Capitulo 18

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Astrid

   No quería ver a mamá o al menos no quería estar con ella por el momento, no podía creer que hubiera hecho sentir mal a Diana, ella que había sido una prostituta, esperaba que por lo menos la entendiera o asimilara la situación, pero no que la apartara de mi lado para hacer sufrir a dos personas en lugar de una, Diana ya formaba parte de mí y yo de ella, en resumen éramos una a partir de que nos entregáramos aquel día, ella era mi mujer no había más que decir o preguntar, yo la amó y es lo único que debe importar a mi madre y a todo aquel que le interese.

-Te espere toda la noche – me dijo mi madre cuándo llegue, pero yo me dirigí a mi cuarto y ella fue tras de mi – pensé que te había pasado algo ¿dónde estabas?

-Debiste volver a dormir, ya no soy una niña.

-Nunca dejare de preocuparme por ti.

-Lo sé, pero no debiste de meterte en mi relación con Diana – le grite y me arrepentí enseguida.

-No la quiero para ti.

-Yo la amó con o sin un pasado, sea cuál sea yo la amó ahora, en el presente, no en el pasado. Pase la noche con ella y estaba muy mal por tú culpa, para colmo la acosan y la corren de su trabajo, ella es insegura madre, Diana es tan frágil.

-Y tú quieres ser su heroína ¿no es así? Crees que ella será como yo, yo cambié por ti, porque soy tu madre y vi como te esforzaste cada día por mi, por ambas, pero lo hiciste más por mí, eres alguien muy buena y noble…… no quiero que ella te haga daño, que solo juegue contigo y acabe con todo lo que has construido.

-Ella no lo hará, no es como crees que es. Ella es diferente.

-No lo creó.

-Intenta convivir mas con ella, conócela y te darás cuenta de que no es como piensas que es.

-No creo poder hacerlo.

-Pues entonces no me esperes – dije decidida.

-¿A dónde irás?

-Con ella mamá, con Diana. La amó y no quiero elegir entre tú y ella. No puedes elegir de quien puedo o no enamorarme mamá, no esta en tú poder, ni siquiera lo estuvo en mi cuando me enamoré de ella, simplemente pasó y ya.

- ¿Me dirás que ahora ella prefiere coños que pitos?

-Esto… ya – dije conteniendo mi enojo, salí del cuarto y ella detrás de mí.

-Perdóname – dijo con derrota.

- Por ahora no puedo – le dije con sinceridad – cuando quieras darte la oportunidad de conocerla volveré, pero no sóla mamá, ella vendrá conmigo porqué la quiero, a ti de un modo y a ella de otro, pero quiero cuidar de las dos mujeres más importantes de mi vida porque es lo más valioso que tengo, para ella yo soy lo único que tiene y no quiero que vuelva a estar sola, tú me tienes a mí y yo te tengo a ti y ahora la tengo a ella, así de sencillo mamá, acéptalo.

   Salí de casa con el  corazón dividido, en él había dos mujeres las cuales amaba con todo de mi pero de distintas maneras, lo que me dolía era que mi madre no aceptara a Diana, sí, había sido prostituta pero yo la amó a pesar de eso, para mi ella es solo Diana la mujer sencilla de ojos negros insondables y tristes, de personalidad melancólica, de sonrisa sincera y transparente, que cuando la miró descubro lo mucho que me ama y sé que siempre suele mirarme la espalda, que lo hizo desde el principio, sus besos siempre van cargados de amor, otras de ternura, deseo y otras melancólicos como cuando me beso por ultima vez antes de nuestra breve interrupción provocada por mi madre, sé que me mira cómo a una estrella y yo la miró como la mujer que no creí encontrar jamás, es tan dulce y tierna, la miró y el tiempo se detiene para mí, me di cuenta de que deseé que mis horas de trabajo pasaran rápido para llegar a su casa, encontrarla allí para abrazarla y sentirte felíz, más felíz de lo que ya me sentía, pero que aun no era completa porque mi madre no la aceptaba todavía.

   El día fue un tanto tranquilo así que a eso de las seis de la tarde llegue a casa de Diana con mi maleta en hombro, toqué a la puerta y ella abrió enseguida con una sonrisa y yo también lo hice automáticamente.

-Llegas temprano – dijo poniendo sus brazos alrededor de mí para luego darme un beso en los labios – creí que llegarías mas tarde.

-No, hoy no hubo mucho trabajo – la tome de la cintura, la levante unos centímetros del suelo y camine con ella hasta entrar - ¿no querías verme todavía?

-No – dijo con una sonrisa – Moría por verte.

-¿Haz preparado algo de comer?

-Si ¿tienes hambre? Cocine pensando en ti.

-No mucha, pero si. Quiero comer lo que haz preparado.

   La solté y antes de irse a la cocina me dio un último beso, yo deposité mi maleta sobre su viejo ropero, ella me miro y dijo que podía sacar algunas cosas para que acomodara las mías, yo respondí qué por el momento estaba bien, me fui a lavar las manos para servirme pero Diana ya lo había hecho y poco después sirvió para ella, nos sentamos a comer muy juntas las dos y su comida como siempre me encantó.

-¿Buscaras un nuevo empleó? – le pregunté cuando estábamos acurrucadas en la cama.

-Eso creó, me aburro si no me ocupo en algo ¿te molesta si trabajo?

-No, pero yo podría mantenerte sin problemas – la escuche sonreír.

-Vaya suena muy bien – volvió a reír – pero me gusta mantenerme activa, tal vez consiga uno de medio tiempo.  Aún así tengo un dinero guardado en el banco ¿crees que pueda comprar algo?

-¿Cuánto tienes?

-Unos cien mil, un poco más.

-¡Vaya! Eres rica – y sonreí.

-Si, contigo a mi lado – me respondió.

DESCUBRIENDO EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora