13ce

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Me desperté acurrucada sobre el pecho de Jaebeom, el continuaba serenamente dormido. No recordaba su piel tan blanca y suave, ¿se hará algún tratamiento especial o algo por el estilo? Y si nos íbamos a su rostro, ni hablar. No recordaba a Jaebeom con un arete en su nariz, la verdad le quedaba bien, hacía que su aspecto se viera más rudo de lo que ya era. Lentamente me aparté de él, no quería despertarlo, por lo tanto tenía que moverme como un caracol.

— Aún es temprano, ¿a dónde vas? —me pregunta adormilado sin abrir sus ojos. Me quedé estática, mirando como se removia.

— No sé —contesté ridículamente— no quiero molestarte.

Jaebeom abrió sus ojos y me sonrió de lado.

— ¿Tienes hambre? ¿Quieres desayunar algo? —soltó un bostezo y se estiró.

—Está bien —afirme animada.

— Conozco un lugar que puede gustarte...

***

Era un lugar bastante vintage, para nada el estilo de Jaebeom y probablemente el mío tampoco. Todo era con colores pasteles y alguno que otro opaco, contrastaban muy bien el lugar a decir verdad. Nos sentamos en una mesa y una muchacha nos dio el menú.

— ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor? —partirle la cara seria muy buena idea. Alzó ambas de sus cejas, mientras sostenía la carta enfrente de su rostro.

Reí, ¿Jaebeom siempre había sido así de atento y lindo?

— Solo necesito despejar mis pensamientos —el pelinegro asintió con su cabeza lentamente.

— Podemos ir de compras, ir a un club, ver películas en mi departamento, lo que quieras —me sugiere.

Despegué mi vista del menú e hice una mueca. Parecía buena idea.

— Me vendría bien ir un rato al club, hace tiempo que no me doy una vuelta por ahí —murmuré

La muchacha volvió a nosotros para anotar nuestros pedidos. Extrañamente, me sentía un poco mejor. Ya me desquitaría con alguien en Peach Puff.
Al término de nuestro desayuno, Jaebeom muy amablemente me llevó hasta mi hogar, quedó en recogerme por ahí de las nueve de la noche.

Le agradecí por todo, y me despedí de él, con una seña de mano. Bajé de su auto y encendí un cigarro, seguro me esperaba un maldito interrogatorio llegando a casa.

Llamé al ascensor y por primera vez no me importo llevar el cigarro encendido, de por si ni siquiera había alarma contra incendio. Las puertas del elevador se abrieron en cuanto llegué a mi piso, pero no salí del ascensor por una y simple razón. Había alguien parado justo enfrente de mi puerta, y como si no supiera reconocer aquella espalda.

Changkyun.

Dejé de respirar, pero fue casi al instante cuando se volcó a verme, debido al sonido del elevador. Reaccioné rápido y presioné el número de otro piso, sentía el corazón en la garganta. El chico fue veloz y cuando las puertas se estaban cerrando, logró interponer su pie. Entró al elevador.

Oh maldita sea.

— Déjame explicarte —fue lo primero que dijo cuando nos quedamos encerrados dentro de aquella habitación de metal.

— ¡No! —exclamé — ¡no quiero escuchar tu estúpida voz! —escupí eufórica.

— ¡Si no escuchas no vas a entenderme!

poison; Im ChangkyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora