Capitulo 13

1.5K 106 15
                                    

Diana

    Cuando estaba a punto de alcanzar la mano de mi madre fui arrastrada hacia otro lugar, fui a quedar en medio de una oscuridad la cual me hizo sentir cansada, con mucho sueño y haciéndome sentir cómoda en ese lugar en el que no era nada ni nadie, solo era mi consciencia tal vez o lo que sea que fuese de mi, pero decidí dejarme llevar por el sopor que me invadía cada vez mas hasta que deje de ser consciente.

    Cuándo volví hacer consiente abrí los ojos y me di cuenta de que no estaba muerta, pero si me sentía muy mal, sentía dolor de cabeza y escalofríos por todo el cuerpo, estaba sola en algún lugar que me pareció un hospital hasta que un doctor y una enfermera me lo confirmarían a su entrada en el cuarto para checarme la presión y demás signos vitales, por lo que pude escuchar tenía la presión alta al igual que la fiebre debido a que la infección seguía en mí.

-¿Puedes oírme? – me preguntó el doctor mirándome directamente a los ojos, pero yo no pude responder con mi voz ya que me sentía lenta y pesada, solo parpadee un par de veces y él captó mi respuesta – muy bien, eso es bueno, te suministraremos algo mas fuerte para que te sientas mejor.

   La enfermera me puso algo en el suero y yo pronto volví a caer en el sueño, en el letargo que me encontraba gracias a mi estado, así pasaron varios días más en el hospital, hasta que mejore y me retiraron algunos aparatos que tenía conectados, durante esos días no recibí ninguna visita de nadie, ni siquiera la de quién yo más esperaba y ansiaba cada segundo, la única visita que tuve fue de la policía que en cuanto estuve mejor me visito solo para hacerme preguntas y me di cuenta de que Astrid estaba bajo sospecha, la defendí diciendo que ella era mi heroína, que gracias a ella estaba viva y que el traidor era su otro agente, dicho esto se marcharon y tras su partida supe que Astrid no vendría a verme ni hoy, ni mañana y la incertidumbre de no verla me lleno de tristeza y melancolía preguntándome ¿hasta cuándo podría verla? Y ¿Cuándo saldría de este lugar? A pesar de que ya estaba mejor me sentía débil, sin ganas de hacer nada, ni siquiera de mover un músculo.

   Fui dada de alta y fui llevada a casa en ambulancia en donde la mayoría de mis vecinos asomó sus cabezas por la ventana para ver lo que sucedía, yo me sentí avergonzada pero no podía hacer nada ya que aún no me podía mover rápido, la casera salió a mi encuentro luego de que la ambulancia emprendiera de nuevo su camino de regreso.

-¿Ahora que te pasó? – me pregunto poniéndose las manos sobre las caderas – creí que esta vez estarías más segura.

-Tengo mala suerte – le respondí con una media sonrisa.

-Hay mujer – dijo rascándose la cabeza – te ayudo a abrir.

-Gracias – le dije dándole mis llaves – recibí un disparó y he pasado casi un mes en el hospital.

-¡Santo Dios! – dijo mirándome sorprendida - ¿en donde te pasó todo eso?

    Sin duda conté casi todo a mi casera, era la única que podía brindarme su ayuda en este momento pero a cambio yo debía de informarle, solo le dije lo más importante y le dije que mañana le pagaría la renta, con esto último se fue más que contenta. De nuevo me encontraba sola pero en casa, me solté a llorar, extrañaba a mi madre y a Astrid, ahora ella era una de las personas mas importantes de mi vida y en el fondo de mí tenía miedo de que lo ocurrido con ella fuera tan solo un espejismo, un sueño del cuál debía despertar y yo no quería hacerlo por miedo, miedo a sentir de nuevo dolor, de quedarme sola sin sentir nada dentro y fuera de mí.

     Al día siguiente por la tarde mi amiga Tamara vino a visitarme luego de que le llamará y se enterara por televisión de lo que me había pasado y de la captura de mi agresor, lo habían capturado por la noche junto a sus cómplices el mismo día en que fui dada de alta.

DESCUBRIENDO EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora