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Valentina Carvajal es una chica de lo más atractiva, de un atractivo casi estremecedor, alta, delgada, de piernas largas y senos pequeño pero bien perfilados, de cabello largo y castaño con una mirada azul penetrante y a la vez dulce y una naricilla recta. Desde los 16 años había comenzado a salir con chicos, no era una puritana, ni remilgada, menos una reprimida. Simplemente no había encontrado al hombre ideal por eso jamás había llegado a consumar el acto sexual.

A los 20 años cursando ya el cuarto año de Comunicación Social, por cosas del destino, conoció a un tal Luis Valencia, al que llamaban Lucho, un auditor del Ministerio de Salud que viajaba constantemente por toda Nicaragua. Lucho tenía su propia empresa de auditorías y a sus 28 años consideró que era el momento de casarse.

Conoció a a Valentina y decidió que ella sería su esposa. Valentina no había considerado el matrimonio aún pero al conocer a Lucho le atrajo su galanura, su altura y el color de sus ojos que eran prácticamente del mismo color que los de su padre. Y en ese momento comenzó a pensar que si era momento o no de comenzar una vida matrimonial.

Durante unas semanas salieron y a Valentina le gustó su discreción, lo respetuoso que fue con ella, sin exigencias sexuales y de ningún tipo por lo que con poco tiempo de relación decidió dar un sí y contraer matrimonio con el hombre que pensó llenaba sus expectativas.

Aprendí a Amar (Juliantina) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora