Astrid
Me sentí rara al despertar a su lado, pero no era un sentimiento malo o incómodo, lo que sentí era tan agradable que me dio miedo por tratarse de una mujer como ella, que me dijo que le gustaba mientras estabamos en el acto, pero ¿a cuantas personas ella podía decirle lo mismo cada noche? Cuando salía de su cuarto una vez acabada de vestirme, note en su rostro cierto atisbo de tristeza, pero ya era muy tarde para volver a su lado y yo estaba confundida.
Diana se mostró ese día aun mas reservada que los días anteriores, solo bajo a cocinar y se volvió a encerrar en su cuarto, mientras yo seguí peguntándome el ¿porque le hice el amor de esa manera? ¿porque me sentí tan bien tomándola de esa manera? ¿Por qué sus besos me habían gustado tanto? ¿Por qué la acune sobre mi pecho? Y sobre todo ¿Por qué deseé que la noche no terminara? Mario noto mi silencio y preguntó que me pasaba, obviamente no le dije lo que había pasado entre Diana y yo, por muy mi colega que fuera, casi mi amigo mas cercano, no se lo diría, ya que era mi intimidad y a demás no podía relacionarme con nuestros afectados, si se enterarán mi trabajo estaría en riesgo y no quería perder lo que con tanto esfuerzo he conseguido.
-Solo estoy estresada – le dije.
-Si, yo también. Quiero ir a casa para ver a mi mujer que debe de estar a punto de dar a luz.
-Entiendo – le dije dándole un suave golpe en la espalda – pero hoy debe de venir alguien para traernos provisiones y quizás hasta un reemplazo, el jefe no están malo.
-Eso esperó.
La tarde se me hizo larga, echaba de menos su presencia entre nosotros, aunque no hablara nada nos hacía compañía, no bajo a cenar y eso me preocupó un poco ya que ese día no bajo a desayunar, así que a las nueve de la noche subí a verla luego de que pasara diez largos minutos frente a la puerta de su cuarto pensando que le diría al entrar, pensando en como debía de actuar con ella ya que tenía claro de que la había desilusionado por la mañana al irme sin decir nada, pero la noche anterior la lleve a la gloria y no fue sola, yo la acompañé y también la acompañaba ahora en esta incertidumbre, tome aire y toque la puerta.
-Hola – la salude a penas me dejara entrar.
-Hola – respondió sombría.
-Yo.. no quiero que pienses que me he aprovechado de ti – dije acercándome a ella que se encontraba acostada boca a bajo a lo ancho de la cama y me miró curiosa al escucharme decir aquello – no sé que me pasó, pero no me arrepiento.
-No digas nada mas – me dijo sonriendo pero triste – sé que no soy la persona para ser pareja de alguien como tú o de alguien más.
-Yo no.. – no me dejo terminar.
-No tienes que decir nada de lo que te puedas arrepentir después.
-¿Quieres compañía está noche? – le solté de una vez por todas para evitar mas incomodidad.
-Si no tienes problemas.
-No tengo problemas pero vendré tarde, hare vigilancia. Vendrán a traer provisiones, tal vez se vaya Mario y dejen a alguien mas por él.
-Entiendo.
-Nos vemos mas tarde, duerme, prometo cuidarte y no despertarte - dije aliviada de volver a tener esa plática con ella.
-Muy bien.
-Dulces sueños.
Mario y yo aguardamos en la sala hasta entrada la madrugada momento en el que escuchamos llegar el auto y una vez echa la contraseña abrimos la puerta, pero solo trajeron provisiones, solo eran dos oficiales que lo único que dijeron fue que vendrían por Mario en la mañana para dejar a alguien mas en su lugar y una vez que se fueron Mario y yo nos fuimos a dormir.
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DESCUBRIENDO EL AMOR
RomanceElla era una prostituta, pero a Astrid no le importó ya que su pasado tenía que ver con algo parecido ademas de que vivió violencia, pero ahora ya todo era cosa del pasado, era una inspectora de la policía y vivía de manera decente con su madre has...