté con los ojos cerrados.

— La ropa se te ve bien de todas las formas, Mirae. No necesitas enflacar —acota serio y yo me volteo para verlo, aunque no podía ver mucho, pues era de noche y la verdad la tela de mis cortinas era lo bastante gruesa como para que no dejara pasar la luz de la calle— los huesos se te remarcan por debajo de la piel.

poison; Im ChangkyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora