Astrid
A pesar de ya haber pasado el trago amargo de conocer a mi madre Diana parecía seguir rara, pensativa y podía decir que hasta triste, cuando dijo que me quería lo dijo con toda la verdad de las verdades y mas segura que en todas las pasadas ocasiones en que me lo había dicho, la lleve a su casa y antes de bajarse me dio un beso que me supo a melancolía, amor y al mismo tiempo a una pasión contenida, sus manos sostuvieron mi rostro y yo la pegue a mí lo mas que se pudo, al separarnos me miró a los ojos, me dedico una sonrisa y me dio un último beso cargado de ansiedad para finalmente bajar y decirme hasta mañana.
Pero yo tuve mucho trabajo esa semana y al parecer ella también así que aproximadamente no nos pudimos ver como seis días, solo nos mandábamos mensajes y una que otra breve llamada, cuando al fin pudimos vernos fue un domingo por la tarde el cuál tuvo libre ya que solía trabajar todos los dias, ella parecía triste y ansiosa además de que cuando llegue a su casa, no se entregó a mí a besos como solía hacerlo cada que llegaba a verla.
-Tenemos que hablar – fue lo primero que me dijo.
-¿Qué sucede? – le pregunté ya que la miré rara.
-Creo que ya no….. – dijo con a penas voz – ya no quiero que volvamos a vernos – aquello fue como un baldé de agua fría para mi.
-¿Porqué? ¿qué sucede? ¿hice algo malo? – pregunté buscado la razón por la cuál quería que nos dejáramos de ver.
-Tu no has hecho nada malo – dijo con dolor en sus ojos – eres maravillosa.
-¿Entonces? – pregunté sintiendo dolor dentro de mi pecho.
-No te amó, estoy confundida, no sé realmente si me gustan las mujeres o solo fue un experimento hacerlo contigo y no quiero seguir con esto, no es justo para ti.
-Eres una puta.
Solté sin pensar en nada más que en mi dolor, descubrí que su rostro fue de sorpresa al escucharme decir esa palabra, después vino uno de profunda tristeza difícil de ocultar en sus ojos negros, para enseguida poner un rostro perverso.
-Si, soy una puta y nunca dejare de serlo. Ahora vete de mi casa.
Esas fueron sus ultimas palabras hacia mi, salí de su casa con el corazón y mis sentimientos rotos, no podía creer que después de todo ella hubiera jugado conmigo, me sentí tan estúpida que a penas llegar a casa me encerré en mi cuarto a llorar amargamente mi pena y ni loca le diría a mi madre de mi rompimiento con Diana, al menos no ahora, no ahora que tan solo pensar en ella o en su nombre me hacía mal, jamás pensé que el amor doliera de esta manera, era peor que estar enfermó del cuerpo porque en este instante me dolía hasta el alma.
Al día siguiente me arrepentí de haberle llamado puta, era un insulto demasiado ofensivo y denigrante, al final de cuentas yo la había aceptado tal y como era, así que intente llamarle para disculparme con ella pero no pude hacerlo, tuve miedo de que no respondiera mi llamada y mejor le envíe un mensaje el cuál no vio y decidí que era mejor dejarla en paz.
A pesar de que me dije a mi misma que la dejara en paz, me fue imposible hacerlo, algo en mi interior me decía que algo le había ocurrido ya que la noche en que la lleve a su casa después de que viniera a conocer a mi madre, Diana dijo quererme, estaba extraña y su mirada era triste, su beso me supo a muchos sentimientos pero más a melancolía, ya habían pasado seis días desde nuestra ruptura o mas bien desde que ella rompiera conmigo, era domingo y seguramente ella debió haber trabajando de todo el día ya que a veces solo tomaba las tardes libres para estar juntas pero ahora todo había cambiado, mientras yo tenía todo el día libre para pensar solamente en ella. Pero de pronto algo vino a mi memoria, algo que hizo encajar todas las piezas del rompecabezas que ni siquiera sabía estaba armando.
Cuando cenamos en casa de mi madre Diana ya estaba tranquila y se mostraba mas relajada, sin embargo cuándo las deje solas y estuve de regreso, ella ya no era la misma ¡que tonta! Como no preste atención a su silencio esa noche, era obvio que mi madre le había dicho algo y ella no me dijo absolutamente nada para no dañar mi relación con mi progenitora y decidió alejarse ¿Qué pudo haberle dicho mi madre? No me quede tranquila y me levanté de la cama, eran las diez de la noche y mi mente no me permitía dormir, sin más me fui a ver a mi madre a su cuarto.
-¿Qué pasa? ¿Por qué entras así a mi cuarto?
-¿Qué le dijiste a Diana? – le cuestione antes de que mi sospecha se volviera realidad y en un enojo más grande.
-Qué le dije ¿de que?
-No te hagas mamá, tú le dijiste algo a Diana, por eso ella me dejó.
-Deberías de agradecerle que te haya dejado, esa mujer no vale la pena.
-Yo la amó – le dije alzando la voz.
-Pero ella no te ama lo suficiente.
-Creo que me ama más que tú, se alejó por que tú se lo pediste – dije dolida por su comportamiento – tú has hecho que yo sufriera solo porque no la quieres. Ella ha sufrido igual o más que tu y tú menos que nadie tiene derecho a juzgarla.
No hacía falta que mi madre me dijera que le había dicho a Diana ya que tenía por descontado que le había pedido, le pidió que se alejara de mi, me puse zapatos y un pantalón de mezclilla, tomé las llaves del auto y salí disparada de mi casa, tenía que verla y decirle que lo sabía todo, que no tenía porque hacer caso a mi madre, quién la amaba era yo, quien elegía amarla era yo y nadie más que yo. Encendí el auto y conduje lo mas rápido que pude rumbo a casa de Diana, necesitaba verla y decirle que la amaba, que perdonará lo que le dije, que no podía vivir sin verla y sin ella.
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DESCUBRIENDO EL AMOR
RomanceElla era una prostituta, pero a Astrid no le importó ya que su pasado tenía que ver con algo parecido ademas de que vivió violencia, pero ahora ya todo era cosa del pasado, era una inspectora de la policía y vivía de manera decente con su madre has...