Omegas | Larry Stylinson.

Epílogo

Michelle lloraba desde su cuna, sus ojitos azules estaban irritados por las constantes veces que se pasaba sus manos sobre esta, ni las manoplas podían ayudar.

Harry despierta, apagando automáticamente el monitor de bebés para luego caminar somnoliento hasta la habitación de su hija. Todas las noches era lo mismo desde hace unos meses.

Michelle deja de llorar cuando lo ve, alza sus manitos hacía el rizado y las mueve esperando que Harry la tomara en brazos. El ojiverde sonríe y la alza, sentándose en la silla mecedora mientras acomoda a su princesa en su pecho - ¿Quieres pasar un rato con papá? - Pregunta con voz suave, viendo las estrellas en el techo formada por las luces de noche. Michelle se acomoda mejor, restregando su rostro en la pijama del omega - Creciste tanto, cariño.

- Odio que te quiera más.

Harry voltea al dueño de esa voz, y sonríe arrogante ante el adorable puchero de Louis - ¿Celoso, amor?.

El castaño asiente, acercándose a su pareja con los brazos cruzados. Vestía solo con una camiseta de Harry que usaba como pijama, le quedaba grande y eso le encantaba - Mucho, ¿Que te tengo que hacer para que me prefiera? - Michelle mira a su padre y sonríe, con sus dos dientesitos inferiores asomándose tiernamente.

Harry la mira y luego mira a Louis - Hey, pequeña dama, ¿No quieres ir con papá Lou?.

Michelle sonríe aún más, arrugando sus ojitos y empezando a balbucear animada. Louis la toma en brazos y la pequeña castaña junta sus cachetes, queriendo ser marcada por su olor - Papá Lou también te ama, dulzura.

Se podría decir que ambos omegas lo lograron.